María Elena Balán Sainz
Con una sabia frase
del escritor francés Antoine Saint-Exúpery que postula “Amar no es mirarse el
uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección” iniciamos este comentario.
Su título: Febrero
de amores, quiere hacer alusión no solo al próximo 14, cuando celebraremos el Día de los Enamorados,
sino a cada jornada porque una relación es más que la unión de dos personas,
representa un intento de entretejer características, valores y expectativas,
algunas similares y otras muy opuestas, para poder convivir y crecer juntos.
La mayoría de los
problemas de pareja se originan debido a la mala comunicación; y por mucho que
se quieran, si no hablan sobre aquello que cada uno espera del otro, si no
tratan de entender y aceptar sus diferencias y establecer nuevas reglas, el
matrimonio o noviazgo no va a funcionar.
Lo anterior no tiene
no tiene que ver con el amor, puede seguir existiendo, pero irá debilitándose
si los implicados no toman conciencia de
su forma de pensar, de expresar sus sentimientos, expectativas, proyectos personales.
Una joven se
lamentaba del machismo de su esposo, quien le ponía freno a cualquier
iniciativa de ella, no le gustaba que visitara a su familia ni saliera sola,
aunque fuera a comprar artículos necesarios para el hogar.
Se amaban, pero la
falta de comunicación fue creando desconfianza, ausencia de reconocimiento de
lo bueno que hacía una u otro. Crearon muros de silencio por temor al
surgimiento de situaciones desagradables ente ambos.
Hasta los celos
crecieron con el paso del tiempo y la pareja fue perdiendo el buen manejo de
sus emociones y al final, llegó la ruptura, aunque seguían queriéndose.
¿Hablas con tu
pareja sobre lo que sí se permite entre ustedes y lo que no se acepta? ¿Lo que
comparten con los demás y lo que solo es entre ustedes dos?
¿Tienes claro cuánto
tiempo es solo para él o ella y cuánto es para los demás o para otras
actividades, incluyendo a los hijos y al trabajo?
No se puede mentir y
hay que abrirse a la pareja, confesando traumas, adicciones ocultas, momentos
íntimos y personales, con todo lo que ello pueda suponer. Con esto aprenden a
aceptarse tal y como son, con sus aciertos y sus defectos, lo bueno y lo malo
sin que afecte a su amor.
Conozco parejas
que someten su relación a rutinas o
cargas tan previsibles cuyo sendero
conduce al aburrimiento y al final acaba pasando factura. Suele, en muchos casos, ser una consecuencia de otros problemas
acumulados precisamente como falta de comunicación, de equidad en las cargas
asumidas por uno u otra, inflexibilidad, amistades, gustos diferentes, sexo.
Sería oportuno
reflexionar en este febrero de amores
acerca de la convivencia, bien sea con la pareja, amigos, familiares. Repasar
los detalles, hacer conciencia de dónde están las fallas, corregirlas, ir en
función de salvar los obstáculos.
Porque el amor, como
bien dice la canción de Silvio Rodríguez, engendra maravilla, convierte en
milagro el barro, nos hace sentir más plenos como seres humanos.
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