jueves, 9 de octubre de 2014

Este país es mío




   Edda  Diz Garcés
   Decir "este país" refiriéndose a Cuba es gramaticalmente correcto, y en ocasiones también lo es conceptualmente, pero deja de serlo desde el punto de vista ético cuando implica una crítica mediante un distanciamiento intencionado del hablante ante un problema o dificultad.
  Se torna entonces una expresión peyorativa, denostosa hacia la tierra donde nació, y no es justo. Lo mismo en una sala de espera de un hospital que en la bodega o la parada de la guagua, usted puede escuchar a personas quejándose de algo –con más o menos razón- y terminar diciendo, con un tono entre despectivo e indignado: esto solo sucede en "este país".
  Pudieran tener motivos serios para disgustarse y nadie les niega el derecho a quejarse, pero no para apuntar despectivamente desde un pedestal a su terruño y menos aún singularizar de manera negativa el asunto, como si exclusivamente aquí ocurriera algo semejante.
  Un ejemplo recurrente: demora en la atención en la consulta del médico de la familia, desesperante para cualquiera. No creo que a nadie le satisfaga perder el tiempo sea cual sea la causa, quizás por exceso de pacientes, por lentitud del servicio, porque se "coló" alguien u otras acciones injustificables.
  Mas, visto con otro prisma y no precisamente el que utiliza la mayoría de los susodichos indignados, es cierto que esto solo sucede en "este país": consultorios médicos en todo el territorio nacional -incluidas las zonas montañosas, pantanosas, intrincadas, donde "el diablo dio las tres voces"-, con enfermeras, médicos generales integrales, interconsultas con especialistas y otros servicios, para el ciento por ciento de la población cubana, de manera totalmente gratuita.
  Sin embargo, la intención o más bien mala intención de quien habla, obvia esas realidades, incorporadas por la sociedad cubana como algo natural, cuando son excepción en muchos otros lares, y solo ve la falta o el problema, lamentablemente presentes en muchos de los valiosos servicios que recibimos.
  Entonces viene la pregunta del millón que cualquiera puede hacerse: ¿conocerá el crítico a ultranza de "este país" la realidad de otros muchos, aunque sea por referencia? ¿habrá estado en muchos otros? Sinceramente, les he preguntado y por lo general ni me prestan atención, simulan sordera, o en el mejor de los casos, con un mohín de disgusto, ripostan: no, pero sé que "esto" solo ocurre en "este país"...
  Los que responden afirmativamente, por supuesto defienden la perfección impoluta de todo cuanto sucede allende las costas de "esta isla". Malas caras y hasta gritos en un aeropuerto internacional, robo del vuelto en un taxi o un mercado, demoras o insuficiente calidad en la prestación de un servicio, son experiencias vividas por muchos cubanos en otras naciones.
  Ello no justifica para nada su replicación en Cuba, que es y será siempre "mi país", con sus virtudes y defectos, que son también nuestros, míos. Y más que criticarlos desde la distancia, sería mucho mejor contribuir a resolverlos.

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