domingo, 28 de julio de 2019

Fidel y Chávez pusieron luces en el corazón de América



Aída Quintero Dip

  Dos líderes y revolucionarios excepcionales que pusieron luces en el corazón de América e iluminaron también el mundo, como Fidel Castro y Hugo Chávez,  vivieron experiencias únicas en defensa de sus ideales y cultivaron una amistad entrañable, de afectos y sincero cariño.
   Historias recopiladas en el libro Cuentos del Arañero, de los periodistas cubanos Orlando Oramas y Jorge Legañoa - publicado en 2012- hablan del vínculo de padre e hijo entre estos dos hombres de talla universal.
   Por ejemplo, en una que tituló ¡El colmo de los colmos!  el Comandante bolivariano revela detalles del día que tuvo deseos de lanzar a Fidel al agua y lo evoca  como un hombre interrogador insaciable que no se queda con ninguna duda y trata de ir más allá de la respuesta que se le pueda dar porque como muchos han subrayado, Fidel es Fidel.
   Resulta que estaban en el lago navegando en canoa en el estado de Bolívar cuando cumplió 75 años y lo volvió loco a preguntas me dijo: “Chávez, ¿qué velocidad tú crees que trae el agua allá en la cascada?”. Me dieron ganas de empujarlo al agua. ¿Qué voy yo a saber?
   “Calcula, echa un cálculo allí de cuando viene cayendo el agua, no es muy difícil, tú haces así y más o menos calculas. Calcula tú”, me dijo: “Debe venir como a 300 kilómetros por hora y cuando está llegando abajo 350”, respondí.
    Pero después me dice: “¿Y qué profundidad tendrá este lago?”. “Tendrá como 15 metros”, yo inventando. “¿Y la temperatura del agua?”.
   “Bueno, no sé, chico, será como 20 grados”. Entonces, mete el dedo en el agua y dice: “No, 17,5 grados”. ¡El colmo de los colmos! ¡El preguntador sin fin!    
Comandantes, anécdotas de Hugo Chávez y Fidel Castro.
  Es una parte jocosa de una relación muy especial en la vida de quienes dieron voz, oportunidades y derechos, como gestores y artífices de verdaderas revoluciones con el mérito indiscutible de la inclusión y atención a todos los sectores de la sociedad.
  Fue mucho el amor que cimentaron en su pueblo hacia el prójimo, la justicia y la paz. Por su carisma y estirpe guerrera se crecieron ante la adversidad, garantía de que continuarán  siendo bandera de lucha al paso de los siglos.
  Hoy se honra a dos hombres de corazón bueno, de mirada profunda, analítica, que supieron ser como Simón Bolívar,  gigantes de nuestro continente para unirnos, robustecernos y dar luz al Alba y a la Celac como inspiradores e impulsores de la integración latinoamericana para hacer realidad los sueños del Libertador.
   Como líderes brillaron en las batallas internacionales frente al imperialismo, persistiendo en los ideales de unidad de las fuerzas revolucionarias; amaron, protegieron, alertaron, denunciaron, defendieron y salvaron a su pueblo con la misma pasión y firmeza que en tribunas de la ONU desafiaron las más insospechadas barreras y afianzaron la fe en el futuro.
  Los sentimientos de lealtad y responsabilidad  que sembraron ante la Revolución Bolivariana de Chávez y la Revolución cubana de Fidel y sus pueblos seguirán fructificando en Venezuela y Cuba, donde el compromiso de llevar a la práctica su legado y ensanchar su concepto de Patria Grande crece por minuto.
  Es que Hugo Chávez y Fidel Castro son pueblo, Patria, leyenda; continuarán haciendo lo que falta por hacer en América todavía, construyendo sueños junto al Libertador.
 Ícono de afanes por el mejoramiento humano, con un discurso creíble en defensa de los más necesitados, legaron una obra invicta que trascenderá la época como sembradores de ideas que acercan los amaneceres y los nuevos caminos. 
  Venezuela es el techo de América Latina y no el patio trasero de los Estados Unidos, como siempre reiteró Chávez, y Cuba es esa tierra que hizo una Revolución más grande que nosotros mismos con Fidel a la cabeza que se ha mantenido erguida, sin vulnerar un solo principio en más de 50 años de genocida e ilegal bloqueo económico, comercial y financiero.
  Y sus continuadores que son muchos, asumirán su herencia, sus retos y los proyectos de quienes protagonizaron una extraordinaria batalla durante su fecunda vida y que ya hicieron su entrada en la historia como próceres de la América nuestra.
  En los testimonios de sus compatriotas, paradójicamente el criterio más repetido es que Chávez vive y vivirá en el alma de la Patria, mientras Yo soy Fidel dicen los cubanos en presente porque ya lo dijo el cantor venezolano Alí Primera: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”.
  Se les recuerda enardecidos, persuasivos, elocuentes; amorosos, dialogando con la gente; con la sonrisa franca, alegría y optimismo ante la vida; ingeniosos y felices  jugando pelota en La Habana; hablando desde las raíces de los Andes.
  Para estadistas, religiosos e intelectuales son referentes históricos ineludibles para los pueblos del mundo, en tanto eligieron el rumbo bajo la estrella que ilumina y mata, como diría el poeta, consciente de que: “Es la hora de los hornos y no se ha de ver más que la luz”.
  Inspiran los más hermosos sentimientos, lo lloran y rwecuerdan como un padre o un hijo, lo veneran como libertadores a quienes regalaron su pasión por una sociedad más justa, donde los humildes también tuvieran su lugar y sus derechos, porque en cada obra de beneficio social para su país y la América, laten y pulsarán siempre sus nobles corazones.
 Ícono de afanes por el mejoramiento humano, con un discurso creíble en defensa de los más necesitados, dejó una obra invicta que trascenderá la época como sembrador de ideas que acercan los amaneceres y los nuevos caminos. 
  Este elogio de José Martí al venezolano Cecilio Acosta, bien podría ser dedicado tanto a  Chávez como a Fidel:
   “Amó, supo y creó. Limpió de obstáculos la vía. Puso luces. Vio por sí mismo. Señaló nuevos rumbos. Le sedujo lo bello; le enamoró lo perfecto; se consagró a lo útil. Habló con singular maestría, gracia y decoro; pensó con singular viveza, fuerza y justicia. Sirvió a la Tierra y amó al Cielo. Quiso a los hombres, y a su honra. Se hermanó con los pueblos y se hizo amar de ellos…
  “Abrió vías, que habrán de seguirse; profeta nuevo, anunció la fuerza por la virtud y la redención por el trabajo…Los que le vieron en vida, le veneran; los que asistieron a su muerte, se estremecen. Su patria, como su hija, debe estar sin consuelo…”

