jueves, 14 de junio de 2018

Ernesto Guevara March evoca al Che


 
La Habana, 14 jun (ACN) Dice que no sabe hablar como sus hermanos, pero que no dejará de hacerlo a los 90 años del nacimiento del Che. Ernesto Guevara March rompe su silencio para evocar al padre que, en sus cartas, con sus consejos, confiesa, les moldeó el alma para después. 
  «Por supuesto, todos nosotros hemos sufrido y lamentado siempre la temprana ausencia física de un hombre como él, no obstante, somos felices, porque llevamos su sangre y sus genes e integramos una familia muy bonita”, manifiesta en una entrevista que publica hoy el diario Juventud Rebelde.
  Mi núcleo en particular (mi esposa y mis tres hijos) son actualmente una de mis más grandes alegrías, declaró Ernesto Guevara March, graduado en Derecho en la URSS en 1987.
  «Mis hermanos y yo venimos de una pareja inicial que se encontró en medio de una guerra de liberación de nuestra patria. ¡Qué cosa más bonita! Mi madre participó en la lucha clandestina primero en Santa Clara. Ya fichada por los órganos represivos de la tiranía batistiana, es decir, “quemada”, tuvo que subir a la Sierra del Escambray, y allí conoció a mi padre, comentó.
  «Ambos participaron en la lucha en el centro del país. Y la toma de Santa Clara fue un suceso extraordinario, un eslabón clave para el triunfo de la Revolución", señaló.
  «Quiero aclararles que es muy difícil no ser un tanto injusto cuando un hijo habla de un padre sin hablar de la madre. A ella la llamaré indistintamente ahora, Aleida, Josefina o Doctora (estos últimos, nombres de guerra) y a veces sencillamente Madre. Y a mi padre le diré Comandante Guevara o sencillamente Che.
  «Sé que enseñó bien a sus cuatro hijos. En las cartas de ese ícono de millones de hombres en el mundo que es el Che, nos legó una Revolución hecha y nos pidió estudiar y ser revolucionarios", añadió.
  «Tal como explica mi propia madre en su libro Evocación, mi vida al lado del Che, vinculada con el movimiento revolucionario como combatiente clandestina en la antigua provincia de Las Villas, cumplió las órdenes de trasladar a diferentes compañeros hacia las montañas y subió al Escambray también para llevar 50 mil pesos, colocados a su espalda con esparadrapos, lo que le hizo más difícil su caminata hasta Gavilanes, el primer campamento organizado por el Comandante Guevara en el territorio libre de aquella provincia central del país.
  «Aleida ha sido madre y padre: ¡eso forma parte de las cosas más singulares de mi vida! Y como madre y padre dirigió a la familia a su forma, y nosotros cuatro lo agradecemos. Esa abnegación suya hace que yo ahora no pueda mencionar al Che sin hablar de ella, que se levantaba siempre a las cinco de la mañana, y en muchas ocasiones, se despedía de nosotros para ir a cumplir distintas tareas, como cortar caña, por ejemplo".
  «De ahí que ¡tengo el honor de ser el hijo del Che con una madre así! Los unió un amor grande que se ve en sus cartas, señales de una relación afectiva bella. ¡Me encanta el modo en que se conocieron, se enamoraron y se amaron! Y aprovecho para que se vea la gran sensibilidad de aquel hombre estricto y exigente, lleno de ternura".
  «En mi concepto el amigo verdadero constituye una estructura vital de una sociedad, que se convierte en una parte de tu familia. Pongo de ejemplo a José Ricardo, hijo de Papi, el de los hermanos Tamayo; a Camilo Sánchez, hijo del comandante Sánchez Pinares; a Pantoja, hijo del capitán Olo; y a otros que igualmente son como hermanos para todos nosotros… Nuestro padre, en sus cartas, nos moldeó el alma para después.
