Por Aída
Quintero Dip
Al valioso patrimonio que atesora Cuba en su larga contienda redentora, lo distinguieron siempre tres artífices que actuaban como un solo haz a la hora de asumir misiones y enfrentar todas las batallas: el pueblo, el Partido y Fidel.
Con el honor como coraza
marcharon cohesionados cumpliendo el mandato que significa andar en tiempos
convulsos con la cabeza erguida, sin retroceder ni ceder ni vulnerar un solo
principio ante amenazas y
peligros.
Así
definían el espíritu inclaudicable de los hombres y mujeres de
esta pequeña Isla.
esta pequeña Isla.
El
criterio del propio General de Ejército Raúl Castro de que el único
sustituto de Fidel es el Partido, ratifica la esencia de una organización y
de un hombre identificado en la verticalidad de su actuación, con una
vida y una obra en las que fluyeron los intereses
supremos del pueblo.
supremos del pueblo.
Una
organización política que se ha ganado ese derecho por su prestigio,
autoridad, y ligazón con las masas, heredera del Partido
Revolucionario Cubano, fundado en 1892 por José Martí para hacer la Guerra
Necesaria, tras una labor monumental, juntando a los veteranos y a los pinos
nuevos en pos de la independencia.
Como
reconoció su forjador y guía Fidel: “El Partido es hoy el alma de la
Revolución”, y no pudo tener mejor simiente; se nutrió delPartido
Socialista Popular, el Movimiento Revolucionario 26 de Julio y el Directorio
Revolucionario 13 de Marzo que decidieron disolverse por sí mismos y forjar
una sola vanguardia.
Honraban de esa manera las enseñanzas legadas por José Martí y
Vladimir Ilich Lenin.
Vladimir Ilich Lenin.
En
un gesto que la historia registra por su altruismo y reflejo de un modo de
actuación diferente, el excepcional revolucionario Blas Roca
Calderío, quien ocupó la alta responsabilidad de secretario general, puso
en manos del Comandante en Jefe la roja bandera del destacamento forjado por
Carlos Baliño y Julio Antonio Mella.
Cuando Fidel dio a conocer oficialmente la aspiración de crear el Partido Unido de la Revolución Socialista, enfrentando esa situación con valentía, sin divisiones, tras criticar y rectificar errores y tendencias; se salvó la unidad de la Revolución y la pureza del
proceso de formación del partido marxista-leninista.
Cuando Fidel dio a conocer oficialmente la aspiración de crear el Partido Unido de la Revolución Socialista, enfrentando esa situación con valentía, sin divisiones, tras criticar y rectificar errores y tendencias; se salvó la unidad de la Revolución y la pureza del
proceso de formación del partido marxista-leninista.
Con
ese antecedente como baluarte nació el Partido Comunista de Cuba -cuya
fecha de fundación es el 16 de abril de 1961-, la más elevada
conquista de la Revolución, su mejor fruto, y garantía de la
resistencia y continuidad histórica porque es carne y sangre del pueblo
trabajador, con el cual comparte afanes y victorias.
Su principal inspirador y guía no pudo ser otro que a quien hemos seguido y seguiremos desde sus días de rebeldía universitaria, del Moncada y La Historia me absolverá; de la prisión fecunda y la carta de México; del Granma, Cinco Palmas y la Sierra Maestra; de la Crisis de Octubre y los días gloriosos de Playa Girón y de Angola.
El cubano que en cada paso que dio se arraigó junto al pueblo, al que sirvió hasta el último aliento, a pesar de sus 90 años y la salud resquebrajada, lo que revela su grandeza de revolucionario excepcional.
Su indeleble magisterio nos confirma que fue el mejor discípulo de José Martí, vital en la forja de las nuevas generaciones y de cuadros capaces de llevar adelante la experiencia cubana, marcada por una ética de actuación con elevadas pruebas de lealtad ante los
principios e incorruptibilidad ante el poder.
Su principal inspirador y guía no pudo ser otro que a quien hemos seguido y seguiremos desde sus días de rebeldía universitaria, del Moncada y La Historia me absolverá; de la prisión fecunda y la carta de México; del Granma, Cinco Palmas y la Sierra Maestra; de la Crisis de Octubre y los días gloriosos de Playa Girón y de Angola.
El cubano que en cada paso que dio se arraigó junto al pueblo, al que sirvió hasta el último aliento, a pesar de sus 90 años y la salud resquebrajada, lo que revela su grandeza de revolucionario excepcional.
Su indeleble magisterio nos confirma que fue el mejor discípulo de José Martí, vital en la forja de las nuevas generaciones y de cuadros capaces de llevar adelante la experiencia cubana, marcada por una ética de actuación con elevadas pruebas de lealtad ante los
principios e incorruptibilidad ante el poder.
El
secreto de lo que algunos han calificado como el milagro del sistema
socialista cubano está en la unidad y la confianza mutua entre pueblo,
Partido, y Fidel y Raúl y los principales dirigentes de la
Revolución.
Ese ha
sido el escudo, la única fórmula que el enemigo no puede descifrar, pues
desconoce la fortaleza de un pueblo cohesionado, en defensa de una
bandera y un ideal.
Una
verdad validada por el hecho de que el pueblo ha sido dirigido por un
Partido de vanguardia, que con su ejemplo y acción ha merecido el respeto
ante las masas; y en la certera conducción ejercida por la dirección
histórica de la Revolución, liderada por Raúl y Fidel que, aunque
ahora no estará físicamente, tendremos su ejemplar vida y obra como guía.
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