lunes, 30 de abril de 2012

Otra comunicación es posible



AÍDA QUINTERO DIP

Hace pocos días asistí  en Santiago de Cuba a un taller de capacitación para una comunicación social no sexista, dirigido por la doctora Isabel Moya Richard, presidenta de la  Cátedra  de Género y Comunicación del Instituto Internacional de Periodismo, y en el cual intercambiaron profesionales del Periodismo, las Comunicaciones y la Cultura.

En el encentro se hizo énfasis en la necesidad de propiciar los cambios encaminados a construir sociedades más inclusivas, equitativas y participativas o, por el contrario, pueden ser transmisores de estereotipos, mitos y  prejuicios que reproducen la discriminación, la violencia y la exclusión.

Objetivos bien definidos tuvo el  taller en el sentido de dotar de las herramientas de la comunicación social con enfoque de género a comunicadores y comunicadoras, para contribuir a erradicar los mensajes sexistas en los medios de comunicación.

Isabel Moya, que es además mi amiga de los años, es una experta  en ese campo, avalada por varias obras de su autoría, por lo que el intercambio fue profundo y muy didáctico,  si tenemos en consideración que los medios de comunicación constituyen, en las sociedades contemporáneas, instituciones socializadoras de juicios de valor, normas y conductas.

Quedó claro que su presencia  en todos los ámbitos de la vida y la multiplicidad de soportes que van desde el teléfono celular hasta las grandes vallas, pasando por la televisión, la prensa impresa, la radio, Internet, los audiovisuales,  y la música, por solo poner algunos ejemplos, les han permitido influir de manera decisiva en los imaginarios colectivos. 

Este taller vino a consolidar otros conocimientos y experiencias compartidos  recientemente en el Encuentro Regional de Género y Comunicación, celebrado en Las Tunas, donde tuve la responsabilidad de ser jurado y evaluar -junto a otras colegas- propuestas comunicativas que sobresalieron por la calidad de los contenidos y formas novedosas, la variedad de asuntos tratados y autoría  de jóvenes, entre ellos varios varones interesados también en estos temas.

De Santiago de Cuba fueron seis representantes y reconocieron tres de las muestras de mayor calidad, las de  Betty Beatón Ruiz, muy asidua en estos eventos; Arnoldo Cuzcó Tarradell y José Roberto Loo Vázquez, con vistas a la posible participación en el Encuentro Internacional de Género y Comunicación que será en mayo, La Habana.

jueves, 26 de abril de 2012

Todos los días pueden nacer héroes

AÍDA QUINTERO DIP

 Tengo a Eliseo Reyes Rodríguez prendido al corazón, necesito hablar de este héroe que murió con apenas 27 años, sin saber lo grande que era y muchos menos sin tiempo para vanaglorias. Me cautivaron los recuerdos de sus hermanos, de sus compañeros de lucha y de los que trabajaron bajo su mando, a quienes les dejó una estela de cariño en su etapa de constructor.
 Precisamente por estos días de finales de abril se le recuerda con devoción en Santiago de Cuba, y especialmente en su San Luis natal, en ocasión de conmemorarse los 45 años de su desaparición física.
 El 25 de abril de 1940 nació Eliseo llenando de alegría a una humilde familia de ese municipio santiaguero; niño travieso que gustaba del juego, montar a caballo, descubrir cuevas y hacer maldades a sus hermanos. A los 16 años se unió al Ejército Rebelde, en las montañas orientales, y Ernesto Che Guevara lo hizo entonces mensajero.
Cuando, por órdenes de Fidel, la columna #8 Ciro Redondo, que comandaba el Che, partió con destino a Las Villas para consumar la Invasión, el 31 de agosto de l957, uno de los miembros del pelotón médico era el joven combatiente a quien ya todos llamaban San Luis, después hubo otro nombre, el de Rolando, con el que peleó y cayó por la libertad de América, en tierras de Bolivia. Combatiente cuando se produjo el ataque mercenario a Playa Girón, también en abril de 1961, sin reparar en que en esos días había contraído matrimonio, se incorporó en la lucha para conquistar la victoria.
En el momento en que el Che partió a Bolivia con el interés de también participar en la liberación de la Patria grande, lo invitó a pertenecer a su tropa y ya el 20 de noviembre del 1966 se encontraba junto al Guerrillero Heroico en aquella contienda.
 Para entonces este genuino hijo de nuestro pueblo, ya había llenado de gloria no solo a su humilde hogar sanluisero, sino a la Patria toda.
Al recordar a San Luis, evocamos las palabras de Fidel que enaltecen aquella gesta y a sus protagonistas: "…la hazaña que este puñado de hombres realizó, guiados por el noble ideal de redimir un continente, quedará como la prueba más alta de lo que pueden la voluntad, el heroísmo y la grandeza humanas… Nunca en la historia un número tan reducido de hombres emprendió una tarea tan gigantesca.
 La caída de Eliseo Reyes fue descrita por el Che en la página correspondiente al 25 de abril de 1967 que señaló como "Día negro". "…. Hemos perdido al mejor hombre de la guerrilla, y naturalmente uno de sus pilares, compañero mío desde que siendo casi un niño fue mensajero de la Columna Cuatro hasta la invasión y esta nueva aventura revolucionaria. De su muerte oscura solo cabe decir para un hipotético futuro que pudiera cristalizar: Tu cadáver pequeño de capitán valiente ha extendido en lo inmenso su metálica forma", rememorando de esa forma expresivos versos del poeta Pablo Neruda.
 Sobre el combate en que perdiera la vida, su compañero Harry Villegas (Pombo) anotó en el diario: "Rolando con el coraje que le caracterizaba, se sitúa en la posición más difícil, a la salida de una curva frente al camino. Al desarrollarse el combate se enfrentó a una ametralladora 30 que lo hirió en el fémur".
 Los restos de este héroe inolvidable para el pueblo cubano, y especialmente para San Luis, su terruño natal, se encuentran junto a su guerrilla, junto al comando de refuerzo en el monumento erigido en honor a ellos en Santa Clara, donde Cuba entera le rinde tributo.