  «Yo, por ejemplo, recuerdo y quiero y protejo en mi memoria a los hombres de la Seguridad Personal que en ausencia del Che nos cuidaban cuando niños: a Felo, villareño; a Néstor, habanero; a Misael, oriental… Los veíamos como maestros o como padres nuestros… A los varones nos enseñaban hasta el acto de orinar. De los tres solo vive Néstor, de piel negra. A los dos que murieron hace algún tiempo los enterramos con el dolor de la familia. Misael nos enseñó a tirar con el fusil Brno 2, calibre 22", agregó.
  «Con el tiempo fui del Comando de Misiones Especiales del Minint, donde llegué a ser teniente, un honor para mí. Entonces tenía 23 años. Cuando disparaba en nuestras prácticas, me venía a la mente la leyenda de mi padre".
  «En una academia en la Unión Soviética me hice Oficial Operativo de la Contrainteligencia, en 1990. Siempre tuve conmigo los consejos de mi padre en sus cartas.
  Refirió que es coordinador de la empresa La Poderosa, "específicamente con lo que tiene que ver con la parte extranjera.  Es una agencia de viaje, turística, especializada en motos, en la Harley Davidson, la más fuerte, la que más se conoce y que más mercado tiene en el exterior, la que en general gusta más como moto de paseo"
  " Yo voy en una de ellas guiando a los turistas. Se llama La Poderosa como un homenaje a aquella Northon de 500 cc con que el Che y Alberto Granados recorrieron los territorios latinoamericanos", acotó.
  Precisa Juventud Rebelde que Guevara March recuerda entonces que las misivas de su padre eran la antesala de cómo veía el futuro.
  «Con sus cartas a nuestra familia nos fue preparando para el porvenir. Para eso nos alertó sobre la vida y nos ofreció enseñanzas. Estaba convencido de que podría morir", expresó.
  «¡Ah, una noticia curiosa! Nunca mi madre, Aleida March, lo ha dicho y hoy yo puedo, y a estas alturas quiero revelarlo: Ella le pidió al viejo ir a combatir a Bolivia cuando las condiciones lo permitieran, y él prometió que así sería, pero en definitiva no pudo abrirse el segundo frente que se esperaba crear».
  Guevara March contó que estuvo en Angola casi dos años, primero en Cahama, después en Benguela, Lobito y en otras zonas de guerra. "Claro que armado y como oficial operativo de la Contrainteligencia Militar".
  Sobre el ajedrez manifestó que era el deporte favorito del Che. "Porque era el que más se acercaba a lo militar, donde ejercitaba la táctica y la estrategia, la ofensiva, la contraofensiva y, en definitiva, la defensa con las piezas como el caballo, el alfil, las torres, los peones, como si fueran piezas de un combate a tiros.
   A continuación afirma que " Mi padre fue, ante todo, muy generoso y humanitario, pese a las calumnias de los enemigos. El mejor ejemplo de eso es ir a pelear a otras tierras. Lo dejó todo, el cariño nuestro y el del pueblo, para que otros niños, jóvenes y personas, otras familias, pudieran tener garantizadas la salud, el estudio, los cuidados médicos, sus derechos humanos, en fin, el bienestar y la felicidad.
  Inspirado por el diálogo, Ernesto comienza una evocación histórica. Recuerda que, ya graduado de médico, su papá inició, desde Buenos Aires, su segundo viaje por América Latina, el 7 de julio de 1953.
 De esta gira resalta que en Bolivia captó el impacto de la revolución de 1952; en Guatemala fue testigo del derrocamiento de Jacobo Árbenz; en Costa Rica, Guatemala y México tuvo contacto con revolucionarios cubanos, sobrevivientes de los acontecimientos del 26 de julio de 1953 y conoció a Fidel Castro. Ahí decide incorporarse al movimiento revolucionario liderado por este, que (luego del desembarco del Granma) inició la lucha en Cuba.
  «En carta del 10 de diciembre de 1953 a su tía Beatriz, desde Costa Rica, le confesó que en Guatemala se perfeccionaría y lograría lo que le faltaba para ser un revolucionario auténtico", aseguró.
