miércoles, 25 de septiembre de 2019

La vigorosa raíz que nutre el alma de la nación cubana


Por Aída Quintero Dip
  La historia de Cuba ofrece ejemplos de lealtad a las convicciones y a los principios muy útiles hoy para la defensa de la Patria, ante las pretensiones injerencistas del gobierno de los Estados Unidos en su afán por socavar la soberanía nacional.
  Los hijos e hijas de esta tierra han hecho culto a esa vigorosa raíz que alimenta la unidad y resistencia de este archipiélago, y contribuye a la formación de las nuevas generaciones, crecidas bajo el influjo de un ancestral patriotismo.
  Tan apreciable arsenal forma parte de la obra colectiva que sustenta la espiritualidad del pueblo, ese pueblo diferente en cada etapa de desarrollo, pero eternamente el mismo que ha demostrado cuán difícil será traicionar la gloria vivida.
  Así en la memoria popular sobresalen acciones como la del Cacique Hatuey, quien en la hoguera, donde lo pusieron los colonialistas españoles por su rebeldía, rechazó hacerse cristiano e ir al cielo, como le pidió el sacerdote, para no encontrarse allá con los esclavizadores de los suyos.
  Carlos Manuel de Céspedes, quien dio el primer grito de independencia en Demajagua, para darles libertad a sus esclavos, es considerado con justeza el Padre de la Patria, porque refutó dejar la lucha para salvar a su querido hijo Oscar, que había caído prisionero de las tropas enemigas, alegando que todos los cubanos eran sus hijos.
  El digno camagüeyano Ignacio Agramante, al escuchar a un conspirador independentista lastimosamente preguntar cómo íbamos a liberar a Cuba, siendo muy superior el poderío militar de los colonialistas españoles, sin vacilar, exclamó: “¡Con la vergüenza de los cubanos!”
  Esa misma vergüenza y amor patrio multiplicado llevó a los valerosos bayameses a iluminar el cielo de la Isla, al quemar su amada ciudad, el 12 de enero de 1869, antes de rendirla a los pies del enemigo.
  Mariana Grajales, nacida en la indómita tierra de Santiago de Cuba, mientras sus hijos Antonio y José daban un paso al frente para sumarse a la revolución, se dirigió al más pequeño de su prole y le indicó empinarse para que también respondiera al llamado del deber.
  El guajiro matancero Secundino Alfonso, ordenanza del Brigadier Pedro Betancourt, al ver caer del caballo a su jefe, le cedió el machete y su propio caballo y lo protegió, hasta morir disparando contra el enemigo.
  José Martí, siendo apenas un adolescente, cargado de cadenas y grilletes, le escribió a su madre, rogándole que, en vez de llorar, pensara que entre las espinas nacen las flores. De cara al Sol supo el Héroe caer en combate tras sembrar poderosas ideas que hoy son fuentes de inspiración en su Patria.
  Pervive en la memoria un pasaje más contemporáneo relacionado con Juan Almeida Bosque, con la frase que él pronunciara en el combate frente a fuerzas de la tiranía de Fulgencio Batista en Alegría de Pío, al sur oriental, después del desembarco del Granma en diciembre de 1956, bautismo de fuego del futuro Ejército Rebelde con Fidel Castro a la cabeza.
  En aquel instante de zozobra ante los inconvenientes afrontados por la corajuda expedición retumbó en los oídos de sus compañeros y de la manigua: ¡Aquí no se rinde nadie...!, una lección para todos los tiempos.
  Son pasajes de la rica historia y del acervo patriótico que inspiran a la lealtad y alimentan el alma de la nación cubana para seguir adelante con la unidad y espíritu de resistencia como coraza, como expresara el joven historiador Frank Josué Solar, profesor de la Universidad de Oriente.

martes, 24 de septiembre de 2019

Nuris y el placer de barrer la calle Enramadas


 
Aída Quintero Dip Foto: Miguel Rubiera Jústiz

   El calificativo ganado por la barrendera Nuris Zayas Quesada de
guardiana de la limpieza en la calle Enramadas, en Santiago de Cuba,
está muy bien justificado porque ella no solo se esmera en la faena,
sino que influye en sus coterráneos para mantenerla pulcra e higiénica
como merece la importante arteria de la Ciudad Héroe.
  Un oficio algo inusual para una mujer en tiempos de oportunidades
disímiles para dedicarse a otras labores igualmente útiles y más
reconocidas; sin embargo, ella lo asume con placer y donaire, a lo
cual se suma el criterio unánime de quienes laboran a su lado de que
ese puesto le queda a la medida.
  “Yo vivo en Carretera de Ciudamar, un poco lejos del centro de la
urbe cabecera pero nunca llego tarde a mi trabajo, soy puntual y muy
disciplinada, lo hago con calidad, siempre estoy dispuesta a ir a
donde más me necesiten, si alguien se enferma o se va de vacaciones,
ahí estoy yo para que no deje de cumplirse la tarea”, dijo con
desenfado.
  Esas son virtudes que le han abierto todas las puertas, por eso
Nuris goza de una confianza total de los otros barrenderos y de
quienes disfrutan la limpieza de la legendaria localidad oriental, que
“con esa historia tan rica merece estar reluciente para que pueda
mostrarse mejor a los santiagueros y a los visitantes”, expresa sin
dejar la escoba.
  Su autoestima siempre está elevada, no le apena estar en tales
trajines  mientras otros van y vienen del brazo de sus enamorados, con
sus compras, con sus hijos de mano en son de paseo, y es que se siente
parte de esa felicidad solo posible en un entorno agradable y limpio,
según confiesa.
  Desde los 21 años Nuris está vinculada a las labores de áreas verdes
en Servicios Comunales, primero en la limpieza de los parques y hace
un año  integra un proyecto para la atención de la emblemática calle
Enramadas, de Santiago de Cuba, un puesto que se ha ganado sobre la
base de buen oficio y consagración.
  “Necesitaba trabajar, explica, era la única opción en aquel momento,
pero no me arrepiento de haberla escogido. Ya llevo más de 25 años y
le he tomado  amor a mi trabajo, sé que es necesario, las personas lo
agradecen y la mayoría cuida lo que tú haces con tanto interés”.
  Tenía también la influencia de su madre Rafaela, ya jubilada,
barrendera por muchos años, de quien aprendió que era un trabajo
honrado como cualquiera y que lo importante en la vida es ser útil y
amar lo que una hace.
  Sin buscar recompensas ni méritos los ha tenido, como premio a su
buen  desempeño y dedicación resultó mejor trabajadora por dos años
consecutivos y va por más; además,  le han hecho homenajes, obsequios y 
regalado flores que le provocaron hasta lágrimas de alegría y felicidad, pues
 considera que sencillamente cumple con su deber.
  Cuenta feliz que sus hijos están orgullosos de ella, no sienten
vergüenza porque sea barrendera, más bien la estimulan: “La vida me
ha premiado con ellos: ya María Alejandra está en noveno grado y Julio
Alejandro terminó un técnico de nivel medio, y son unos muchachos muy
buenos”.
  En la dirección santiaguera de Servicios Comunales nadie se
sorprende si usted pregunta por Nuris Zayas Quesada para hacerle una
entrevista. Se la merece, es una trabajadora vanguardia y muy buen ser
humano, es la respuesta casi unánime que se recibe.
  La representante de su área de labor, Mirtha Lozada, pondera sus
cualidades: “Se desempeña con mucha calidad y es la disciplina en
persona, fíjese que cuando me tengo que ausentar por alguna causa,
invariablemente me sustituye como jefa de brigada y la respetan, la
siguen porque es primera en el ejemplo”.
   Para el final del encuentro con esta laboriosa santiaguera, ella
reservó una sorpresa: “En el periódico Sierra Maestra me hicieron una
entrevista por ser destacada y un día en mi propio puesto de trabajo
tuve la oportunidad de enseñársela al primer secretario del Partido en
la provincia de Santiago de Cuba, Lázaro Expósito Canto, y él me
felicitó y abrazó con mucho cariño.
  “Ese fue un gran estímulo para seguir barriendo con orgullo la calle
Enramadas de mi Santiago, un lindo premio que me emocionó y guardo
entre los momentos inolvidables de mi vida”, manifiesta con su
proverbial modestia.

lunes, 23 de septiembre de 2019

Nadie podrá arrebatarnos la alegría


Aída Quintero Dip

  Por esencia y naturaleza Cuba es un pueblo antimperialista; por las venas de sus hijos corre ese principio como la propia sangre y no es consigna de ocasión, sino una filosofía de vida, sentido de resistencia y salvaguarda de sus más puros ideales.
  El patriotismo de los cubanos tiene una profunda solidez ideológica, se gestó en la manigua redentora con el pensamiento independentista de los mambises e insignes patriotas que empuñaron el machete para conquistar la libertad, dispuestos a esgrimirlo siempre ante quienes querían arrebatarles ese derecho.
  Sobre esa consistente base se fundó un ancestral antimperialismo que ha pasado duras pruebas, pero se mantiene incólume en defensa de la soberanía nacional; está vigente la lección de su primer paradigma, José Martí: “…Viví en el monstruo, le conozco sus entrañas:- y mi honda es la de David…”.

  La intransigencia revolucionaria de este pueblo ha brillado alto, adoptó una posición histórica el 15 de marzo de 1878, cuando Antonio Maceo no se entendió con Arsenio Martínez Campos en los Mangos de Baraguá; para después asegurar: “Quien intente apropiarse a Cuba, solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha.
  Ese sentimiento crece y se fomenta por día en los cubanos, quienes descubrieron, y hasta sufrieron en carne propia, hechos orquestados por las sucesivas administraciones de los Estados Unidos obsesionadas con destruir la Revolución, en su sueño enfermizo por adueñarse de la bella isla.
  Pero sus aspiraciones se han estrellado ante el espíritu indomable de un pueblo que nunca se ha puesto de rodillas ni vulnerado un solo principio; el Comandante en Jefe Fidel Castro lo acuñó: “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie".
  Los cubanos cuentan con una herencia antimperialista que tiene muchos nombres y constituyen ejemplos como Ernesto Che Guevara, expresión más alta del internacionalismo, quien legó para todos los tiempos su "No se puede confiar en el Imperialismo pero, ni tantico así".
  Esa postura identifica a Cuba ante el mundo, la ostentan los hijos de esta tierra con honor y constancia; representa una coraza ante el bloqueo económico, financiero y comercial de EE.UU. que se recrudece por minuto contra esta nación para doblegarla.

