viernes, 2 de septiembre de 2016

Acciones que la vida siempre premia



Aída  Quintero Dip
  El Héroe Nacional José Martí advirtió desde pasados siglos  que “Hombres recogerá quien siembre escuelas”, y otra de sus memorables frases enuncia: “Besos recogerá quien siembra besos”, en auténtica alusión al valor de los afectos en las relaciones humanas.
  Tal práctica es evidentemente una garantía  en la formación de hombres y mujeres íntegros, dignos, sanos de mente y alma, y capaces de asumir tareas con mayor disposición y posibilidades de cumplirlas con éxito.
  Esa sentencia tiene plena vigencia  en la forja de las nuevas generaciones  y en el papel que en ese aspecto corresponde desempeñar a la familia, máxima responsable de crear hábitos de convivencia   y una conducta social y moral que propicien relaciones  positivas desde la cuna, para lograr adecuado comportamiento a nivel social.
  Es vital que los padres, las madres, abuelos, abuelas  y tutores comprendan la importancia de estas cuestiones   en la creación y defensa de valores en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
  De tal manera podrán fomentarse la honestidad, la honradez, la laboriosidad, la lealtad, la solidaridad  y otras virtudes imprescindibles para el ser humano en el decursar de la vida.
  Aunque en cuestiones de educación, en el seno del hogar  no hay receta, sí hay un elemento que no puede soslayarse en el fomento de buenas relaciones y es la comunicación en el seno familiar.
  El intercambio debe ser diáfano, franco, directo, en el cual no falten muestras de ternura, en aras de provocar posturas y actitudes edificantes que casi siempre la vida premia, sin frases ambiguas ni posiciones acusativas que dificultan el diálogo.
  No basta con sentir afectos, es preciso demostrarlo; hacerles partícipes del cariño y respeto que profesamos por los padres, hijos, abuelos y hermanos, e incluso, por los amigos; demostrar quiere decir que es necesario que la persona sepa cuánto la apreciamos y queremos.
  Buscar el momento oportuno para reuniones familiares, que no sea únicamente para la advertencia  y la reprimenda; darles espacio también a la congratulación y al beso por una buena nota o una buena acción, contribuye al desarrollo de una convivencia armónica y probablemente feliz.
  Estos son pasos y actitudes importantes en el seno del hogar para asegurar que la escuela tenga mayores éxitos en el desarrollo del proceso docente-educativo y en la formación integral de las nuevas generaciones.
  Debe otorgársele la prioridad que merecen esas acciones en el interés de forjar hombres y mujeres no únicamente dotados de vastos y útiles conocimientos  y un acervo cultural amplio, sino de cualidades que los conviertan en mejores seres humanos.
  Ahora, cuando estamos al comenzar el curso escolar 2016-2017, es ocasión ideal para fomentar en los educandos cualidades esculpidas en el hogar  porque casa y escuela constituyen un binomio de gran alcance para contar con personas de bien en el futuro. 

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