  "Le decía: “Además de médico, soy periodista y conferenciante… te abraza y te quiere tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la luciente fe en el porvenir socialista, Chau, Chancho”.
  «El 12 de febrero de 1954, al final de otra carta a Beatriz se despidió de este modo: “Un abrazo de acero de tu proletario sobrino”.
  «Y en carta a sus padres desde la Cárcel de Gobernación, de México, el 6 de julio de 1956, les contó: “Un joven líder cubano me invitó a ingresar al movimiento de liberación armada de su tierra, y yo, por supuesto, acepté. Mi futuro está ligado a la Revolución Cubana. O triunfo con esta, o muero allá. Por mi vida he pasado buscando mi verdad a los tropezones. Solo llevaré a la tumba la pesadumbre de un canto inconcluso”.
  «Y en otra misiva, esta vez a la madre, le dijo: “Mi profesión actual es la de saltarín, hoy aquí, mañana allí. Los signos son buenos, auguran victoria. Pero si se equivocaran… al fin hasta los dioses se equivocan. Mi trayectoria es esencialmente aventurera y la lucha será de espaldas a la pared, como en los himnos, hasta vencer o morir…”» concluye Ernesto Guevara March.

Ernesto Guevara March evoca al Che


La Habana, 14 jun (ACN) Dice que no sabe hablar como sus hermanos, pero que no dejará de hacerlo a los 90 años del nacimiento del Che. Ernesto Guevara March rompe su silencio para evocar al padre que, en sus cartas, con sus consejos, confiesa, les moldeó el alma para después. 
  «Por supuesto, todos nosotros hemos sufrido y lamentado siempre la temprana ausencia física de un hombre como él, no obstante, somos felices, porque llevamos su sangre y sus genes e integramos una familia muy bonita”, manifiesta en una entrevista que publica hoy el diario Juventud Rebelde.
  Mi núcleo en particular (mi esposa y mis tres hijos) son actualmente una de mis más grandes alegrías, declaró Ernesto Guevara March, graduado en Derecho en la URSS en 1987.
  «Mis hermanos y yo venimos de una pareja inicial que se encontró en medio de una guerra de liberación de nuestra patria. ¡Qué cosa más bonita! Mi madre participó en la lucha clandestina primero en Santa Clara. Ya fichada por los órganos represivos de la tiranía batistiana, es decir, “quemada”, tuvo que subir a la Sierra del Escambray, y allí conoció a mi padre, comentó.
  «Ambos participaron en la lucha en el centro del país. Y la toma de Santa Clara fue un suceso extraordinario, un eslabón clave para el triunfo de la Revolución", señaló.
  «Quiero aclararles que es muy difícil no ser un tanto injusto cuando un hijo habla de un padre sin hablar de la madre. A ella la llamaré indistintamente ahora, Aleida, Josefina o Doctora (estos últimos, nombres de guerra) y a veces sencillamente Madre. Y a mi padre le diré Comandante Guevara o sencillamente Che.
  «Sé que enseñó bien a sus cuatro hijos. En las cartas de ese ícono de millones de hombres en el mundo que es el Che, nos legó una Revolución hecha y nos pidió estudiar y ser revolucionarios", añadió.
  «Tal como explica mi propia madre en su libro Evocación, mi vida al lado del Che, vinculada con el movimiento revolucionario como combatiente clandestina en la antigua provincia de Las Villas, cumplió las órdenes de trasladar a diferentes compañeros hacia las montañas y subió al Escambray también para llevar 50 mil pesos, colocados a su espalda con esparadrapos, lo que le hizo más difícil su caminata hasta Gavilanes, el primer campamento organizado por el Comandante Guevara en el territorio libre de aquella provincia central del país.
