Liz Beatriz Martinez Vivero
PLENITUD, sección de la ACN
Si bien nadie
ignora que la menopausia marca el cese para la función reproductora, los
cambios en el plano físico y psíquico no hacen mucho rejuego al nivel de
respuesta sexual. En otras palabras, si la estimulación sexual es efectiva no
hay el menor problema, científicamente hablando, para disfrutar a plenitud.
No obstante, y
aunque no he preguntado, salta a la
vista que las mujeres adultas generalmente enfrentan día a día, el conflicto
mente-cuerpo. Alteraciones de todo tipo que entorpecen el equilibrio emocional
de mis congéneres pueden resultar en el autofreno a las más agradables
sensaciones.
La mujer de más de
60 años se encuentra en un especial período de su existencia, en una etapa de
vida en la cual, así como en la adolescencia, es muy susceptible de ser
influenciada por el medio social que la rodea. La familia, las pautas
religiosas, los mitos, influyen de manera negativa para poder realizarse
sexualmente y continuar con una actividad placentera.
Habitualmente, el
entorno las repleta de censura, vergüenza de su cuerpo y hasta de su
sensibilidad como seres sexuales al fin y al cabo.
Existen varios
factores resultantes del desajuste del sistema endocrino que pueden ocasionar
dolor durante las relaciones sexuales en la mujer de la tercera edad, en
principio porque la lubricación de la vagina disminuye paulatinamente, pero si
se realizan unos preliminares de estimulación adecuados por parte del hombre
esa situación puede cambiar favorablemente.
Para los hombres el
tema no es menos complejo. De hecho, un estudio reciente estuvo midiendo en
ellos la actividad sexual, la preferencia, el deseo y los niveles de
satisfacción.
El estudio incluyó
aproximadamente a 3 200 hombres de entre 75 y 95 años de edad, quienes fueron
evaluados con cuestionarios.
Lo que descubrieron fue un poco sorprendente: los hombres
que tenían actividades sexuales por lo menos una vez al año tendían a estar
satisfechos, por lo general les resultaban satisfactorias y tenían la tendencia
a considerarlas como algo que esperaban. Muy pocos hombres no estaban
interesados.
Las características
que determinaron si eran o no eran sexualmente activos, como era de esperar,
tenían que ver con tener una pareja que viviese con ellos y si ambos estaban
sanos.
A partir de mi
perspectiva, desde el inicio de la actividad sexual, en la adolescencia, para
un hombre cualquier tópico relacionado con la sexualidad es muchísimo más
complejo. No se trata de establecer comparaciones, pero ellos, aunque de lejos
no parezca también precisan atenciones afectivas, de cualquier naturaleza.
La vorágine de
nuevas tendencias que ha traído consigo el siglo XXI no ha dilapidado conceptos
como la incomprensión.
A ojos de los más
jóvenes la salud sexual de los adultos de la tercera edad no es un asunto a tener
en cuenta. Por eso a veces critican y
censuran cualquier postura relacionada incluso con empezar una nueva relación
en el momento que el cabello se torna grisáceo y se empiezan a confundir
algunos recuerdos en la memoria debido al paso inexorable del tiempo.
Pero si la propia
Organización Mundial de Salud considera a la salud sexual como un derecho
básico de todos los individuos, entonces corresponde tanto a los adultos como a
los más jóvenes respetar el derecho de los mayores a sentirse plenos desde el
punto de vista espiritual, afectivo y en el orden íntimo.
Antiguas
tradiciones y tabúes, que incluyen formas de pensar discriminatorias, deben
quedar ya en el pasado.