martes, 9 de agosto de 2016

El eterno santiaguero nacido en Birán



Eduardo Palomares Calderón
Quiso la historia que desde la llegada por vez primera, próximo a cumplir los siete años de edad, de Fidel Castro Ruz a Santiago de Cuba, quedaran se­llados eternamente el de­cursar de la indómita ciudad y la impresionante vida de aquel niño nacido en Birán el 13 de agosto de 1926.
Los rasgos de rebeldía, el carácter humano y solidario, la sencillez y el coraje fueron, junto a su paso por el Colegio de los Hermanos La Salle, el Colegio de Dolores y el Instituto de Segunda Enseñanza, las excursiones por la bahía y las montañas, lo que identificaría tanto al líder de la Revolución con el pueblo santiaguero.
Cumplidos los 16 años marcharía a continuar estudios en La Habana, pero una década después retornaría seguro de que el pueblo santiaguero lo secundaría en el asalto a la historia el 26 de julio de 1953, como bien señaló durante el juicio por aquellos hechos en su alegato La historia me absolverá.
“¿Quién duda del valor, el civismo y el coraje sin límites del rebelde y patriótico pueblo de Santiago de Cuba? Si el Moncada hubiese caí­do en nuestras manos ¡hasta las mujeres de Santiago de Cuba hubiesen empuñado las armas! ¡Muchos fusiles se los cargaron a los combatientes las enfermeras del Hospital Ci­vil. Ellas también pelearon. Eso no lo olvidaremos jamás!”.
Y no se equivocaba, porque sin conocer su identidad el pueblo protegió a los asaltantes. Vilma Espín, Asela de los Santos y otras estudiantes universitarias mostraron ante los mu­ros de la fortaleza su indignación por los crímenes, y Frank País, quien logró entrar, quería armas para enfrentar la represión de las fuerzas del régimen.
Y es cierto que no lo olvidaría, porque ya en México confió al propio Frank las acciones en apoyo al desembarco del Granma, que San­tiago respondería levantado en armas, estrenando el uniforme verde olivo, derramando la sangre generosa de sus mejores hijos, y después como retaguardia segura de la guerrilla en la Sierra.
Tras la huida del tirano, bien sabía Fidel que los santiagueros enfrentarían a quienes pretendían escamotear la victoria: “Santiago de Cuba: Aún no eres libre. Ahí están todavía en las calles los que te han oprimido durante siete años (…) Santiago de Cuba, serás libre porque te lo mereces más que ninguna (…) Santiago de Cuba, contamos con tu apoyo”.
El pueblo tomó las calles y aguardó en el Parque Céspedes la proclamación del triun­fo de la Revolución. Al asomarse al balcón del Ayuntamiento desde lo más profundo de su corazón el querido líder expresó: “¡Al fin he­mos llegado a Santiago de Cuba! Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado…”.
Sus grandes obligaciones no impidieron la hermosa complicidad. Una y otra vez volvería para rendirle tributo en el cementerio Santa Ifigenia al Apóstol José Martí y a los hermanos caídos, para visitar obras, acompañando man­datarios, o por el necesario contacto con su pueblo.
El 11 de marzo de 1959 lo confesaría ante una concentración en la Avenida Michelsen: “… ¡mi corazón, mi vida, están unidos a esta ciudad… Un especial sentimiento me invade cuando estoy aquí, una especial emoción me invade cuando estoy aquí entre los santiagueros y aquí hago estas confesiones que me salen del alma.
“Aquí tengo que decir lo que siento por el pueblo. Aquí tengo que expresar toda la tristeza que siento al no poder hacer más, ante la convicción que tengo de que es imposible que todo salga bien y perfecto (…) Me voy de Oriente llevándome lo que me he llevado siempre de Oriente: ¡el espíritu de lucha, la rebeldía, la energía, la fuerza…
“Nací en esta provincia, en esta provincia luché, en esta provincia fui derrotado, en esta provincia volví a la lucha, en esta provincia vencí, en esta provincia vendré a luchar cuantas veces sea necesario. Y si es preciso venir a morir, ¡en esta provincia vendré a morir!…”.
No en vano, en uno de los más difíciles mo­mentos, como fue la caída del campo so­cia­lista, volvió un 1ro. de enero al balcón de la victoria revolucionaria a proclamar la consigna de Socialismo o Muerte, previo a la ce­lebración también en esta ciudad del histórico 4to. Congreso del Partido, el 10 de octubre de 1991.
Nunca antes el magno evento había salido de la capital del país, y a diferencia del traje de gala que vestiría en las tres ocasiones anteriores, Fidel vendría con el legendario uniforme de campaña a repicar en la histórica fecha las campanas traídas al Teatro Heredia desde las históricas ruinas del ingenio La Demajagua.
Casi exactamente diez años después, al inaugurar el 14 de octubre del 2001 la Escuela de Trabajadores Sociales que llevaría el nombre del inolvidable Frank País, reiteraría sus sentimientos: “Aquí viví buena parte de mi vida, aquí luchamos, aquí iniciamos la lucha final para la liberación que hoy con tanto ahínco defendemos. De aquí partimos, pero jamás lo olvidamos”.
Fiel a ello, el siempre electo diputado al Parlamento cubano y delegado a todos los congresos del Partido por Santiago de Cuba, nunca ha dejado de estar al tanto de afectaciones por huracanes, epidemias, movimientos sísmicos, y la sequía, del embellecimiento de la ciudad y de su equipo de pelota.
Para el más querido de los santiagueros, la Asamblea Municipal del Poder Popular reservó la Réplica del Machete de Antonio Maceo, el Escudo de la Ciudad, y el Reconocimiento Especial por la Heroicidad y el Ejemplo, que le fueran enviados el pasado año, en ocasión del aniversario 500 de Santiago de Cuba.
Merecedor de mucho más, está en el corazón del pueblo que no olvida las emotivas palabras dirigida a la que llamó “Capital Moral de la Revolución”, al entregarle el 1ro. de enero de 1984, aniversario 25 del triunfo de la Revolución, el Título Honorífico de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo:
“¡Santiago de Cuba!
“Tú nos acompañaste en los días más difíciles, aquí tuvimos nuestro Moncada, nuestro 30 de Noviembre, nuestro Primero de Enero. A ti te honramos especialmente hoy y contigo a todo nuestro pueblo, que esta noche se simboliza en ti.
“¡Que siempre sean ejemplo de todos los cubanos, tu heroísmo, tu patriotismo y tu espíritu revolucionario! ¡Que siempre sea la consigna heroica de nuestro pueblo lo que aquí aprendimos!: Patria o Muerte.
“¡Que siempre nos espere lo que aquí conocimos aquel glorioso Primero de Enero!: La Victoria.
“¡Gracias Santiago!”.
Ahora en que para orgullo de todos los cubanos se celebra el 90 cumpleaños de Fi­del, los investigadores locales aseguran que han sido 152 sus visitas a esta ciudad. Lo cierto es, que desde que descendió del tren aquella noche de mayo o junio de 1933, el eterno santiaguero nacido en Birán jamás la ha abandonado.

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