sábado, 27 de julio de 2019

Con intensidad se vivió en Santiago otro amanecer del 26 de Julio


Aída Quintero Dip
   Otro amanecer glorioso del 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, vivieron este viernes con intensidad los santiagueros, orgullosos de ofrendar a los héroes y mártires de la gesta de 1953 una obra conquistada y renovada en 60 años de victoria revolucionaria.
  Es convicción de su pueblo que Santiago de Cuba siempre está en 26, pero cuando llega este día de julio es como si se revitalizara con mayor fuerza el espíritu creador de sus hombres y mujeres, en pos de nuevas metas y de nuevos desafíos para aportar al avance de la nación. 
  Ya es 26 de Julio y los testigos más cercanos de la epopeya se  afanaron en  cumplir los compromisos con la fecha patria, sobre todo, con las obras en ejecución para saludar la proeza y homenajear a los moncadistas, el más digno tributo que puede hacerse en aras de mejorar la calidad de vida del pueblo.
  En el aniversario 66 de la hombrada heroica, cuyo honor de la celebración nacional mereció la provincia de Granma; en la indómita tierra se hizo realidad la convocatoria de multiplicar la laboriosidad y generosa entrega de su gente, para multiplicar también los resultados en beneficio del desarrollo y de la sociedad.
  Haciendo honor a tanta historia los hijos e hijas de la heroica ciudad recibieron  inspirados su fecha cumbre y le regalan un pueblo cohesionado, de solidez ideológica, capaz de vencer cualquier escollo para mantener invicta la Revolución, por la cual muchos compatriotas dieron su sangre.
   Santiago de Cuba ya nunca fue la misma después del asalto al Moncada; ahora, a 66 años de la osadía de los jóvenes de la Generación del Centenario, tampoco es la misma; sus hombres y mujeres renuevan cada amanecer de esta tierra de tan amorosa dedicación, y la hacen crecer para que su rebeldía, hospitalidad y heroicidad sean eternas.
  El ejemplo de Fidel está más vivo que nunca en este bastión que nunca  le ha fallado a la Patria; elegido por él y sus compañeros de lucha, conociendo de antemano su hidalguía, para protagonizar el ataque a una de las fortalezas militares más importantes de la tiranía de Batista.
  Desde entonces y siempre la indómita urbe ha sido pilar insustituible de la nación, inspiración perenne para el pueblo tanto en los tiempos de incertidumbre y zozobras como en los de triunfo y gloria, con una fidelidad a toda prueba que la enaltece y la honra.
  Hoy los santiagueros siguen creando con optimismo la gran obra colectiva seguros de un prometedor futuro, porque la Patria cuenta  todavía con  brazos  veteranos para defenderla junto a los pinos nuevos que crecen vigorosos.
  La convicción  de la  continuidad e irreversibilidad del proceso revolucionario constituye una garantía  de que Cuba marcha infalible hacia adelante, y que ni Título III ni la injerencista e inaceptable Ley Helms-Burton podrá detener su camino ni destruir su historia.
  Este es un pueblo de paz, pero quien ose pisar su suelo en son de guerra se estrellará con el calibre de los cubanos para salvaguardar su soberanía, y escuchará bien alto el épico poema “Ya estamos en combate” que retumbará como cada mañana de la Santa Ana en los muros del Moncada.

