miércoles, 13 de noviembre de 2013

Hay que vacunarse contra la violencia



Israel Hernández Álvarez 

   “Disculpe, por favor”, expresó un hombre luego del pisotón que inconscientemente le propinó al joven, de unos 20 años.
  “Qué disculpe, ni disculpe, lo que tiene es que ver por dónde camina”, respondió airado el transeúnte, quien  continuó proliferando palabrotas en medio de su injustificada furia, hasta que ambos se fueron a las manos.
   Ese es solo uno de los hechos de violencia que en ocasiones ocurren en plena vía pública innecesariamente.
   Hay quienes obvian la cortesía, las buenas costumbres: dar disculpas, solicitar perdón o aceptarlo ante un hecho involuntario, y en su lugar emplean la guapería.
 Son muchas las manifestaciones de brutalidad que contradicen las normas de convivencia en una sociedad civilizada como la de Cuba, de la cual se ha dicho que es una de las más educadas del mundo.
 ¿Por qué esos modos de actuación siguen presentándose entre nosotros?
 ¿Acaso las difíciles condiciones económicas que vive el país han contribuido a perder la cordura?
  ¿Será que patrones de conductas extranjeros, vistos en televisión, vídeos u otros medios audiovisuales, están influyendo sobre la realidad cubana?
  Interrogantes como esas podrían convertirse en temas de estudio por psicólogos, sociólogos, o cualquier investigador que desee ocupar su tiempo en asuntos tan importantes.
  La familia, célula fundamental de la sociedad, debe ser promotora de la armonía y no de la discordia, sin embargo a diario se ve a madres y padres que dañan física y psicológicamente a sus hijos y ello los convierte en seres violentos para el resto de su vida.
 Resulta penoso que adolescentes actúen de forma tan feroz que son capaces de privar de la vida a sus semejantes en un riña que, en la mayoría de las veces, pudo haberse evitado con la comunicación, con ese don que le dio la naturaleza a los seres humanos que es la palabra.
  Varios hogares se han enlutado para siempre al recibir en una sala de cuidados intensivos o en la morgue de un hospital a un hijo que horas antes lo habían despedido en una noche festiva.
 La mala formación y falta de amor familiar constituyen ingredientes en actuaciones que llevan en sí el sello del salvajismo y provocan hechos vandálicos.
 Si propugnamos insultos y ofensas en hogares, centros laborales, en la calle u otro sitio donde convivamos es imposible evitar la brusquedad que tanto lacera a los buenos sentimientos.
  La violencia, de acuerdo con estudios, tiene varias formas de expresión y puede ser ejercida mediante presión síquica o abuso de la fuerza con el propósito de obtener fines contra la voluntad de la víctima.
   Se explica también por especialistas en la materia que constituye “una acción ejercida por una o varias personas en donde se somete de manera intencional al maltrato, presión, sufrimiento, manipulación, etc, que atente contra la integridad tanto física como psicológica y moral de cualquier persona o grupo de ellas”.
   Más que conceptualizar el término, sin soslayar sus  definiciones científicas, de lo que se trata es de evitar esa tendencia, creciente en estos años del denominado período especial que vive Cuba.
    Resulta más hermosa la paz, la armonía, la avenencia, la amistad, porque esos atributos unen y hacen fuerte a los seres humanos para enfrentar las dificultades objetivas de estos tiempos de crisis en el mundo, por eso hay que "vacunarse" contra la violencia.

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