Orlando Guevara Núñez
Con todos los sufrimientos por el bloqueo, no somos un pueblo amargado. El bloqueo no ha matado ni ha menguado nuestra
alegría. Puede decirse que el humor lo hemos utilizado también como un arma de
combate contra los yanquis. Aun en los momentos más difíciles por las carencias
o las amenazas, en las profundidades de las trincheras o en los puestos de
trabajo, la alegría no ha sucumbido.
Antes, en los cuentos populares, el papel
protagónico para la ridiculización lo acaparaban casi siempre los gallegos, los
negros y los curas. Los yanquis han ganado también un puesto en esa lista,
aunque no tengan ni un ápice de gracia. Es otra manera de combatirlos y de
defendernos.
Cuentan que una vez se convocó a un concurso
internacional de pintura, cuyo ganador debía ser quien con más convicción
representara el hambre en su trabajo. El certamen fue en los Estados Unidos.
Concurrieron varios países, entre ellos Cuba, a la cual emplazaron para que
asistiera. Ya en la sala de competición, se entregó a los concursantes los
materiales, lienzos, acuarelas y pinceles de los mejores; pero el representante de nuestro país fue
bloqueado y no recibió absolutamente nada.
Venciéndose ya el tiempo, los demás hicieron
la entrega y cuando los yanquis se aprestaban a celebrar su victoria de haber
eliminado a priori al cubano, éste se levantó de su mesa de trabajo e hizo
entrega al Jurado de un pequeño papel.
El dictamen, luego de una amplia deliberación, no pudo ser más aplastante para
nuestros enemigos. El cubano había ganado el primer premio.
Hubo protestas y réplicas. Pero el Jurado no
cedió. Los demás pintores, incluyendo al representante yanqui, habían tratado
de simbolizar el hambre con cuadros ocupados por gentes famélicas,
desfallecidas y moribundas. “Puede ser por hambre o por epidemias”, explicó el
Jurado. “O puede ser causa de un bloqueo”, argumentó el cubano. Y fue mostrada
la obra de nuestro pintor, quien, al no tener materiales, había utilizado el
papel de una cajetilla de cigarros, un lapicero desechable y pintó algo que
inequívocamente simbolizaba el hambre: un c... con telarañas. Victoria cubana.
Cierto es que en la política, como en las
guerras, siempre hay bajas causadas por la muerte, las heridas o las deserciones.
Y esta lucha no ha sido una excepción. Muchos han abandonado a su país. Sobre
ellos podría decirse que vendieron su dignidad, traicionando al suelo que los
vió nacer.
Otros se fueron en busca
de mejoras económicas y aceptaron la manipulación de hacerse pasar por
“perseguidos políticos”. Y hubo quienes partieron engañados. En un porcentaje no bajo se fueron buscando en la sociedad
norteamericana el refugio para incubar y desarrollar sus vicios y su
delincuencia, sin cabida en nuestro país.
Se
fueron muchos artistas, pero nunca el
Benny, Alicia, Rosita, Silvio, Omara, Naborí, Elena, Celina, Coralia, Ramón,
Amelia, Carilda, Carbonell, Joseíto, Barbarito, ni otros miles que han
enriquecido a la cultura con la Revolución y a la Revolución con la cultura.
Se fueron deportistas, pero nunca Linares,
Kindelán, Muñoz, Marquetti, Casanovas, Chávez, Rogelio, Vinent, Víctor,
Laffita, Cuevas, Rosique, El Curro, Huelga, Gourriel, Marrero, Sotomayor, Ana
Fidelia, Stevenson, Juantorena, Figuerola, Savón, La Colón, Mireya, ni otra
constelación -infinita- que brilló y continúa brillando para la Patria.
La historia -está
demostrado- la hacen quienes resisten, trabajan, luchan y vencen, no quienes
retroceden, se acobardan y claudican. Eso ha sido una realidad en Cuba.
Bloqueo no ha sido sólo que prohíban y nos
saboteen las compras y ventas, los créditos, el acceso a nuevas tecnologías. Ha
sido también el constante engendro de leyes para cercarnos, acorralarnos y
aniquilarnos. La Torricelli, la Helms-Burton y la de Ajuste Cubano son claros
exponentes de esa demencial política.
Los imperialistas tienen tan metido en sus
tuétanos el odio hacia los cubanos, que son irracionales al hacer esas leyes.
Nada hay tan brutal, estranguladora y prepotente como la Helms-Burton. Suerte
para nosotros y desgracia para ellos que para aplicarla en toda su letra
tendrían que venir a Cuba y eso sería harina de otro costal.
Quitarnos lo que nos dio la Revolución
equivaldría a privarnos de la propia vida y aquí nadie estaría dispuesto a
dejársela quitar. Eso podría explicarse con muchas palabras, pero cito a una
anciana que lo definió con sólo tres. Estábamos discutiendo en un CDR las
pretensiones imperialistas expresadas en la ley Helms-Burton. La vieja tenía
puesto un oído en la reunión y otro en una telenovela de moda; pero cuando
llegó el punto donde se expresaba que las tierras volverían a manos de sus
antiguos dueños, junto a las edificaciones ahora existentes en ellas, categoría
que incluía a su vivienda, se viró hacia la presidencia y poco ceremoniosa dio
su veredicto: ¡Están comiendo mierda! Luego siguió prestando atención a las dos
cosas.
¿Cuántos años más continuaremos bloqueados?
Eso no lo sabe nadie. ¿Cuántos nuevos presidentes de Estados Unidos se echarán
al hombro ese oprobio y compartirán el crimen? Tampoco es predecible. Lo único
claro es que resistiremos y que algún día los pendones del bloqueo caerán
despedazados a nuestros pies. Espero estar vivo para entonces, pero si no lo
estoy, mis descendientes serán protagonistas, como parte del pueblo, de una de
las victorias más heroicas de estos tiempos a escala universal.
Lo cierto es que ya llevamos más de medio
siglo de férreo bloqueo. De bloqueo incrementado. Más de cinco décadas. Y todos
los días esos guarismos crecen. Diez presidentes han pasado y algunos de ellos
ya ni siquiera son mencionados. Ninguno pudo materializar su sueño de
destruirnos. Y del once para alante todos correrán la misma suerte ¿Cuántos más
tendrán que pasar hasta el día de la victoria final de nuestro pueblo?. La
cifra la pondrán ellos. La resistencia y la victoria, nosotros.
La historia, la heroicidad y la grandeza de
nuestro pueblo no podrán ser eternamente bloqueadas.
Nota: Me honro en publicar en mi blog este material escrito por el colega Guevara, hace algunos años.