Aída Quintero Dip
Otro amanecer glorioso del 26 de Julio, Día de
la Rebeldía Nacional, vivieron este viernes con intensidad los santiagueros,
orgullosos de ofrendar a los héroes y mártires de la gesta de 1953 una obra
conquistada y renovada en 60 años de victoria revolucionaria.
Es convicción de su pueblo que
Santiago de Cuba siempre está en 26, pero cuando llega este día de julio es
como si se revitalizara con mayor fuerza el espíritu creador de sus hombres y
mujeres, en pos de nuevas metas y de nuevos desafíos para aportar al avance de
la nación.
Ya es 26 de Julio y los testigos más cercanos
de la epopeya se afanaron en cumplir los compromisos con la fecha patria, sobre
todo, con las obras en ejecución para saludar la proeza y homenajear a los
moncadistas, el más digno tributo que puede hacerse en aras de mejorar la
calidad de vida del pueblo.
En el aniversario 66 de la hombrada heroica, cuyo
honor de la celebración nacional mereció la provincia de Granma; en la indómita
tierra se hizo realidad la convocatoria de multiplicar la laboriosidad y
generosa entrega de su gente, para multiplicar también los resultados en beneficio
del desarrollo y de la sociedad.
Haciendo honor a tanta historia los
hijos e hijas de la heroica ciudad recibieron
inspirados su fecha cumbre y le regalan un pueblo cohesionado, de
solidez ideológica, capaz de vencer cualquier escollo para mantener invicta la
Revolución, por la cual muchos compatriotas dieron su sangre.
Santiago de Cuba ya nunca fue la misma después
del asalto al Moncada; ahora, a 66 años de la osadía de los jóvenes de la
Generación del Centenario, tampoco es la misma; sus hombres y mujeres renuevan
cada amanecer de esta tierra de tan amorosa dedicación, y la hacen crecer para
que su rebeldía, hospitalidad y heroicidad sean eternas.
El ejemplo de Fidel está más vivo que
nunca en este bastión que nunca le ha
fallado a la Patria; elegido por él y sus compañeros de lucha, conociendo de
antemano su hidalguía, para protagonizar el ataque a una de las fortalezas
militares más importantes de la tiranía de Batista.
Desde entonces y siempre la
indómita urbe ha sido pilar insustituible de la nación, inspiración perenne
para el pueblo tanto en los tiempos de incertidumbre y zozobras como en los de
triunfo y gloria, con una fidelidad a toda prueba que la enaltece y la honra.
Hoy los santiagueros siguen creando
con optimismo la gran obra colectiva seguros de un prometedor futuro, porque la
Patria cuenta todavía con brazos veteranos para defenderla
junto a los pinos nuevos que crecen vigorosos.
La convicción de la
continuidad e irreversibilidad del proceso revolucionario constituye una
garantía de que Cuba marcha infalible hacia adelante, y que ni Título III
ni la injerencista e inaceptable Ley Helms-Burton podrá detener su camino ni
destruir su historia.
Este es un pueblo de paz, pero
quien ose pisar su suelo en son de guerra se estrellará con el calibre de los
cubanos para salvaguardar su soberanía, y escuchará bien alto el épico poema “Ya
estamos en combate” que retumbará como cada mañana de la Santa Ana en los muros
del Moncada.
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