Aída Quintero Dip
El mejor huracán de la temporada está azotando ahora mismo a
Santiago de Cuba como un fenómeno meteorológico atípico. Se mantiene estable desde
el propio 25 de octubre hasta este 17 de noviembre y augura seguir con vientos
y lluvias de amor, trabajo y solidaridad, haciendo renacer la vida de cada
pedacito de esta tierra rebelde, hospitalaria y heroica, hasta que se recupere
totalmente.
No se llama Sandy ni Flora ni Gustav ni Alma, ni deja como
huellas esos tristes recuerdos que laceran corazones y provocan lágrimas, al
sumar cuantiosas pérdidas materiales y hasta de vidas humanas, imposibles de
resarcir.
Tiene todos los nombres
que caben desde la Punta
de Maisí hasta el Cabo de San Antonio, de cubanos que han sentido como suya la tragedia vivida por
los santiagueros; desde el rincón más inhóspito de esta zona de Cuba hasta La Habana, Sancti Spíritus, Granma,
Las Tunas, Guantánamo, Camagüey, Holguín, Ciego de Ávila, Pinar del Río, Villa
Clara, Cienfuegos.
Pudo tener la osadía de llegar hasta suelo indómito en avión
o en barco, haberse originado en sitios tan lejanos como Venezuela, Ecuador, Bolivia,
Rusia y Japón, y transformar sus fuertes ráfagas en alimentos, o en tejas para
los techos y cemento para las casas, industrias, escuelas, hospitales…
Podría llamarse José Luis, el jefe
de la brigada internacionalista José Félix Ribas, formada por jóvenes y
experimentados albañiles, carpinteros, electricistas y plomeros de Venezuela, y
haberse estacionado en el programa de ejecución de viviendas, en la popular
barriada de San Pedrito, rehabilitando el devastado fondo habitacional de la urbe.
El mismo José Luis ha corroborado
que este huracán de arduas faenas es el mejor de la temporada: "Venimos
con las herramientas en las manos y el corazón latiendo de amor por Cuba",
aseveró.
Podría ser Reynielvis, el soldado de
Imías, en Guantánamo, para quien más que una encomienda constituye un deber
revolucionario y un honor contribuir a la pronta recuperación de la Ciudad Héroe, de un pueblo que
siempre ha estado en la primera línea.
Hazaña es
la palabra exacta para calificar la página que escribieron los combatientes del Ejército Oriental en
las calles de Santiago de Cuba. Tras las últimas lluvias y vientos del potente
“Sandy”, ellos inundaron con el huracán
del trabajo, las arterias principales para la recogida de desecho forestal que
obstruían las vías.
Podría ser Adelso,
el tunero que llegó el propio día 27 de octubre y que celebró su cumpleaños
48 lejos de la familia, entre cables
caídos, postes en el suelo y el apremio por restablecer el servicio eléctrico,
una de las afectaciones más serias y perentorias. “Nunca había venido a
Santiago de Cuba, pero sabía por los demás que era una ciudad muy hermosa, y
aunque quedó devastada por los embates de Sandy, no deja de impresionar su
fortaleza.”
Fortaleza
podría ser un buen nombre para el mejor huracán de la temporada, en aras de sintetizar
el protagonismo de tantos hombres y mujeres dedicados afanosamente a la
recuperación; para reflejar las manos solidarias de aquí y de allá que se alzaron
ante la convocatoria de levantar un Santiago de Cuba con la hidalguía de
siempre para orgullo de sus moradores y de la Patria toda.
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