  «Aleida ha sido madre y padre: ¡eso forma parte de las cosas más singulares de mi vida! Y como madre y padre dirigió a la familia a su forma, y nosotros cuatro lo agradecemos. Esa abnegación suya hace que yo ahora no pueda mencionar al Che sin hablar de ella, que se levantaba siempre a las cinco de la mañana, y en muchas ocasiones, se despedía de nosotros para ir a cumplir distintas tareas, como cortar caña, por ejemplo".
  «De ahí que ¡tengo el honor de ser el hijo del Che con una madre así! Los unió un amor grande que se ve en sus cartas, señales de una relación afectiva bella. ¡Me encanta el modo en que se conocieron, se enamoraron y se amaron! Y aprovecho para que se vea la gran sensibilidad de aquel hombre estricto y exigente, lleno de ternura".
  «En mi concepto el amigo verdadero constituye una estructura vital de una sociedad, que se convierte en una parte de tu familia. Pongo de ejemplo a José Ricardo, hijo de Papi, el de los hermanos Tamayo; a Camilo Sánchez, hijo del comandante Sánchez Pinares; a Pantoja, hijo del capitán Olo; y a otros que igualmente son como hermanos para todos nosotros… Nuestro padre, en sus cartas, nos moldeó el alma para después.
  «Yo, por ejemplo, recuerdo y quiero y protejo en mi memoria a los hombres de la Seguridad Personal que en ausencia del Che nos cuidaban cuando niños: a Felo, villareño; a Néstor, habanero; a Misael, oriental… Los veíamos como maestros o como padres nuestros… A los varones nos enseñaban hasta el acto de orinar. De los tres solo vive Néstor, de piel negra. A los dos que murieron hace algún tiempo los enterramos con el dolor de la familia. Misael nos enseñó a tirar con el fusil Brno 2, calibre 22", agregó.
  «Con el tiempo fui del Comando de Misiones Especiales del Minint, donde llegué a ser teniente, un honor para mí. Entonces tenía 23 años. Cuando disparaba en nuestras prácticas, me venía a la mente la leyenda de mi padre".
  «En una academia en la Unión Soviética me hice Oficial Operativo de la Contrainteligencia, en 1990. Siempre tuve conmigo los consejos de mi padre en sus cartas.
  Refirió que es coordinador de la empresa La Poderosa, "específicamente con lo que tiene que ver con la parte extranjera.  Es una agencia de viaje, turística, especializada en motos, en la Harley Davidson, la más fuerte, la que más se conoce y que más mercado tiene en el exterior, la que en general gusta más como moto de paseo"
  " Yo voy en una de ellas guiando a los turistas. Se llama La Poderosa como un homenaje a aquella Northon de 500 cc con que el Che y Alberto Granados recorrieron los territorios latinoamericanos", acotó.
  Precisa Juventud Rebelde que Guevara March recuerda entonces que las misivas de su padre eran la antesala de cómo veía el futuro.
  «Con sus cartas a nuestra familia nos fue preparando para el porvenir. Para eso nos alertó sobre la vida y nos ofreció enseñanzas. Estaba convencido de que podría morir", expresó.
  «¡Ah, una noticia curiosa! Nunca mi madre, Aleida March, lo ha dicho y hoy yo puedo, y a estas alturas quiero revelarlo: Ella le pidió al viejo ir a combatir a Bolivia cuando las condiciones lo permitieran, y él prometió que así sería, pero en definitiva no pudo abrirse el segundo frente que se esperaba crear».
  Guevara March contó que estuvo en Angola casi dos años, primero en Cahama, después en Benguela, Lobito y en otras zonas de guerra. "Claro que armado y como oficial operativo de la Contrainteligencia Militar".
  Sobre el ajedrez manifestó que era el deporte favorito del Che. "Porque era el que más se acercaba a lo militar, donde ejercitaba la táctica y la estrategia, la ofensiva, la contraofensiva y, en definitiva, la defensa con las piezas como el caballo, el alfil, las torres, los peones, como si fueran piezas de un combate a tiros.
