lunes, 23 de septiembre de 2019

Nadie podrá arrebatarnos la alegría


Aída Quintero Dip

  Por esencia y naturaleza Cuba es un pueblo antimperialista; por las venas de sus hijos corre ese principio como la propia sangre y no es consigna de ocasión, sino una filosofía de vida, sentido de resistencia y salvaguarda de sus más puros ideales.
  El patriotismo de los cubanos tiene una profunda solidez ideológica, se gestó en la manigua redentora con el pensamiento independentista de los mambises e insignes patriotas que empuñaron el machete para conquistar la libertad, dispuestos a esgrimirlo siempre ante quienes querían arrebatarles ese derecho.
  Sobre esa consistente base se fundó un ancestral antimperialismo que ha pasado duras pruebas, pero se mantiene incólume en defensa de la soberanía nacional; está vigente la lección de su primer paradigma, José Martí: “…Viví en el monstruo, le conozco sus entrañas:- y mi honda es la de David…”.

  La intransigencia revolucionaria de este pueblo ha brillado alto, adoptó una posición histórica el 15 de marzo de 1878, cuando Antonio Maceo no se entendió con Arsenio Martínez Campos en los Mangos de Baraguá; para después asegurar: “Quien intente apropiarse a Cuba, solo recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre, si no perece en la lucha.
  Ese sentimiento crece y se fomenta por día en los cubanos, quienes descubrieron, y hasta sufrieron en carne propia, hechos orquestados por las sucesivas administraciones de los Estados Unidos obsesionadas con destruir la Revolución, en su sueño enfermizo por adueñarse de la bella isla.
  Pero sus aspiraciones se han estrellado ante el espíritu indomable de un pueblo que nunca se ha puesto de rodillas ni vulnerado un solo principio; el Comandante en Jefe Fidel Castro lo acuñó: “Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie".
  Los cubanos cuentan con una herencia antimperialista que tiene muchos nombres y constituyen ejemplos como Ernesto Che Guevara, expresión más alta del internacionalismo, quien legó para todos los tiempos su "No se puede confiar en el Imperialismo pero, ni tantico así".
  Esa postura identifica a Cuba ante el mundo, la ostentan los hijos de esta tierra con honor y constancia; representa una coraza ante el bloqueo económico, financiero y comercial de EE.UU. que se recrudece por minuto contra esta nación para doblegarla.

  Los cubanos tienen memoria, saben dilucidar y entender que a esa política criminal, injusta y hostil responden las principales dificultades que atraviesa el país, impidiendo su avance y desarrollo y perjudicando la vida normal de sus ciudadanos.
  Por eso el apoyo a la Revolución ante el anuncio del presidente cubano Miguel Díaz-Canel de la situación energética coyuntural, debido a maniobras de la administración norteamericana; y las medidas para salir adelante, pese a las circunstancias en que se debe actuar, trabajar y vivir.
  Para disgusto del imperio, la población muestra su tradicional confianza en la obra de la Revolución. Y a Trump le salió otra vez el tiro por la culata, no lograrán hacerle creer a un pueblo de cultura política como el nuestro, que esas condiciones son fruto de ineptitud del Gobierno.
  Este es un pueblo capaz de enfrentar dificultades y participar creadoramente en la solución de sus problemas, como lo ha manifestado, gracias al espíritu de unidad nacional y postura digna en defensa de su integridad ante las continuas y cada vez más agresivas acciones del gobierno norteño, y de su actual mandatario Donald Trump.
  No habrá mejor manera de ratificar la inclaudicable posición de esta pequeña Isla y de salir adelante, que pensar y actuar como país como nos ha pedido Díaz-Canel, con la certeza de que nadie podrá arrebatarnos la alegría y el empeño hermoso de construir un mejor país para todos. 

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