martes, 17 de abril de 2012

El Partido Revolucionario Cubano que todavía ilumina

Aída Quintero Dip
En ocasión de cumplirse el 120. aniversario de la fundación del Partido Revolucionario Cubano, este 10 de abril, escuché unas profundas reflexiones de dos expertos en la vida y obra del Héroe Nacional José Martí: los doctores Pedro Pablo Rodríguez López, investigador titular del Centro de Estudios Martianos, e Ibrahín Hidalgo, investigador auxiliar de esa institución, de la capital cubana.
Rodríguez López, también Premio Nacional de Historia, disertó
en torno a la República nueva que defendía el Apóstol de la independencia de Cuba, cuya misión principal era conquistar toda la justicia, ya que él mismo había advertido que mientras no está conseguida, se pelea.
Yo que tuve el privilegio de ser su alumna en la carrera de Periodismo en la Universidad de La Habana, recordé la vehemencia de sus clases de historia de Cuba, y me sentí orgullosa de verlo tantos años después con su erudición y pasión que le caracteriza al tratar estos asuntos de la historiografía cubana.
Mi profesor significó que el sentido de lo nuevo en la República estaba en que era de paz, de trabajo, de dignidad, de decoro equidad y eticidad.
A organizar la guerra y preparar la República dedicó el Maestro momentos trascendentes de su vida y tuvo la visión de concebirla no como mera forma de gobierno. Era una manera de ser distinta, para llegar a ella había que lograr la unidad y para eso estaba el Partido, dijo.
“Para salvar a las islas del peligro se funda el Partido Revolucionario Cubano, y no para aumentarlas”, también había anticipado el Héroe de Dos Ríos.
En Martí forma una unidad indisoluble el antiimperialismo, antinjerencismo y anticolonialismo a los que le imprime el concepto de independencia absoluta, en opinión del doctor Ibrahín Hidalgo.
El investigador destacó que por eso luchó contra todo género de discriminación, y que en la concepción martiana la mujer tendría su lugar, no podría sentirse desplazada en la nueva República.
Apuntó que el más universal de los cubanos se pronunció con fuerza en el combate contra la discriminación racial, defendiendo la idea de que todos los seres humanos somos iguales; para él era un elemento de división y había que combatirla desde el punto de vista político y legal.
Su antirracismo -insistió Hidalgo- es orgánico y es parte imprescindible de su legado.

jueves, 12 de abril de 2012

Hablar bien, escribir mejor, para honrar el idioma de Cervantes

Aída Quintero Dip
Bienaventurados somos los cubanos de platicar el idioma Español, de tanta riqueza en vocablos, giros y matices, que se extiende hoy por todo el planeta como la segunda lengua más hablada, después del chino mandarín, con cerca de 400 millones de hablantes nativos.
El 23 de abril se celebra el Día Mundial del Idioma Español en honor al escritor Miguel de Cervantes Saavedra, una figura cumbre en la literatura más allá de su lengua materna, que murió en ese mismo día, en el año 1616; autor por demás de una obra insigne, Don Quijote de la Mancha, muy apreciada por su excelente factura.
También, ese mismo día, pero en diferentes años, nacieron otros escritores de talla universal como, por ejemplo, William Shakespeare (en 1564), el peruano Inca Garcilazo de la Vega y Vladimir Nabokov (en 1899.
Ha tenido el hecho tanta connotación que en algunos países se conmemora a la vez el Día del Libro.
Ese idioma llegó al continente americano gracias a los viajes de Cristóbal Colón y a la conquista de América. Cuando se desmoronó el Imperio Romano los pueblos siguieron utilizando el latín pero cada región lo fue adaptando, tanto que aparecieron las lenguas romances o neolatinas.
Es parte de la historia atesorada por nuestra lengua materna, esa que merece ser conocida para reverenciarla, no únicamente a la hora de hablar, sino también de escribir, con el fin de ser entendido por la lógica en el pensamiento y adecuada interpretación, descripción y análisis de textos, exentos de ambigüedades.
Este asunto, además del celo por la ortografía, cobra ahora una importancia vital en las clases desde la Enseñanza Primaria hasta la universidad, un aspecto que desde mucho antes la escuela cubana debía otorgarle rango, pues es inconcebible que un ingeniero, un médico o un profesional ajeno a las disciplinas humanísticas, no sepa escribir correctamente.
El esfuerzo que se hace hoy en los centros educacionales por resolver tal vez cierto bache en la enseñanza general vale la pena, si consideramos que en la misma medida en que los estudiantes lo asimilen y apliquen, repercutirá en la cultura general integral del pueblo, a la que tanto se ha aludido, y el Estado ha invertido.
Por una parte los frutos están a la vista, en el sentido de que Cuba se ha convertido en una universidad -voluntad política por medio-, donde hay derecho a superarse de acuerdo con su interés, capacidad, necesidad y potencialidades.
Si bien hay un trecho grande aún por recorrer, si lo analizamos desde el punto de vista de que no hay plena concordancia entre el nivel de instrucción logrado con el de educación, en algunos casos.
En esa vertiente debe fortalecerse el trabajo en estos tiempos en que se aprecia una positiva transformación de la escuela cubana, que apunta hacia el perfeccionamiento de los contenidos y la calidad y diversidad de conocimientos que el alumno debe adquirir.
Responsables del anhelo de hablar bien y escribir mejor somos todos: padres, madres, maestros, guías de pioneros, periodistas, comunicadores, para ascender en un asunto que concierne a toda la sociedad que saldrá ganando al forjar hombres y mujeres más instruidos y educados.
El idioma de Cervantes tiene su día de celebración a partir del año 1702, pero es prerrogativa de quienes educamos de alguna manera, hacer que todos los días sean para honrar la lengua materna, hablando y obrando sin petulancia, sin arideces, sin sentido acusador; eliminando los espacios donde abundan las palabras obscenas y las agresiones verbales.
Hablando bien y escribiendo mejor, le rendiremos tributo también a esa tradición de pedagogía en la tierra cubana, y en particular la santiaguera, donde no se oculta el orgullo de poseer muy buenos maestros.

