viernes, 6 de marzo de 2015

Periódico Sierra Maestra, cual soldado




  Mi modesto homenaje al "Sierra Maestra" por el Día de la Prensa Cubana, que celebramos el 14 de marzo, y a cuyo colectivo me honro con haber pertenecido.
  Aída Quintero Dip
  El periódico Sierra Maestra sigue siendo, como el 7 de septiembre de 1957, un soldado de la Revolución.
  En el Santiago de Cuba ancestralmente rebelde nació bajo el fragor de las balas, y creció con ese signo como un símbolo.
  Igual que las indómitas montañas orientales donde se fraguó la libertad, su nombre es comprometido y de combate, lo ganó en los días de la guerra y también en época de paz. 
  No lo conquistó gratuitamente, para merecerlo un grupo intrépido de jóvenes del Movimiento 26 de Julio tomó la letra impresa como bastión y sembró una semilla.
  Hijo de la impronta guerrillera y del ideal libertario de Fidel Castro y de Frank País, vio la luz este agitador en tiempos de clandestinaje, honrando a Patria, que más que un periódico fue la voz de José Martí anunciando la nueva era americana.
   O rindiendo tributo a El Cubano Libre, esa artillería pesada de la Revolución como fue bautizado, con el preciso empuje tras la épica y el riesgo.
   El “Sierra Maestra” no solo cumplió  esa misión; después de la victoria de enero multiplicó su quehacer  y se convirtió en alfabetizador de ideas nuevas, testigo y testimoniante de la obra de todos.
  Atesora más de cinco décadas perpetuando la memoria  de momentos trascendentales, estremecedores, definitorios, pero, especialmente, tocando el corazón del pueblo.
    Es la casa grande de sus periodistas, editores, correctores, diseñadores, fotógrafos, y la casa es como un manantial perenne, de donde se sacan fuerzas diarias y nuevas, siempre frescas, y siempre poderosas, para la batalla de la vida.
   Tal es la brújula que guía al  periódico que leen y evalúan cada sábado los santiagueros, al que acuden para confirmar la noticia, el protagonista de tertulias en parques y calles, al cual critican, pero lo aman irremediablemente y sienten como suyo.
  El palpitar de Santiago está en sus páginas, así ha sido siempre para reverenciar acontecimientos en una ciudad donde aún caminan por sus calles testigos y héroes de la historia, y no faltan hazañas por reseñar, laborales, deportivas, educacionales, científicas…
  Con su Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez, la Orden Juan Marinello, la condición de Vanguardia Nacional y tantos y tantos méritos cual espada y escudo, está presto a crear, forjar, innovar en el afán de parecerse más a sus lectores.
  Fiel a la intrepidez de los fundadores, su colectivo desafió desde las imágenes y la palabra el devastador huracán Sandy, en zafarrancho de combate sin miramientos de hora y empeño, para mantener al pueblo informado y suplir a otros medios ante la carencia de electricidad.
  El “Sierra Maestra” no creyó en Sandy, así tituló su trabajo una colega de la capital en aquellos días difíciles, solidarios y heroicos, en que el semanario se convirtió en diario, para sintetizar una labor asumida con la sencillez de las tareas grandes.
  Lo advirtió anticipadamente José Martí: “No hay mejor cetro que un buen periódico”.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario