Aída Quintero Dip
De esencia raigalmente patriótica, la cultura cubana tiene su simiente, se afianza y fortalece en las ricas tradiciones históricas de la Patria.
Es célebre la frase pronunciada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el VI Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de que “lo primero que hay que salvar es la cultura”, no solo por el patrimonio valioso que atesora, sino como escudo y sostén de la nación.
La cultura de nuestra Isla es diversa y pródiga, famosa en el mundo entero, con figuras emblemáticas que la han hecho trascender, o géneros y manifestaciones nacidos al calor de la búsqueda y la autenticidad.
Pero no se circunscribe únicamente a ello, hay que entenderla en su vastedad, como el conjunto de acontecimientos y resultados que definen una nación desde el punto de vista político, social y económico, y por su espíritu libre y creador.
Santiago de Cuba, por ejemplo, sobresale por la fuerza de su son y de trovadores como Miguel Matamoros; escritores de la talla de José Soler Puig, ganador de un premio Casa de las Américas; y otras muchas voces poderosas en la música y la poesía, o manos hechiceras de la plástica.
Esta tierra rebelde y musical como ninguna, es madre de José María Heredia, poeta de la Patria; de Sindo Garay, juglar de las ventanas; de Amador Montes de Oca, que puso sus versos en el fuego, y de otros artistas que hicieron posible que la cultura tuviera una trinchera.
Pero también se manifiesta con gran hondura popular, esa que es carne de sus pobladores, no es coyuntural, efímera ni de espectáculo, más bien se pasea virtuosa, genuina, para encantar a quienes la disfrutan aquí o en cualquier parte.
Es la que moldea el obrero en su torno, aporta la maestra con clases magistrales, la científica que descubre medicamentos para alargar la vida, el campesino que hace fértil la tierra y el estudiante que aprende hoy para entregar mañana.
Constituye una síntesis que define y salva: a los seres humanos, a un pueblo, a una época. Es, al decir del destacado intelectual santiaguero, ya fallecido, Joel James: “Espacio natural y duradero, donde se asienta la independencia de un pueblo”.
La revolución, en su esencia y en su sentido, representa el más alto logro cultural de nuestra Patria, enseñó a los cubanos a pensar, a ver, a caminar y a saber cuál era el camino verdadero.
Como trigo que fecunda y canto por entonar no solo cada 20 de Octubre, la cultura es tributo al patriota Perucho Figueredo, quien, además del machete en los campos de batalla, levantó un himno de amor y combate por la libertad.
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