viernes, 26 de julio de 2019

Ante la Helms-Burton, un pueblo dispuesto a pensar como país

Aída Quintero Dip
   Muchos compatriotas aún recuerdan la conmoción vivida en el
aniversario 20 de la epopeya del Moncada, el 26 de julio de 1973, en
el mismo escenario de los hechos, en Santiago de Cuba, cuando el
Comandante en Jefe Fidel Castro citó los encendidos versos del poeta
revolucionario Rubén Martínez Villena.
  “Hace falta una carga para matar bribones, para acabar la obra de
las revoluciones; para vengar los muertos, que padecen ultraje, para
limpiar la costra tenaz del coloniaje; para poder un día, con
prestigio y razón, extirpar el Apéndice de la Constitución;…” Y
concluyó Fidel emocionado, ante los cerrados aplausos y vítores del
pueblo: “Desde aquí te decimos Rubén que el 26 fue la carga que tú
pedías”.
  Ese gesto altruista de la Generación del Centenario al enfrentar la
dictadura en la segunda fortaleza militar del país, encendió la llama
que alimentó la lucha hasta el triunfo definitivo y simboliza el
pensamiento anticipador de José Martí de que el verdadero hombre no
mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.
  Constituyó el ideario martiano el aliento político e ideológico que
impulsó la lucha de liberación nacional, con un basamento auténtico y
propuestas concretas para propiciar la transformación radical de la
nación y el pueblo pudiera acceder a la educación, la cultura, la
salud; tener un trabajo decoroso y elevar su nivel y calidad de vida.
   Y la Revolución en el poder cumplió y sobrecumplió el Programa del
Moncada contenido en la histórica autodefensa del joven abogado Fidel
Castro y conocido como La historia me absolverá, expuesto en el juicio
el 16 de octubre de 1953, que siguió a la heroica acción
revolucionaria del 26 de julio de ese año.
  Su mensaje hizo enmudecer a los adversarios dado el valor humano,
testimonial y de denuncia, impactante por sus argumentos y las
acusaciones que entrañaba, sobre la situación en la Isla en la seudo
república, lo que define las características y magnitud del Programa
de la Revolución que avizoró un porvenir mejor para los cubanos.
   Hoy el país está a la altura de las exigencias del indicador del
desarrollo humano que elabora cada año Naciones Unidas: vida larga y
saludable, conocimientos y nivel de vida digno; y su origen fue el
Programa del Moncada cumplido por la Revolución y afianzado por la
nueva Carta Magna proclamada Con todos y para el bien de todos.
   Esa es la obra de 60 años cimentada con trabajo que sucesivas
administraciones de Estados Unidos han tratado de destruir, pero a
contrapelo la Revolución sigue viva, altiva y empeñada en edificar el
socialismo próspero y sostenible, como ha reiterado el General de
Ejército Raúl Castro, uno de los osados asaltantes al cuartel Moncada.
  Su historia, el ejemplo, sus logros es lo que quiere destruir la Ley
Helms-Burton, pero su contraparte de la isla,  la Ley de Reafirmación
de la Dignidad y Soberanía Cubana tiene a la soberanía como  primera
prioridad del Estado, un concepto y una convicción clave que se
replica hoy desde la Punta de Maisí hasta el Cabo de San Antonio.
  Desde que se activó el Título III de la normativa estadounidense,
hijos e hijas de esta tierra irredenta ratifican que la Revolución ha
dado sentido a su vida y nada ni nadie podrá arrebatarles lo
alcanzado con tanto sacrificio en esta isla libre e independiente.
  Cuba es nuestra, nadie puede reclamar derecho alguno sobre nuestras
tierras, escuelas, universidades, hospitales, viviendas, centros
productivos y científicos, es la voz que se multiplica por doquier.
  Se evoca con fuerza el pensamiento emancipador de los próceres de la
Patria. El Lugarteniente General Antonio Maceo enseñó que quien
intente apropiarse a Cuba, solo recogerá el polvo de su suelo anegado
en sangre si no perece en la lucha, mientras tiene plena vigencia la
postura valiente de Fidel, quien reiteró siempre que primero se
hundirá la isla en el mar ante que consintamos ser esclavos de nadie.
  Plan contra plan aprendimos de Martí, valioso arsenal en nuestras
manos para las batallas actuales que se pone de manifiesto en la total
condena a la ilícita Ley Helms-Burton, de marcado carácter
injerencista, inaplicable y sin valor ni efecto jurídico alguno, tal y
como recoge la Ley de Reafirmación de la Dignidad y Soberanía Cubana.
  Al rechazar ese engendro de EE.UU.  se señala que la legislación es
un instrumento político de la agresión de ese país contra Cuba, y se
patentiza con fuerza la convicción de defender la verdad de la nación
ante las nuevas circunstancias de recrudecimiento del criminal bloqueo
económico, financiero y comercial y medidas de todo tipo.
  En la Patria de Martí y Fidel  el pueblo no está de brazos cruzados ante tal
infamia, sigue entregado  en cuerpo y alma al servicio de la nación
y espera inspirado su fecha cumbre, el 26 de Julio, más
cohesionado y dispuesto a pensar como país, a pensar Cuba.

