jueves, 11 de agosto de 2016

Fidel: ardiente profeta de la aurora



Orlando Guevara Núñez
Aquí, junto a nosotros, están  la obra, las enseñanzas, las ideas y el ejemplo de Fidel. Sus palabras precisas en el momento preciso. Las frases de aliento ante las adversidades. Sus convocatorias con fuerza de programa. Desde antes del triunfo de la Revolución ha sido así. Cuando nadie o pocos creían en la victoria, él la vislumbraba.
En el juicio por los hechos del 26 de julio de 1953, preso, con el dolor  del revés militar y la muerte de sus compañeros, rodeado de soldados con bayonetas, con la certeza de una larga condena, nos legó una afirmación para muchos utópica: Condenadme, no importa, la historia me absolverá. Y la historia lo absolvió.
Ya en el exilio en México, con pocos recursos, enfrentando hostilidad,  presidio e intentos de asesinato dirigidos por la tiranía batistiana, cuando pocos lo creían posible, su prédica fue concluyente: En el 56 seremos libres o seremos mártires. Era el compromiso de regresar a Cuba para reiniciar la lucha armada. Y regresó.
En medio del peligro que representaba la travesía, Fidel no vaciló en afirmar: Si salgo, llego; si llego, entro; si entro, triunfo. Y salió, llegó, entró y triunfó.
Tres días después del desembarco se produjo la derrota de Alegría de Pío. A partir de entonces, dispersión en varios grupos, tres muertos en combate y 18 asesinados;  22 expedicionarios fueron hechos prisioneros después de la matanza, 21 evadieron el cerco y escaparon, y sólo 18 lograrían sumarse después a la guerrilla. De nuevo la grandeza de Fidel y su espíritu invencible, cuando contaba solo con 8 hombres y siete fusiles: ¡Ahora sí ganamos la guerra! Y ganó la guerra.
Después, en la paz, las palabras de Fidel nos han alentado en momentos muy difíciles y han guiado nuestra acción de pueblo. En el pueblo hay muchos Camilos, no dijo cuando la pérdida del Señor de la Vanguardia; ¡Queremos que sean como el Che! afirmó sobre nuestros hijos, al caer el Guerrillero Heroico. Y hoy nuestros pioneros siguen ese legado.
Cuando el sabotaje al vapor La Coubre, ante el dolor por la muerte de un centenar de cubanos, surgió, con vigencia para el presente y el futuro, la consigna de ¡Patria o Muerte!, a la cual, en junio de ese propio 1960, Fidel le agregó el ¡Venceremos!  Hoy somos un pueblo de ¡Patria o Muerte! que ha vencido, sigue venciendo y vencerá.
Ante la inminencia de la invasión mercenaria de Playa Girón, Fidel proclamó el carácter patriótico, democrático y socialista de la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes. La misma Revolución y el mismo socialismo que seguimos construyendo y defendiendo.
En octubre de 1962, cuando los cubanos estuvimos bajo la amenaza de un holocausto nuclear, Fidel nos dijo que ahora, más que nunca, se sentía orgulloso de ser hijo de este pueblo. Y cuando se conoció la decisión soviética de retirar los cohetes aquí instalados, sentenció que nosotros tenemos misiles morales de largo alcance  que no podrán ser desmantelados jamás.
Recordamos el desastre del ciclón Flora, que en octubre de 1963 causó la muerte de 1 137 cubanos y destruyó muchos bienes materiales. Ante el abatimiento de muchos, surgió la afirmación de Fidel, convertida desde entonces en objetivo de todos: ¡Reconstruiremos lo perdido y haremos mucho más! Y se hizo.
Así, decir Cuba, Patria, Revolución y Socialismo, es decir Fidel. Y su nombre simboliza esos conceptos.
Un día nos dijo que ser internacionalistas era saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Y los cubanos hemos sido dignos cumplidores de ese principio.
Fidel ha sido adalid no solo por la causa de su pueblo. Su pensamiento y acción han  trascendido fronteras y se han  insertado en el corazón de millones de personas en el mundo.
Con su extraordinaria visión sobre los procesos políticos, económicos y sociales, a escala universal, Fidel  ha hecho afirmaciones que la historia ha confirmado y aún hoy asombran a muchos. Su estatura es inmedible.
“Fidel es como el Martí de hoy, el Maceo de hoy, el Mella de hoy. No me refiero a las personalidades que siempre son únicas e irrepetibles, por lo que carecen de sentido las comparaciones; hablo del papel que le ha tocado desempeñar en los últimos 50 años. Ha sabido aprender de nuestra historia y actuar con similar talento político y capacidad organizativa que el artífice del Partido Revolucionario Cubano y la Guerra Necesaria; rescatar para estos tiempos, también difíciles, peligrosos y complejos, la intransigencia de Baraguá y el genio militar del Titán de Bronce; trasladar a las actuales circunstancias  las ideas avanzadas y el dinamismo del fundador de la FEU y del primer partido marxista-leninista”.
Tal afirmación corresponde al General de Ejército Raúl Castro, en entrevista realizada por el Teniente Coronel Jorge Martin Blandino, con motivo del aniversario 45 del desembarco del Granma.
Con mucha razón, sobre la capacidad de análisis  del Comandante en Jefe, afirmó el presidente de la República Argelina Democrática y Popular, Abdelaziz Buteflika:“Fidel viaja al futuro, regresa y lo explica”. Reconociendo esa cualidad, nuestro Canciller de la Dignidad, Raúl Roa García, aseveró que “Fidel oye la yerba crecer y ve lo que está pasando al doblar de la esquina”.
Un destacado periodista amigo de Cuba,  Ignacio Ramonet, declaró que “Contando su herencia de Martí y sin compararlo, no ha habido un líder así desde Bolívar- hay que decirlo sin tener miedo a las palabras- que haya pensado en conjunto la dinámica política del continente como Fidel lo ha hecho todos estos años”
Otro de los amigos de la Revolución, Tomás Borges, sandinista ya fallecido, dijo que  “José Martí muere en combate y marca para siempre la conducta de Fidel Castro. Fidel es como Martí renacido, resucitado (…) Esa  capacidad de ver más allá del horizonte es una característica particular de Fidel Castro. Fidel ve más allá de la mente”.
Así es nuestro Fidel de ayer, de hoy y de siempre. Un día en una entrevista, le pregunté al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque sobre la figura de Fidel, y  en la respuesta, cinco  palabras definieron su criterio: Se me fue de tamaño. Y el Che, en otras cinco,  lo retrató en toda su dimensión: Ardiente profeta de la Aurora.

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