Eduardo
Palomares Calderón
Quiso
la historia que desde la llegada por vez primera, próximo a cumplir los siete
años de edad, de Fidel Castro Ruz a Santiago de Cuba, quedaran sellados
eternamente el decursar de la indómita ciudad y la impresionante vida de aquel
niño nacido en Birán el 13 de agosto de 1926.
Los
rasgos de rebeldía, el carácter humano y solidario, la sencillez y el coraje
fueron, junto a su paso por el Colegio de los Hermanos La Salle, el Colegio de
Dolores y el Instituto de Segunda Enseñanza, las excursiones por la bahía y las
montañas, lo que identificaría tanto al líder de la Revolución con el pueblo
santiaguero.
Cumplidos
los 16 años marcharía a continuar estudios en La Habana, pero una década
después retornaría seguro de que el pueblo santiaguero lo secundaría en el
asalto a la historia el 26 de julio de 1953, como bien señaló durante el juicio
por aquellos hechos en su alegato La historia me absolverá.
“¿Quién
duda del valor, el civismo y el coraje sin límites del rebelde y patriótico
pueblo de Santiago de Cuba? Si el Moncada hubiese caído en nuestras manos
¡hasta las mujeres de Santiago de Cuba hubiesen empuñado las armas! ¡Muchos
fusiles se los cargaron a los combatientes las enfermeras del Hospital Civil.
Ellas también pelearon. Eso no lo olvidaremos jamás!”.
Y
no se equivocaba, porque sin conocer su identidad el pueblo protegió a los
asaltantes. Vilma Espín, Asela de los Santos y otras estudiantes universitarias
mostraron ante los muros de la fortaleza su indignación por los crímenes, y
Frank País, quien logró entrar, quería armas para enfrentar la represión de las
fuerzas del régimen.
Y
es cierto que no lo olvidaría, porque ya en México confió al propio Frank las
acciones en apoyo al desembarco del Granma, que Santiago respondería levantado
en armas, estrenando el uniforme verde olivo, derramando la sangre generosa de
sus mejores hijos, y después como retaguardia segura de la guerrilla en la
Sierra.
Tras
la huida del tirano, bien sabía Fidel que los santiagueros enfrentarían a
quienes pretendían escamotear la victoria: “Santiago de Cuba: Aún no eres
libre. Ahí están todavía en las calles los que te han oprimido durante siete
años (…) Santiago de Cuba, serás libre porque te lo mereces más que ninguna (…)
Santiago de Cuba, contamos con tu apoyo”.
El
pueblo tomó las calles y aguardó en el Parque Céspedes la proclamación del
triunfo de la Revolución. Al asomarse al balcón del Ayuntamiento desde lo más
profundo de su corazón el querido líder expresó: “¡Al fin hemos llegado a
Santiago de Cuba! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado…”.
Sus
grandes obligaciones no impidieron la hermosa complicidad. Una y otra vez volvería
para rendirle tributo en el cementerio Santa Ifigenia al Apóstol José Martí y a
los hermanos caídos, para visitar obras, acompañando mandatarios, o por el
necesario contacto con su pueblo.
El
11 de marzo de 1959 lo confesaría ante una concentración en la Avenida
Michelsen: “… ¡mi corazón, mi vida, están unidos a esta ciudad… Un especial
sentimiento me invade cuando estoy aquí, una especial emoción me invade cuando
estoy aquí entre los santiagueros y aquí hago estas confesiones que me salen
del alma.
“Aquí
tengo que decir lo que siento por el pueblo. Aquí tengo que expresar toda la
tristeza que siento al no poder hacer más, ante la convicción que tengo de que
es imposible que todo salga bien y perfecto (…) Me voy de Oriente llevándome lo
que me he llevado siempre de Oriente: ¡el espíritu de lucha, la rebeldía, la
energía, la fuerza…
“Nací
en esta provincia, en esta provincia luché, en esta provincia fui derrotado, en
esta provincia volví a la lucha, en esta provincia vencí, en esta provincia
vendré a luchar cuantas veces sea necesario. Y si es preciso venir a morir, ¡en
esta provincia vendré a morir!…”.
No en vano, en uno de los más difíciles momentos, como fue la caída del campo socialista, volvió un 1ro. de enero al balcón de la victoria revolucionaria a proclamar la consigna de Socialismo o Muerte, previo a la celebración también en esta ciudad del histórico 4to. Congreso del Partido, el 10 de octubre de 1991.
No en vano, en uno de los más difíciles momentos, como fue la caída del campo socialista, volvió un 1ro. de enero al balcón de la victoria revolucionaria a proclamar la consigna de Socialismo o Muerte, previo a la celebración también en esta ciudad del histórico 4to. Congreso del Partido, el 10 de octubre de 1991.
Nunca
antes el magno evento había salido de la capital del país, y a diferencia del
traje de gala que vestiría en las tres ocasiones anteriores, Fidel vendría con
el legendario uniforme de campaña a repicar en la histórica fecha las campanas
traídas al Teatro Heredia desde las históricas ruinas del ingenio La Demajagua.
Casi
exactamente diez años después, al inaugurar el 14 de octubre del 2001 la
Escuela de Trabajadores Sociales que llevaría el nombre del inolvidable Frank
País, reiteraría sus sentimientos: “Aquí viví buena parte de mi vida, aquí
luchamos, aquí iniciamos la lucha final para la liberación que hoy con tanto
ahínco defendemos. De aquí partimos, pero jamás lo olvidamos”.
Fiel
a ello, el siempre electo diputado al Parlamento cubano y delegado a todos los
congresos del Partido por Santiago de Cuba, nunca ha dejado de estar al tanto
de afectaciones por huracanes, epidemias, movimientos sísmicos, y la sequía,
del embellecimiento de la ciudad y de su equipo de pelota.
Para
el más querido de los santiagueros, la Asamblea Municipal del Poder Popular
reservó la Réplica del Machete de Antonio Maceo, el Escudo de la Ciudad, y el
Reconocimiento Especial por la Heroicidad y el Ejemplo, que le fueran enviados
el pasado año, en ocasión del aniversario 500 de Santiago de Cuba.
Merecedor
de mucho más, está en el corazón del pueblo que no olvida las emotivas palabras
dirigida a la que llamó “Capital Moral de la Revolución”, al entregarle el 1ro.
de enero de 1984, aniversario 25 del triunfo de la Revolución, el Título
Honorífico de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo:
“¡Santiago
de Cuba!
“Tú
nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada,
nuestro 30 de Noviembre, nuestro Primero de Enero. A ti te honramos
especialmente hoy y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza
en ti.
“¡Que
siempre sean ejemplo de todos los cubanos, tu heroísmo, tu patriotismo y tu
espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo
lo que aquí aprendimos!: Patria o Muerte.
“¡Que
siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero!: La
Victoria.
“¡Gracias
Santiago!”.
Ahora
en que para orgullo de todos los cubanos se celebra el 90 cumpleaños de Fidel,
los investigadores locales aseguran que han sido 152 sus visitas a esta ciudad.
Lo cierto es, que desde que descendió del tren aquella noche de mayo o junio de
1933, el eterno santiaguero nacido en Birán jamás la ha abandonado.
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