Aída Quintero Dip
El Héroe Nacional
José Martí advirtió desde pasados siglos
que “Hombres recogerá quien siembre escuelas”, y otra de sus memorables
frases enuncia: “Besos recogerá quien siembra besos”, en auténtica alusión al
valor de los afectos en las relaciones humanas.
Tal práctica es
evidentemente una garantía en la
formación de hombres y mujeres íntegros, dignos, sanos de mente y alma, y
capaces de asumir tareas con mayor disposición y posibilidades de cumplirlas
con éxito.
Esa sentencia tiene
plena vigencia en la forja de las nuevas
generaciones y en el papel que en ese aspecto
corresponde desempeñar a la familia, máxima responsable de crear hábitos de
convivencia y una conducta social y
moral que propicien relaciones positivas
desde la cuna, para lograr adecuado comportamiento a nivel social.
Es vital que los
padres, las madres, abuelos, abuelas y
tutores comprendan la importancia de estas cuestiones en la creación y defensa de valores en los
niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
De tal manera podrán
fomentarse la honestidad, la honradez, la laboriosidad, la lealtad, la
solidaridad y otras virtudes imprescindibles
para el ser humano en el decursar de la vida.
Aunque en cuestiones
de educación, en el seno del hogar no
hay receta, sí hay un elemento que no puede soslayarse en el fomento de buenas
relaciones y es la comunicación en el seno familiar.
El intercambio debe
ser diáfano, franco, directo, en el cual no falten muestras de ternura, en aras
de provocar posturas y actitudes edificantes que casi siempre la vida premia,
sin frases ambiguas ni posiciones acusativas que dificultan el diálogo.
No basta con sentir
afectos, es preciso demostrarlo; hacerles partícipes del cariño y respeto que
profesamos por los padres, hijos, abuelos y hermanos, e incluso, por los
amigos; demostrar quiere decir que es necesario que la persona sepa cuánto la
apreciamos y queremos.
Buscar el momento
oportuno para reuniones familiares, que no sea únicamente para la
advertencia y la reprimenda; darles
espacio también a la congratulación y al beso por una buena nota o una buena
acción, contribuye al desarrollo de una convivencia armónica y probablemente
feliz.
Estos son pasos y
actitudes importantes en el seno del hogar para asegurar que la escuela tenga
mayores éxitos en el desarrollo del proceso docente-educativo y en la formación
integral de las nuevas generaciones.
Debe otorgársele la
prioridad que merecen esas acciones en el interés de forjar hombres y mujeres
no únicamente dotados de vastos y útiles conocimientos y un acervo cultural amplio, sino de
cualidades que los conviertan en mejores seres humanos.
Ahora, cuando
estamos al comenzar el curso escolar 2016-2017, es ocasión ideal para fomentar
en los educandos cualidades esculpidas en el hogar porque casa y escuela constituyen un binomio
de gran alcance para contar con personas de bien en el futuro.
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