miércoles, 26 de abril de 2017

Singular imagen del Che en Santiago de Cuba



Aída Quintero Dip
   Al visitar la casa de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC),  en la ciudad de Santiago de Cuba, una imagen muy querida de un reconocido combatiente revolucionario nos recibe desde una escultura a tamaño natural, vestido de verde olivo y sin armas.
   Es el inolvidable Comandante Ernesto Che Guevara, el cubano-argentino que se jugó la vida en los campos insurrectos de la Isla caribeña y después, en altruista gesto de internacionalismo, se convirtió en guerrillero en tierras de Bolivia, donde peleó al frente de las tropas y fue asesinado.
  Pero antes de su empeño por conquistar la libertad del continente, este valiente hijo de América Latina resultó un osado y visionario constructor de la Patria nueva, al triunfar la Revolución cubana,  y esa fue la idea que amasó con sus manos para perpetuarla Rodolfo González Reyes, autor de la obra.
  El escultor santiaguero, perteneciente a la Fundación Caguayo, quiso regalarle al pueblo la imagen del Che intelectual, pensador, por eso su posición frente a un tablero de ajedrez que invita al juego de las ciencias, con piezas que identifican herramientas, pozo de petróleo, molino de viento...
  En el logro de la ANEC se apoya el tablero, en evidente alusión a que ese esfuerzo por el progreso y bienestar del país reclama inteligencia y no puede ser improvisado, al contrario demanda el respaldo de expertos de la rama, especialistas bien calificados para influir  en la consolidación del proceso de control económico y en el incremento de la eficiencia.
   El doctor Víctor Luis López, presidente de la asociación en la provincia de Santiago de Cuba, refirió que la escultura nació de un concurso convocado entre profesionales de las artes plásticas y hubo varias propuestas, pero se escogió la de González Reyes, por sus valores artísticos y concepción técnica.
  La figura, precisó López, se hizo en 2012, y fue colocada en el vestíbulo de la casa de los economistas santiagueros en 2014, cuando se rehabilitó el local, en ocasión de la celebración de las festividades nacionales por el Día del Economista y del Contador, el 26 de noviembre de ese último año.
  Precisamente esa fecha se festeja ya que ese día de 1959 fue nombrado el Comandante Ernesto Che Guevara como Presidente del Banco Nacional de Cuba.
  El Che tuvo vínculos con Santiago de Cuba y especialmente se recuerda su gran impresión al estremecerse la ciudad por el fervor revolucionario de sus hijos, liderados por Frank País, cuando el levantamiento armado, el 30 de noviembre de 1956, para apoyar el desembarco del yate Granma, donde él era uno de sus valientes tripulantes.
 Acerca de ese episodio señaló algunos años después al escribir sobre sus vivencias en la lucha de liberación en Cuba “…el día 30 oímos por radio la noticia de los motines de Santiago de Cuba que había provocado nuestro gran Frank País, considerando sincronizados con el arribo de la expedición.”
   Al inaugurar   el combinado industrial 30 de Noviembre, en 1964, en su discurso el Che rememoró la trascendencia de lo ocurrido en la legendaria  urbe en similar fecha del año 1956 y las razones de que el levantamiento y el desembarco no sucedieran simultáneamente como lo habían concebido.
  En aquella ocasión ponderó  la heroica página que escribieron  los combatientes integrados al Movimiento 26 de Julio, acción con la cual se pretendía crear un clima en el país que impidiera a las tropas de Fulgencio Batista marchar rápidamente a pelear contra la columna invasora.
   En ese discurso el Che también enfatizó que la ciudad rebelde se ganó plenamente el reconocimiento de todo el país, y también el Oriente que tradicionalmente había sido baluarte de las luchas patrióticas desde la época de José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez y Carlos Manuel de Céspedes.
   Otro sitio en esta indómita tierra es testigo del manifiesto tributo  de los santiagueros hacia el guerrillero heroico:  es el Bosque de Los Héroes, erigido para perpetuar la memoria del revolucionario argentino-cubano asesinado en octubre de 1967 en Bolivia. 

