Aída Quintero Dip
No hay un
habitante de la ciudad de Santiago de Cuba que no recuerde hoy las dolorosas
huellas del huracán Sandy, tras su paso devastador por esta oriental tierra
cubana, hace precisamente un año, este 25 de octubre.
Al
contemplar la imagen que dejó el fenómeno meteorológico, en las primeras horas
de ese día de 2012, se produjo un dolor inmenso en el corazón de sus
moradores y muchos la calificaron como una urbe bombardeada.
Pero en
medio de la conmoción, asombro, nerviosismo, tristeza, añoranza y
hasta las lágrimas por tanta pérdida y destrucción, la
solidaridad entre vecinos se creció al amanecer, fue el bálsamo para curar las
heridas de “Sandy”.
Las manos
fueron entonces las mejores armas para desembarazar accesos a casas o calles,
para vencer los grandes los obstáculos, como un árbol de mamoncillo de más de 60
años en una cuartería del Centro Histórico, que imposibilitaba salir a los residentes,
cuyos techos estaban aplastados por sus ramas.
O aquellos
vetustos árboles de la carretera de El Caney que cayeron como por arte de magia
y la obstruían por completo, ante el asombro de los más ancianos de la
localidad que nunca habían vivido un panorama semejante.
Colapsó la electricidad
y quienes tenían reservas de gas licuado o kerosén apoyaron con un trago de
café y palabras de aliento a mucha gente solidaria que brindó su modesta ayuda,
hasta la llegada días después de equipos especializados para mover las montañas
de escombros.
Me contó
una colega que a María de Jesús Robert, con su madre postrada y el hijo
adolescente, no le faltó la mano amiga en su barrio de la Ciudad Héroe para en los
primeros momentos desmochar dos árboles, de yagruma y jagüey, que cayeron sobre
su vivienda.
Historias
como esta abundaron, y otras muchas muy conmovedoras.
Tengo la
vivencia personal de la casa de Rosa
Montoya y Gerardo Silva, convertida en un hogar inmenso para varias familias
de la comunidad de San Andrés, en El Caney, que hallaron allí abrigo para pasar la
terrible madrugada del 25 de octubre del 2012.
Otra
hermosa página de solidaridad se escribió cuando varias viviendas y centros de
trabajo que resistieron los embates del huracán, acogieron a alumnos de numerosas
escuelas afectadas para no perjudicar el proceso docente-educativo de los
estudiantes.
Mas, pocas
horas después de la desolación que trajo el meteoro, inundaron la ciudad
linieros de todo el país, que en jornadas titánicas restablecieron el importante
servicio eléctrico, al igual que lo hicieron trabajadores de ETECSA,
constructores, Servicios Comunales…que unieron experiencias y consagración con
sus homólogos de este territorio.
Si bien los
primeros claros del día 25 de octubre develaron una ciudad devastada en sus
cuatro puntos cardinales, los habitantes de esta tierra indómita no se resignaron al lamento ni al dolor. Lo que siguió ha sido calificado por muchos, dentro y fuera de Cuba, como
una proeza.
Quien vio a
Santiago de Cuba un año atrás y lo mira hoy, puede valorar en su verdadera
magnitud el esfuerzo del pueblo, las laboriosas jornadas de recuperación
vividas que no dejaron a nadie con los
brazos cruzados.
La muestra de
intrepidez, disposición y espiritualidad de los santiagueros, ante un suceso
tan conmovedor para todos, tuvo su mejor expresión en los afanes de
rehabilitación que no admitió espera.
También fue
destacable el empeño de las autoridades de la provincia, el respaldo de otros
territorios que no dudaron en compartir sus recursos, a la par de la ayuda
internacional recibida por aire y mar. Y es que realmente amor con amor se
paga.
La
presencia del Presidente Cubano, General de Ejército Raúl Castro, en los
primeros días del desastre para acompañar al pueblo y tomar decisiones
imprescindibles ante el desastre, fue un gran aliento para laborar muy duro en esos
difíciles momentos.
Hasta en la
música llegó el gesto solidario, con la canción del reconocido compositor y
cantante Cándido Fabré, quien la dedicó a su provincia natal con el pegajoso
estribillo: \"Con el esfuerzo de todos, te vamos a levantar\", que convoca
a la esperanza y trabajo unido, para recuperar las instituciones y viviendas
dañadas.
Experiencias,
relatos y sentimientos emocionaron otra vez al público
santiaguero, durante el estreno del documental Amanecer sin mito, del
realizador local Ray Milá que expone el proceso de formación del meteoro, su
trayectoria por la provincia, las afectaciones más importantes, y las labores
de recuperación.
A un año
del huracán Sandy, sus huellas están latentes en el corazón del pueblo, pero Santiago
de Cuba ha puesto de manifiesto lo que puede alcanzare con trabajo y empeño.
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