lunes, 29 de octubre de 2012

Un monumento a la solidaridad



Aída Quintero Dip
Había dudas de si podríamos ver de nuevo el amanecer, después de una madrugada de zozobra e incertidumbre -este 25 de octubre- nunca antes vivida por los santiagueros que no habían sentido un huracán de tal envergadura ensañado contra su entorno, ni siquiera el famoso Flora que azotó también el oriente cubano en 1963.
Tal fue la furia con que “Sandy” arremetió contra mi ciudad de Santiago de Cuba que el pánico se apoderó de casi todos: techos y ventanas de las casas volando, árboles arrancados de raíz, niños llorando, ancianos temblorosos, fue la primera impresión grabada en la memoria.
Ante el dilema de salvar la vida o las pertenencias, la mayoría obró con inteligencia para preservar lo primero.  No obstante, los menos precavidos, quienes siempre creen que el ciclón no les va a afectar, buscaron esa protección cuando las fuertes ráfagas les anunciaban la gravedad de la situación.
Ahora un poco más calmados, con más capacidad de reflexionar  sobre la terrible experiencia provocada por el fenómeno meteorológico,  es tiempo para el homenaje a los santiagueros solidarios que tendieron su mano, dieron aliento y, sobre todo,  su casa para guarecer a sus vecinos más necesitados.
Quiero con este tributo levantar un nuevo monumento a la  Ciudad Héroe, esa que se distingue por ser rebelde, hospitalaria y heroica, que no asombra a nadie porque es ancestral la generosidad, el altruismo y franqueza de su gente.
La solidaridad entre vecinos y el gesto hermoso de acoger a los damnificados en sus hogares, son la expresión de virtudes que enaltecen a nuestro pueblo y que lejos de ser rotas por  tragedias como estas, se fortalecen y multiplican.
Abundan las vivencias:el vecino que te decía trae para mi casa el refrigerador, el televisor, todo lo que pueda romperse, y hasta ayudaba a cargarlos; volvía a tu vivienda  exigiendo que te fueras para la suya con celeridad y aconsejaba llevar primero a la abuelita o al niño, siempre más vulnerables ante estas contingencias.
Hay tantos ejemplos de desinterés y desprendimiento total en esas horas difíciles, pero quiero en el nombre de Rosa Montoya y Gerardo Silva, sencillamente Tito y Rosa, residentes en El Caney, reconocer  a todas esas familias que abrigaron no solo a los suyos, sino también a  vecinos cercanos u otros apenas conocidos, que brindaron además de su techo, su cama y hasta una taza de té o café para calmar los nervios en tensión por la ferocidad de los vientos.
Gracias a esa solidaridad, a ese calor humano en los instantes más adversos,  sobrevivimos a la gran furia con que “Sandy” golpeó mi hermosa ciudad y mi barrio;  y gracias ahora a un poderoso huracán de solidaridad que recorre el oriente cubano, y, sobre todo, a Santiago de Cuba, con la misión de borrar todas  las huellas que dejó “Sandy”, podremos reconstruir un Santiago de Cuba mil veces más hermoso e igual de hospitalario y generoso.
Se augura que ese será el  mejor ciclón de la temporada, trae las manos llenas de cariño, consuelo y amor; alimentos, luz eléctrica, tejas, cemento, ventanas, puertas; restañan las heridas de las casas, de las calles, de las instituciones emblemáticas de la urbe,  y de los corazones de su gente.
Duele mucho, mucho  ver a Santiago de Cuba desolado, irreconocible, devastado, sin árboles, con los postes del tendido eléctrico en el suelo, destruidos parques, escuelas, pero ese dolor ya se transforma en trabajo, en una fuerza superior a la que nos azotó el huracán para reconstruirla, recuperarla y levantarla tan erguida y gallarda como siempre.

viernes, 19 de octubre de 2012

Mariano Corona Ferrer, periodista y combatiente de primera línea




Aída Quintero Dip
La confianza  y estima profesadas por el insigne patriota de la independencia de Cuba,  el Mayor General Antonio Maceo Grajales, hacia el Comandante del Ejército Libertador,  Mariano Corona Ferrer, constituyen un aval  de consideración para calificarlo  como uno de los periodistas mambises más eficaces en el empleo de la pluma al servicio de la Patria.
Este patriota era de los hombres que se abrió paso en la vida gracias a su propio esfuerzo. Comenzó siendo cajista de la imprenta de Eduardo Yero Budúen, de donde salía diariamente una hoja  revolucionaria y tempestuosa, bautizada con el nombre de “El Triunfo”, y pronto pasó a ser redactor, de obrero a periodista, pero sin desdeñar el oficio que siempre honró con el trabajo.
El contacto diario con este órgano de los autonomistas, aunque se transformó luego en separatista, despierta su devoción por el periodismo.
Fue presidente del gremio de los tipógrafos en Santiago de Cuba, su ciudad natal. Y se desempeñó  como corresponsal del periódico Patria, fundado por José Martí, el 14 de marzo de 1892. Al iniciarse la Guerra Necesaria es de los primeros en incorporarse a la lucha insurreccional, bajo las órdenes del general Cebreco.
Son estas las razones por las cuales lo designan director de "El Cubano Libre", periódico que había sido fundado por Carlos Manuel de Céspedes, al calor de la gesta independentista de 1868 y era reeditado por el Titán de Bronce en 1895, el  que cumplía un decisivo papel en la lucha ideológica contra el colonialismo español.
Cubano talentoso y valiente fue Corona  Ferrer, cuya trayectoria reconocieron personalidades  tan exigentes como el Lugarteniente  General del Ejército Libertador, Máximo Gómez,  y el propio Antonio Maceo, quienes coincidieron en nombrarlo director del periódico  mambí al iniciarse la guerra de 1895.
Estuvo a la vanguardia del periodismo combatiente y se distinguió como profesional de dinámico estilo, tanto durante esa contienda libertadora como en los primeros años de la seudorrepública. Se destacó en la lucha contra los males engendrados por el intervencionismo yanqui y la politiquería del oportunismo criollo.
Gozó de fama y prestigio porque además de ser un soldado de la manigua redentora, de pluma y fusil,  manejaba diestramente la ironía, que había convertido en arma demoledora, y era un maestro en expresar,  periodísticamente, su sentido del humor.

Corona no fue solamente un periodista político de singulares aptitudes  para el combate diario de la prensa militante,  sino también las poseyó para el cultivo de las letras, de la literatura.
Nacido en 1870, en la ciudad de Santiago de Cuba, estuvo siempre en la primera línea de fuego, obligado a esgrimir ora la pluma, ora la espada, virtud que lo convierten en ejemplo para los  profesionales del periodismo de todos los tiempos.
Los restos  de quien murió el 18 de abril de 1912, los atesora el cementerio Santa Ifigenia de la Ciudad Héroe, donde hay un parque -en Martí y Cuabitas- con un busto que lo recuerda. Y hace varios años, para seguir rindiéndole merecido homenaje,  el Premio de Periodismo por la obra de la vida  en esta oriental provincia cubana, se honra con su nombre.