   A continuación afirma que " Mi padre fue, ante todo, muy generoso y humanitario, pese a las calumnias de los enemigos. El mejor ejemplo de eso es ir a pelear a otras tierras. Lo dejó todo, el cariño nuestro y el del pueblo, para que otros niños, jóvenes y personas, otras familias, pudieran tener garantizadas la salud, el estudio, los cuidados médicos, sus derechos humanos, en fin, el bienestar y la felicidad.
  Inspirado por el diálogo, Ernesto comienza una evocación histórica. Recuerda que, ya graduado de médico, su papá inició, desde Buenos Aires, su segundo viaje por América Latina, el 7 de julio de 1953.
 De esta gira resalta que en Bolivia captó el impacto de la revolución de 1952; en Guatemala fue testigo del derrocamiento de Jacobo Árbenz; en Costa Rica, Guatemala y México tuvo contacto con revolucionarios cubanos, sobrevivientes de los acontecimientos del 26 de julio de 1953 y conoció a Fidel Castro. Ahí decide incorporarse al movimiento revolucionario liderado por este, que (luego del desembarco del Granma) inició la lucha en Cuba.
  «En carta del 10 de diciembre de 1953 a su tía Beatriz, desde Costa Rica, le confesó que en Guatemala se perfeccionaría y lograría lo que le faltaba para ser un revolucionario auténtico", aseguró.
  "Le decía: “Además de médico, soy periodista y conferenciante… te abraza y te quiere tu sobrino, el de la salud de hierro, el estómago vacío y la luciente fe en el porvenir socialista, Chau, Chancho”.
  «El 12 de febrero de 1954, al final de otra carta a Beatriz se despidió de este modo: “Un abrazo de acero de tu proletario sobrino”.
  «Y en carta a sus padres desde la Cárcel de Gobernación, de México, el 6 de julio de 1956, les contó: “Un joven líder cubano me invitó a ingresar al movimiento de liberación armada de su tierra, y yo, por supuesto, acepté. Mi futuro está ligado a la Revolución Cubana. O triunfo con esta, o muero allá. Por mi vida he pasado buscando mi verdad a los tropezones. Solo llevaré a la tumba la pesadumbre de un canto inconcluso”.
  «Y en otra misiva, esta vez a la madre, le dijo: “Mi profesión actual es la de saltarín, hoy aquí, mañana allí. Los signos son buenos, auguran victoria. Pero si se equivocaran… al fin hasta los dioses se equivocan. Mi trayectoria es esencialmente aventurera y la lucha será de espaldas a la pared, como en los himnos, hasta vencer o morir…”» concluye Ernesto Guevara March.

miércoles, 13 de junio de 2018

Che a los 90: vigente e imprescindible

Marta Gómez Ferrals
  En tiempos en que la ofensiva de los ultraderechistas y los designios imperiales atenazan con hechos violentos, políticas neoliberales y campañas mediáticas agresivas a varios países de América Latina y fomentan guerras e intervencionismo por el mundo, el pensamiento y la figura de Ernesto Che Guevara evidencian su cercanía y necesidad, a punto de su 90 cumpleaños.
  Ernesto Guevara de la Serna nació el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina, pero desde hace más de 60 años se convirtió en el Che entrañable de los cubanos, cuando decidió unirse en México a los expedicionarios del yate Granma que enrumbaron en 1956 hacia la Sierra Maestra, a luchar por la libertad de la Isla.
   De allí bajó con los grados de Comandante, ganados bravamente en julio de 1957 y demostrados como jefe de una importante columna, cuando dirigió decisivos combates y en la legendaria batalla final de Santa Clara.
    El hombre que se había incorporado como médico a la lucha de los cubanos bien pronto demostró que estaba entre los primeros y más corajudos soldados  y que era un inteligente estratega.
  Los años que pasó entre los cubanos hablaron de la confianza del máximo líder de la Revolución, Fidel Castro, de los restantes cuadros del Ejército Rebelde y de su entrañable hermandad con otro líder amado los cubanos, Camilo Cienfuegos.
