martes, 24 de septiembre de 2019

Nuris y el placer de barrer la calle Enramadas


 
Aída Quintero Dip Foto: Miguel Rubiera Jústiz

   El calificativo ganado por la barrendera Nuris Zayas Quesada de
guardiana de la limpieza en la calle Enramadas, en Santiago de Cuba,
está muy bien justificado porque ella no solo se esmera en la faena,
sino que influye en sus coterráneos para mantenerla pulcra e higiénica
como merece la importante arteria de la Ciudad Héroe.
  Un oficio algo inusual para una mujer en tiempos de oportunidades
disímiles para dedicarse a otras labores igualmente útiles y más
reconocidas; sin embargo, ella lo asume con placer y donaire, a lo
cual se suma el criterio unánime de quienes laboran a su lado de que
ese puesto le queda a la medida.
  “Yo vivo en Carretera de Ciudamar, un poco lejos del centro de la
urbe cabecera pero nunca llego tarde a mi trabajo, soy puntual y muy
disciplinada, lo hago con calidad, siempre estoy dispuesta a ir a
donde más me necesiten, si alguien se enferma o se va de vacaciones,
ahí estoy yo para que no deje de cumplirse la tarea”, dijo con
desenfado.
  Esas son virtudes que le han abierto todas las puertas, por eso
Nuris goza de una confianza total de los otros barrenderos y de
quienes disfrutan la limpieza de la legendaria localidad oriental, que
“con esa historia tan rica merece estar reluciente para que pueda
mostrarse mejor a los santiagueros y a los visitantes”, expresa sin
dejar la escoba.
  Su autoestima siempre está elevada, no le apena estar en tales
trajines  mientras otros van y vienen del brazo de sus enamorados, con
sus compras, con sus hijos de mano en son de paseo, y es que se siente
parte de esa felicidad solo posible en un entorno agradable y limpio,
según confiesa.
  Desde los 21 años Nuris está vinculada a las labores de áreas verdes
en Servicios Comunales, primero en la limpieza de los parques y hace
un año  integra un proyecto para la atención de la emblemática calle
Enramadas, de Santiago de Cuba, un puesto que se ha ganado sobre la
base de buen oficio y consagración.
  “Necesitaba trabajar, explica, era la única opción en aquel momento,
pero no me arrepiento de haberla escogido. Ya llevo más de 25 años y
le he tomado  amor a mi trabajo, sé que es necesario, las personas lo
agradecen y la mayoría cuida lo que tú haces con tanto interés”.
  Tenía también la influencia de su madre Rafaela, ya jubilada,
barrendera por muchos años, de quien aprendió que era un trabajo
honrado como cualquiera y que lo importante en la vida es ser útil y
amar lo que una hace.
  Sin buscar recompensas ni méritos los ha tenido, como premio a su
buen  desempeño y dedicación resultó mejor trabajadora por dos años
consecutivos y va por más; además,  le han hecho homenajes, obsequios y 
regalado flores que le provocaron hasta lágrimas de alegría y felicidad, pues
 considera que sencillamente cumple con su deber.
  Cuenta feliz que sus hijos están orgullosos de ella, no sienten
vergüenza porque sea barrendera, más bien la estimulan: “La vida me
ha premiado con ellos: ya María Alejandra está en noveno grado y Julio
Alejandro terminó un técnico de nivel medio, y son unos muchachos muy
buenos”.
  En la dirección santiaguera de Servicios Comunales nadie se
sorprende si usted pregunta por Nuris Zayas Quesada para hacerle una
entrevista. Se la merece, es una trabajadora vanguardia y muy buen ser
humano, es la respuesta casi unánime que se recibe.
  La representante de su área de labor, Mirtha Lozada, pondera sus
cualidades: “Se desempeña con mucha calidad y es la disciplina en
persona, fíjese que cuando me tengo que ausentar por alguna causa,
invariablemente me sustituye como jefa de brigada y la respetan, la
siguen porque es primera en el ejemplo”.
   Para el final del encuentro con esta laboriosa santiaguera, ella
reservó una sorpresa: “En el periódico Sierra Maestra me hicieron una
entrevista por ser destacada y un día en mi propio puesto de trabajo
tuve la oportunidad de enseñársela al primer secretario del Partido en
la provincia de Santiago de Cuba, Lázaro Expósito Canto, y él me
felicitó y abrazó con mucho cariño.
  “Ese fue un gran estímulo para seguir barriendo con orgullo la calle
Enramadas de mi Santiago, un lindo premio que me emocionó y guardo
entre los momentos inolvidables de mi vida”, manifiesta con su
proverbial modestia.

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