domingo, 16 de abril de 2017

Girón: el puntapié patriótico que todavía le duele al imperio



Dai Liem Lafá Armenteros
   Comenzaba la década del 60 del siglo XX, Cuba estaba en plena efervescencia de la Revolución triunfante en 1959, las fuerzas populares por fin eran dueñas de su destino, y la oligarquía pro yanqui ya no tenía poder, pero quería recuperarlo con la ayuda del Tío Sam.
    Para lograr su objetivo hicieron de todo: desde suprimir la cuota azucarera y prohibir la entrada de petróleo al país, hasta armar y equipar una fuerza paramilitar de exiliados cubanos sin escrúpulos, con la clara misión de invadir la Isla.
    Como expresa en su artículo La Batalla de Playa Girón,  el Teniente Coronel Jorge Hernández Garaboto, Primer Investigador del Centro de Estudios Militares (CEMI), a partir 17 de marzo de 1960 fueron establecidos 13 campos de entrenamiento en Guatemala, Nicaragua y en bases norteamericanas existentes en Puerto Rico, la zona del canal de Panamá y en territorio continental estadounidense.
   La fuerza mercenaria estaba constituida por unos mil 500 hombres bien armados, provistos de tanques, artillería y una fuerza aérea de más de 40 aviones, que era más poderosa, destructiva y agresiva que la de todos los países de Centroamérica y el Caribe juntos.
   También poseía una flota bélica con barcos artillados, que navegaban sin tropiezo con banderas inocentes cambiantes de color  y de forma, con tanta frecuencia que resultaba imposible identificarlos.
      El territorio seleccionado para la invasión a Cuba estaba constituido por una estrecha franja de playa al sur de la entonces provincia de Las Villas, con escasa población, pocas vías de acceso y con facilidades para aterrizar.
   Resultaba un lugar apropiado para ejecutar el plan de la CIA, que contaba con el visto bueno de la Junta de Jefes de Estado Mayor y la aprobación del presidente norteamericano.
   El objetivo estratégico era aislar una región del territorio cubano, situar allí un gobierno provisional y desarrollar operaciones de desgaste que dieran la imagen de la existencia de una guerra civil, pretexto para la intervención militar de las fuerzas armadas norteamericanas.
    Tres escuadrillas de bombarderos de ataque B-26 partieron el 15 de abril de 1961, desde Nicaragua hacia Cuba, y al amanecer atacaron tres aeropuertos. La acción resultó un fracaso al no lograr destruir en tierra la reducida fuerza aérea cubana; sin embargo, hizo evidente la inminencia de la invasión.
   En el entierro de las víctimas de los bombardeos, el 16 de abril de 1961, el Comandante en Jefe Fidel Castro declaró el carácter socialista de la Revolución.
   Según evoca en su artículo el especialista Hernández Garaboto, siguiendo la ruta de los acontecimientos, ese día Fidel también declaró el estado de alerta, comprendiendo que la acción del día 15 era el preludio de la invasión. Así, los hombres que enfrentarían al enemigo horas después, combatirían ya conscientemente por el socialismo.
   En la madrugada del 17 de abril una brigada contrarrevolucionaria entrenada, equipada y transportada por Estados Unidos arribó por la Ciénaga de Zapata, al sur del territorio de  Matanzas. El pueblo se movilizó y el Ejército y las Milicias, dirigidos por Fidel, contraatacaron de inmediato.
   Tras 60 horas de duros combates fueron derrotados los mercenarios, que se rindieron en Girón al atardecer del 19 de abril.
   Más de 150 combatientes revolucionarios murieron y varios civiles fueron asesinados por la aviación invasora.
   El ataque por Playa Girón fue parte de la Operación Pluto de la CIA y representó la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina.
   Tal como evidencia la historia, constituyó un puntapié que todavía duele al imperio, el cual no ha podido sofocar la llama perenne de una Revolución que da luz a un continente y al mundo entero.
   Por eso el historiador Andrés Zaldívar Diéguez, uno de los autores del libro El rostro oculto de la CIA. Antesala de Playa Girón, resalta  la importancia de que conozcamos la historia para que nadie venga con cantos de sirenas a confundirnos sobre el pasado.
    En el texto recuerda: “Después de la derrota en Playa Girón, el gobierno norteamericano no solo continuó su incesante obsesión.  Fue la resistencia del pueblo, dirigido por Fidel Castro, la que neutralizó a la contrarrevolución organizada y armada por Estados Unidos, en solo unos años. Se quebró así el mito de la invencibilidad del imperio norteamericano”.