miércoles, 11 de abril de 2012

Un santiaguero que peleó junto al Che


Aída Quintero Dip
Arquímedes Martínez Sauquet se siente soldado todavía, aún conserva el olor a pólvora en su cuerpo; la imagen de la selva espesa, los entrañables caminos recorridos en tiempos de guerra los tiene grabados en la memoria como para que perduren para siempre.
Este hombre de sencilla grandeza experimentó lo que pocos combatientes consiguieron: integrar la columna que abrió, bajo el mando de Ernesto Che Guevara, el camino de un proyecto estratégico en África negra, en aras de la liberación de tan preterida área geográfica. Este episodio constituye un viaje en su vida demasiado trascendente, como para olvidar detalle algún.
A los 36 años y cinco meses de ser protagonista de una de las misiones más peligrosas y audaces de los internacionalistas cubanos en África, Agan -su nombre de guerra- tuvo el testimonio de la confianza y aprecio que su jefe le profesaba su humilde persona.
Fue un hijo de Arquímedes quien lo descubrió, leyendo el libro El sueño africano del Che ¿Qué sucedió en la guerrilla congoleña?, escrito por William Gálvez. Exactamente en la página 312, el Guerrillero Heroico lo incluye en una lista que lo enaltece como hombre y como combatiente al servicio de las mejores causas.
"Quisiera dejar aquí los nombres de aquellos compañeros en los cuales siempre sentí que me podía apoyar, por sus condiciones personales, su fe en la revolución y la decisión de cumplir con su deber pasara lo que pasara ... Moja, Mbili, Pombo, Azi, Mafu Tunaini, Ishirini, Tiza, Alau, Aziri, Agan ...", escribía el Che.
Quizás hasta los propios compañeros de trabajo, sus vecinos y personas que lo ven caminar por las calles de la ciudad de Santiago de Cuba donde vive, no conozcan a fondo la historia de Arquímides, quien tuvo el honor de integrar la Columna # 1 que operó bajo las órdenes del carismático guerrillero cubano-argentino, en 1965, en la Cuenca del Río Congo, con un aporte valioso al poner la simiente para la independencia de muchas colonias africanas y la eliminación del apartheid.
En días de evocación de la época en que la columna se puso en marcha y protagonizó hazañas, predicando con el ejemplo y haciendo realidad las ideas de su jefe: "Y mis sueños no tendrán fronteras”, por la mente de Arquímedes desfilan episodios tras episodios, remarcando los momentos más significativos, a 47 años de aquella epopeya.
"Mi vida dio un giro de noventa grados cuando me transformé en pionero del internacionalismo cubano en África, con tres compañeros de armas Herminio Betancourt Rodríguez, Ramón Muñoz Caballero y Israel Reyes Zayas, quien cayó años después como integrante de la guerrilla en Bolivia junto al Che. En aquel momento, era miembro de una unidad de la famosa División 50 del Ejército Oriental, en los históricos Mangos de Baraguá, precisamente el escenario donde ocurrió la viril protesta del patriota Antonio Maceo contra el Pacto del Zanjón, el 15 de marzo 1878, durante la lucha por la independencia del colonialismo español.
"Como militar al fin -rememora-, acostumbrado a la compartimentación, partí sin conocer la misión que iba a cumplir. En la zona de Candelaria, en Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, comenzaron los entrenamientos; me llamó la atención que todos éramos negros, después supe que eso tenía que ver con el destino de la tarea ordenada.
"Un día llegó el Comandante en Jefe Fidel Castro, quien conversó sobre varios temas e hizo prácticas de tiro con nosotros, con tremenda sencillez como si fuera un soldado más. Cuando volvió, a los pocos días, nos explicó sobre la misión, sin muchos detalles; recuerdo que al despedirse, solamente manifestó que tendríamos allá una buena dirección, un compañero con conocimientos y un gran dominio de la lucha."
¿Cómo fue el primer encuentro con el Che?
"José María Martínez Tamayo, que murió como guerrillero también en Bolivia, nos recibió y le dijo: “Tato llegó el grupo”. Ahí fue mi primer encuentro con el Che. Fue una grata sorpresa para mí que no lo conocía personalmente, pero lo admiraba por sus hazañas en la guerra, durante la lucha en nuestro país.
“Lo único que explicó era que la misión era difícil y requería mucho sacrificio. Siete meses de operaciones junto al Che, en circunstancias muy duras, me permitieron conocer a un hombre excepcional, por lo cual me enorgullezco, nunca pensé tener la oportunidad de compartir con él momentos de la lucha de otros pueblos, y cuanto más tiempo pasa, ese privilegio, se acrecienta, y pienso que bien valió la pena”.
¿Cuál fue su principal legado?
"Sus enseñanzas constantes, obraba como un verdadero maestro; desde el primer día recalcó que lo que ocurrió en El Congo fue expresión de la guerra de Cuba, que resultó un proceso mucho más rápido, tanto por la audaz dirección de Fidel como por el valor de los cubanos, circunstancias que hicieron más cercano el momento del triunfo.
“Para el Che, un revolucionario debía mantener una conducta intachable en todos los planos de la vida, y esa es una enseñanza que requiere multiplicarse entre los jóvenes de hoy.
“Lo que más me impactó fue que el compromiso con la lucha estaba por encima de todo, nunca aceptó lo mal hecho, era sumamente exigente; predicaba con el ejemplo, no pidió nunca a sus soldados lo que él no hiciera o estuviera dispuesto a hacer primero. Esa fue la lección que siempre nos dio.
"Todo cuanto aprendí de él trato de transmitirlo a mis hijos, a mi familia, a mi pueblo, porque siento la necesidad y tengo el compromiso de que su ejemplo perdure. Es mi modesta contribución ante la grandeza de haber compartido con un hombre que jamás renunció a la lucha, ni a la idea de la victoria", expresó finalmente este santiaguero que tuvo el privilegio de pelear junto al Che, en lejanas tierras africanas.