   Como ministro en actividades de gran peso en los sectores de la industria y bancario, Guevara se aplicó a fondo en el estudio y la consagración sin límites al trabajo, para desempeñar con dignidad, creatividad y honradez sus funciones.
   Aplicó nuevos métodos de dirección, arrastraba y entusiasmaba a sus subordinados mediante su entrega y ejemplo. Implantó un riguroso sistema de control que preconizaba ante todo la exigencia por la disciplina y el laboreo consciente y aplicado. Su austeridad y modestia fueron proverbiales.
  Estimuló el estudio, la calificación entre los obreros, trabajadores en general y sobre todo en los jóvenes.
   Junto a la inauguración de nuevas entidades productoras, muchas de ellas en activo y diseminadas por todo el país, se preocupó por la formación de cuadros y revolucionarios, de un tipo de ser humano distinto, nuevo: altruista, solidario y sin el extremo individualismo glorificado en el pasado.
  Y qué decir de su actuación efectiva y serena, para la defensa de la Isla, en los días luminosos y tristes de la amenaza de una guerra nuclear de alcance mundial en la Crisis de Octubre.
  Ha pasado el tiempo y el guerrillero que cayó en combate en Bolivia, por la libertad de esa nación, el 9 de octubre de 1967, además del reconocimiento amoroso de ser ciudadano argentino-cubano se había ganado tiempo antes también la condición de hijo de la Patria Grande, consecuente con el espíritu bolivariano, de José Martí y Fidel Castro, entre otros próceres.
   El Che contactó y sigue contactando hoy con la juventud por su espíritu rebelde, revolucionario, que busca el cambio positivo, la justicia social, la libertad y la igualdad de todos los seres humanos por humilde que sea su cuna, cualidades que se expresaron en él casi desde la niñez y ganaron fuerza en su primera juventud.
   Creyó en el modelo socialista como el más justo y humano, y supo calar hondo en la deshumanización y alienación  esenciales del capitalismo. Fustigó al imperialismo, como aparato e instrumento de dominación, explotación y chantaje en el mundo y en el área de América Latina.
Ahora más que nunca sus alertas se cumplen.
   No solo lo había aprendido en los libros en que bebió para su formación política. Su viaje iniciático en motocicleta junto a su amigo Alberto Granados, en 1952, le hizo ver la cruenta realidad de los pobres y desamparados de América Latina y el estado de las culturas originarias. Lo volvió a ver en el medio circundante a la lucha guerrillera cubana.
   Hoy, en su cumpleaños 90 los pueblos, el cubano especialmente y los jóvenes agradecen al Che su combate inclaudicable por la libertad y su vida tan tempranamente entregada.
   Está arropado por los hijos de esta tierra en el Mausoleo de Santa Clara, junto a muchos integrantes de su tropa. Era un sagrado compromiso de Fidel y sus compatriotas.
   Pero también su impronta acompaña a los cubanos en múltiples dimensiones. Y hay que seguir acudiendo a él cada día,  a la enorme e imprescindible potencia moral de su obra y pensamiento político, revolucionario, sí, y hasta el conocimiento del sencillo y generoso ser humano que fue.
   Como se ha dicho, su voluntad de acero, su sentido del honor, dignidad, austeridad, su coraje que le ayudó a conjurar y vencer los miedos juveniles de todo ser humano, fueron sus cualidades cercanas y muy terrenales, no las de un santo desvaído en una imagen, aunque algunos así quieren recordarlo, de buena fe, y tampoco está mal que así sea.
   De ahí la importancia de no hacer una consigna vacía y repetitiva su invocación. Al Che hay que acercarse y amarlo con profundidad. Los que se anonadan a primera vista ante el tamaño y significado de su vida de hombre extraordinario, deben decidirse a buscar inicialmente ante todo el ser humano. Un ser humano que les dará lecciones y la llave para entrar en su corazón y pensamiento.