jueves, 25 de julio de 2019

Santiago de Cuba vibra al compás de estos tiempos


Aida Quintero Dip  Fotyo: Miguel Rubiera Jústiz 

   Pasan los años y cada vez se acentúa con mayor fuerza esa majestuosidad que encumbra y honra a Santiago de Cuba, una de las siete primeras villas fundadas por Diego Velázquez, en 1515; la tierra que en el devenir histórico de la nación entregó sus mejores hijos y dio a la Patria lecciones de heroísmo y gloria.
      Se yergue en 2019 como una urbe vetusta y renovada para perpetuar la memoria y cual museo a cielo abierto, que enamora a los visitantes y a quienes la habitan, por sus tipologías arquitectónicas, valores histórico-patrimoniales e idiosincrasia de su gente llana y afectuosa.
      Ese acervo de historia, heroicidad y rebeldía que aviva el corazón de sus nativos se acrecienta en cada época y ante cada generación, mucho más en estos tiempos en que se aprestan a celebrar el aniversario 504 de la otrora villa, el venidero el 25 de julio.
      Regalos bien ganados son las obras que se levantan para beneficio del desarrollo socioeconómico y para elevar el nivel de vida de su pueblo, que imprimen un sello de crecimiento, renovación y modernidad que realzan la legendaria localidad, ejemplo de acendrado patriotismo para la isla.
Sus hijos e hijas se vanaglorian de vivir en una tierra donde siempre es 26, digna de la gesta de 1953, pero cuando el calendario marca ese primer día de enero de 1959 el aire de grandeza señorea y sus hombres y mujeres se consagran con más pasión al trabajo y a la innovación.
     Ha  sido dignificada con las más altas condecoraciones: Título Honorífico de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio  Maceo, recibidas de manos de un hijo bueno que le dio las gracias por su ejemplo y apoyo en las jornadas difíciles de la guerra y en las de consolidación de un socialismo próspero y sostenible.
      Santiago de Cuba es también un retrato que conserva su pasado con el Castillo del Morro San Pedro de la Roca, Patrimonio de la Humanidad; su Ayuntamiento, uno de los primeros de América emplazado por Hernán Cortés, donde Fidel proclamó la libertad definitiva; e importantes museos como el Emilio Bacardí, primero fundado en Cuba.
      Cual reliquia está el Museo 26 de Julio, en el antiguo Cuartel Moncada, y su venerado cementerio Santa Ifigenia con los restos del Héroe Nacional José Martí, de veteranos de la guerra de independencia, mártires de la gesta de 1953, de la clandestinidad y de toda la etapa de lucha insurreccional e internacionalistas.
Desde el cuatro de diciembre de 2016 creció la dimensión de ese altar de la Patria, al atesorar en un monolito las cenizas del eterno líder de la Revolución cubana Fidel Castro, para estar bien cerca de los fundadores de la nación, Martí y Carlos Manuel de Céspedes, y también de Mariana Grajales.
      “Donde no hay una piedra que no haya sido pedestal de un héroe”, su pueblo bebe cada día de la savia de insignes hijos como Antonio Maceo, Guillemón Moncada y Frank País, dispuesto a cantarle, quererla siempre y entregarle el sudor y la sangre cuando haga falta, como dijo el poeta.
      Con sus puertas abiertas a la guitarra y sus casas que nunca se cerraron para dar abrigo a los revolucionarios perseguidos, Santiago no es solo museos y gloriosa historia, vibra al compás de estos tiempos, al ritmo de la Revolución, defendiendo, construyendo, creando para enaltecerla.
      Inspiración ayer y hoy es Santiago, donde su pueblo siempre ha respondido, ha sido fiel y ha multiplicado sus energías y motivaciones cuando a la Patria le ha hecho falta, como el espejo donde se miren los compatriotas para seguir forjando un mejor país para todos.