  Los cubanos tienen memoria, saben dilucidar y entender que a esa política criminal, injusta y hostil responden las principales dificultades que atraviesa el país, impidiendo su avance y desarrollo y perjudicando la vida normal de sus ciudadanos.
  Por eso el apoyo a la Revolución ante el anuncio del presidente cubano Miguel Díaz-Canel de la situación energética coyuntural, debido a maniobras de la administración norteamericana; y las medidas para salir adelante, pese a las circunstancias en que se debe actuar, trabajar y vivir.
  Para disgusto del imperio, la población muestra su tradicional confianza en la obra de la Revolución. Y a Trump le salió otra vez el tiro por la culata, no lograrán hacerle creer a un pueblo de cultura política como el nuestro, que esas condiciones son fruto de ineptitud del Gobierno.
  Este es un pueblo capaz de enfrentar dificultades y participar creadoramente en la solución de sus problemas, como lo ha manifestado, gracias al espíritu de unidad nacional y postura digna en defensa de su integridad ante las continuas y cada vez más agresivas acciones del gobierno norteño, y de su actual mandatario Donald Trump.
  No habrá mejor manera de ratificar la inclaudicable posición de esta pequeña Isla y de salir adelante, que pensar y actuar como país como nos ha pedido Díaz-Canel, con la certeza de que nadie podrá arrebatarnos la alegría y el empeño hermoso de construir un mejor país para todos. 

domingo, 8 de septiembre de 2019

Qué sano orgullo Margiola, en tu pecho la Orden Mariana Grajales


Aída Quintero Dip | Fotos: Miguel Rubiera Jústiz

  Con motivo del aniversario 59 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), fundada gracias al espíritu visionario de Fidel y Vilma el 23 de agosto de 1960, un grupo de 25 integrantes de la organización de sobresaliente trayectoria fueron condecoradas con las órdenes Mariana Grajales y Ana Betancourt, en nombre de la Patria.
  Entre las cinco agasajadas con la Orden que honra a la madre de los Maceo estaba Margiola Sánchez del Campo Guilarte, directora del Memorial Vilma Espín, de Santiago de Cuba, quien expresó al concluir la ceremonia de entrega, que ese reconocimiento simboliza para ella el compromiso de seguir siendo útil a la Revolución y a la FMC.
  Con la modestia que la caracteriza, también señaló que, aunque el galardón premia a un grupo selecto de federadas, se extiende al esfuerzo colectivo de toda la organización, a la que le ha dedicado con tesón y sin miramientos 25, de sus 35 años de vida laboral.
  En la ceremonia de condecoración se destacó la brillante trayectoria política, laboral y social de esas mujeres, dignas defensoras de la obra revolucionaria; y Margiola feliz junto a otra santiaguera, Juana Esmérida Torres, jubilada de una dulcería, merecedora de la Orden Ana Betancourt.
  Días después, en la paz de la institución que dirige desde su inauguración en 2010, aún emocionada dijo: “Llevar en el pecho un estímulo que honra  a la estoica mambisa, conferido por el Consejo de Estado, es multiplicar la veneración hacia quien consagró a la Patria todos sus servicios y la sangre de su esposo e hijos”.
  De niña la admiraba, le enorgullecía haber nacido en la misma tierra que ella, y a medida que crecía entendía mejor por qué  el mayor general José María Rodríguez Rodríguez (Mayía) refirió, en una ocasión, que pocas matronas producirá Cuba de tanto mérito, y ninguna de más virtudes.
  Margiola ha tratado de ser una Mariana de estos tiempos, con disposición y eficiencia ha asumido disímiles tareas, primero como cuadro de la Unión de Jóvenes Comunistas y luego de la FMC, de la cual fue miembro del secretariado en la provincia de Santiago de Cuba por varios años.
  Dirigir el Memorial, confiesa, es un regalo para mi vida porque tuve la dicha de conocer a la Heroína, intercambiar asuntos de interés en pos del avance de la mujer, y ahora tengo el privilegio de profundizar en su obra y en su vida, tan plena y fundadora, para trasmitirla a las nuevas generaciones y mantener vivo su legado”.
  Dulce, diligente, querida y respetada en su colectivo, con la sonrisa a flor de labios, Margiola es licenciada en Español y Literatura en el antiguo pedagógico santiaguero donde, al graduarse en 1984, se quedó como docente durante cuatro años y resultó educadora ejemplar.
  Galardonada con la Distinción 23 de Agosto y la Orden Ana Betancourt, desde el 2010; ha asistido a cinco congresos de la FMC, en tres como delegada y dos como invitada, muestra de que estamos ante una mujer con el corazón puesto en cada batalla para hacer invencible nuestra obra.