   Maravillosa experiencia para todo el que la ha vivido. Y es su legado  de límpidos y buenos recuerdos sobre el Che en su venerable cumpleaños. Jornadas en las que cabalga junto a los cubanos, sintiendo bajo sus pies el costillar del viejo Rocinante, con la adarga al brazo: más necesario que nunca. “Ni tantito así”!, Che Guevara.

Jardín Botánico Cupaynicú: el verde que enamora


Maité Rizo Cedeño
   No pueden existir dicha y paz mayor que la alcanzada en medio del bosque, sentada bajo frondosos árboles, y con los oídos llenos del murmullo de ríos y aves, así, sintiéndolo todo verde.
   Tal vez caminar con los pies descalzos, respirar aire puro y olvidar que existen el ruido y la ciudad.
   Para lograr la armonía perfecta, afortunadamente, todavía quedan lugares así, a los que podríamos llamar: paraísos para los amantes de la naturaleza, y con letras grandes JARDÍN BOTÁNICO.
   En el municipio granmense de Guisa hay uno, considerado el tercero en importancia de Cuba y el único que tiene un nombre propio: Cupaynicú.
   Una imponente ceiba y un cupey marcan el camino, y algunos pasos después se muestran en todo su esplendor más de dos mil especies de plantas.
   El jardín debe su apelativo al cupey, ejemplar muy útil en los campos cubanos, porque al combinar su fruto con alcoholes se obtiene pulimento para los muebles de madera, las ramas eran empleadas como paletas para sacar bandejas del horno en las panaderías rurales; y un poco más atrás, en las guerras independentistas, los mambises utilizaban sus hojas para enviar mensajes secretos porque se revelaban horas después de ser escritos al recibir el calor del sol o de otro tipo.
  Las historias asociadas a los árboles del parque natural son muchas, desde el ocuje (negro por fuera y rojo por dentro), que recibió su denominación del valeroso esclavo Juan Ocuje, negro y de cabello rojo, quien se reveló contra los españoles; hasta la ceiba, venerada por la religión afrocubana.
    En Cupaynicú existe un bosque de los gigantes, denominado así porque -según el investigador alemán Johannes Bisse-, muchos de los árboles que lo conforman sobrepasan los 200 años de antigüedad.
También tiene un área de plantas económicas, porque los frutos de los árboles son comestibles y pueden ser comercializables, entre ellos el coco, el dátil, el mango y el albaricoque.
   Un restaurante elegantemente rural, una zona con conexión wifi entre los árboles, y una tienda en la que puedes obtener variedades de cactus; así como otras plantas en posturas o macetas, forman parte de las opciones cuando recorres esos dominios.
   Casi al final del recorrido aparece una plantita que, por su tamaño, parece casi acabada de sembrar, es la Microcycas calocoma, cuyo nombre común es palma corcho, la cual constituye un fósil viviente endémico de Pinar del Río, y la única especie declarada Monumento Natural Nacional en Cuba, según explica Yasmani Díaz Nápoles, guía del jardín botánico.
   Hay plantas medicinales, aromáticas, venenosas...“de esta se obtiene una resina cicatrizante, aquella es buena para curar el asma, la palma pequeña es oriunda de zonas costeras y este árbol se encuentra en peligro de extinción”, así se suceden los datos mientras avanzas por el vergel, y junto al maravilloso clima selvático, aumentan los conocimientos sobre botánica cubana.
   En un área protegida se conservan los cactus, decenas de especies que destacan por su resistencia y singular aspecto. En Cupaynicú también se escuchan los tocororos, y tal vez hasta veas un pájaro carpintero en el tronco de un árbol.
  Sentarse junto al río, mojarse los pies y hacer picnic con cesta y todo, correr libremente como los niños, y hacerse los mejores selfies de la historia, son algunas de las acciones que hacen los visitantes en este sitio, un remanso de paz al cual el cuerpo y la mente te  pedirán volver.