martes, 10 de abril de 2012

Cuba y Viet Nam: Dos pueblos y una misma lección

Aída Quintero Dip
Si bien Cuba propinó la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América, el 19 de abril de 1961, Viet Nam, esa lejana tierra del sudeste asiático tan cercana en el corazón de los cubanos; también tuvo su abril de victoria contra los agresores norteamericanos, el 30 de ese mes en 1975.
Como en las arenas de Playa Girón, con su emblemático tanque y Fidel en la primera línea de combate; los vietnamitas inspirados en el legado de Ho Chi Minh, pusieron en acción el suyo, el T-54, señalado con el número 843, símbolo del triunfo cuando hace 37 años fue derribada la verja del paradójicamente llamado Palacio de la Independencia.
Viet Nam había concluido de esa forma una larga historia de dolor y resistencia tras más de un siglo de espera. Se erguía así una nación unida, laboriosa, cohesionada en torno al Partido bajo el ejemplo imperecedero del tío Ho. En la Mayor de las Antillas esa batalla bastó para confirmar ante el mundo la fortaleza de la joven Revolución, victoriosa apenas dos años antes.
Sin proponérselo, el hermano país se convertía en referencia de la capacidad y voluntad de un pueblo para resistir y vencer frente a cualquier agresor, sin importarle su arsenal en armas y agresividad, porque estaba sustentada en los ideales sagrados que defendía.
Una lección que le hacía honor al Héroe Nacional cubano José Martí, quien se había anticipado a su época al advertir: “Resistir vale tanto como acometer”.
La humanidad no debe olvidar ese ejemplo y sí rendir tributo de respeto a un pueblo al que la aviación de los Estados Unidos arrojó durante una década más de 14 millones de toneladas de bombas, cifra que multiplica por 10 las lanzadas en toda la Segunda Guerra Mundial; así como también millones de litros de productos químicos, entre estos el tétrico Agente Naranja, de secuelas imprevisibles que aún padece la sociedad de Viet Nam.
Todavía la memoria colectiva recuerda el 27 de enero de 1973, cuando el gobierno estadounidense puso fin a su participación directa en la guerra, con la firma de los Acuerdos de París, violados casi inmediatamente por los anhelos revanchistas de Washington y punto de partida para la contraofensiva del valiente pueblo, que concluyó con la estampida de Saigón.
Conmueve recordar a los más de 4 millones de muertos, y otras muchas víctimas, como consecuencia de más de una década de guerra, la misma que grandes medios de los Estados Unidos exaltaba primero, con los hechos “gloriosos” de sus soldados; pero después sus derrotas y muertes fueron provocando la decidida oposición de los propios norteamericanos, quienes lo consideraron un conflicto absurdo.
La ferocidad yanqui se estrelló ante la solidaridad internacional, especialmente de Cuba que por Viet Nam estuvo dispuesta a dar hasta su propia sangre; y, sobre todo, encontró su tumba en el espíritu de lucha y ancestral rebeldía de ese pueblo que el 20 de diciembre de 1966 fundó el Frente de Liberación Nacional en el sur, para darles un sentido más integral a su lucha y aspiraciones de independencia.
A 37 años de la victoria contra los agresores yanquis, la humanidad tiene el privilegio de contemplar a un Viet Nam con la heroicidad intacta, reconstruido y mil veces más hermoso, como lo vaticinó Ho Chi Minh. Y la humanidad tiene también ante su vista una importante lección para defender la vida.

lunes, 2 de abril de 2012

Reconoce NY Times que Cuba fue clave para detener cólera en Haití

(Tomado de Cubadebate)
Un extenso reportaje publicado hoy por The New York Times sobre la situación sanitaria en Haití reconoce que la intervención de Cuba fue clave para detectar los primeros casos de cólera, y esencial para el tratamiento de la epidemia, que en 17 meses ha matado a más de 7.050 haitianos y enfermado a más de 531.000, o un 5 por ciento de la población.
El diario afirma que desde el comienzo del brote de la enfermedad, solo la Brigada Médica Cubana y Médicos Sin Fronteras, con financiamiento propio “manejaron la gran mayoría de los casos”. “Nos sentimos bastante solos al principio”, reconoció al diario norteamericano Yann Libessart, portavoz de Médicos Sin Fronteras. “No tenía ningún sentido. Todo el mundo estaba en Haití. Había la mayor densidad de actores humanitarios del mundo, sin embargo los cubanos y nosotros tratábamos al 80 por ciento de los enfermos de cólera “.
Aseguró el diario que el tratamiento ofrecido por los cubanos, que incluía antibióticos entregados gratuitamente a los enfermos, evitó la muerte de más de 1.000 haitianos. ”Autoridades de la salud en el mundo, preocupados por el costo y resistencia a los medicamentos, en un principio estuvieron en contra de aplicar los antibióticos y dijeron que debían reservarse para los casos más graves”.