lunes, 4 de abril de 2016

Rosa y su pasión por producir alimentos saludables



Aída Quintero Dip
    Quién le iba a decir a Rosa La Rosa Hechavarría que luego de jubilarse como maestra de la Enseñanza Especial con 42 años de servicio, se entregaría en cuerpo y alma a una faena de tanta responsabilidad como la de hacer crecer una minindustria para la producción de alimentos saludables.
   Pero le sobra ímpetu a esta mujer de 62 años,  tiene una energía y vitalidad que contagia y piensa que sin una alta dosis de amor no hay empeño que fructifique, tal vez recordando su profesión de logopeda, en el Centro Médico Psicopedagógico América Labadí, de la ciudad de Santiago de Cuba.
   “Allí dirigí un grupo musical de niños de uno y otro sexo con discapacidad físico-motora, un proyecto de infinita ternura que tuvo  gran alcance y éxito en la reinserción de ellos a la vida útil y a la sociedad,  y que pude incluso mostrar con orgullo en República Dominicana, donde impactó mucho”, refiere.
   Esta santiaguera de fe cristiana siente placer en servir a los demás, sobre todo a las personas con desventaja social,  por eso dedicó, en parte, a esos menesteres su finca que nombró La rosa de Sarón,  que en la biblia quiere decir tierra prodigiosa, de fertilidad, la cual le brinda algunos de los cultivos necesarios para materializar su meta.
   “La otra parte la adquiero de la cooperativa de crédito y servicios 16 de Abril, en la carretera de El Cobre,  de la que soy integrante y es la base para abastecer la minindustria,  que comencé a desarrollar en 2007 y tres años más tarde generalicé dado mi interés por elaborar productos sin aditamentos químicos, para influir en una alimentación más sana.
   “Yo conservo desde sazón completo, viandas deshidratadas, frutas secas, vegetales encurtidos, vinagre y vino seco hasta dulces en almíbar, mermelada, sirope, cidra y jugos de frutas”, dice  satisfecha de la acogida que exhibe su oferta entre la población.
   Ella comercializa sus productos en ferias y en una unidad climatizada en la céntrica avenida de Garzón, de la urbe capital, y le reconforta prestar ayuda, especialmente, a infantes enfermos de cáncer  o nefróticos en los hospitales y en sus propias casas, donde hay preferencia por sus jugos. También coopera con las personas de la tercera edad.
   En su hogar, en el Centro Urbano José Martí, esta familia goza de respeto y admiración.  “Mi corazón, afirma,  palpita con más ardor cuando trabajo por el bien de mis semejantes y lo hago con mayor gusto cuando resuelvo problemas a personas con desventaja social, por ejemplo, pequeños de padres alcohólicos o con el VIH-Sida.
   “Considero que esta experiencia no es exclusiva, debe haber otras en Cuba, pero con mi marca de varias líneas de producción, estoy segura de que es la única. Creo que ese fue un aval importante para que la minindustria fuera declarada en 2015 de Referencia Nacional en la Agricultura Urbana”.
   Esta historia Rosa la viene   escribiendo con fuertes trazos desde hace algunos años, ya que ha merecido Premio Relevante en varios eventos de los Fórums de  Ciencia y Técnica en la provincia santiaguera, primero con propuestas referidas a la salud y ahora en torno a la esfera agrícola.
   “Tengo un colaborador inestimable, mi esposo, Armando Pérez Mejías, también jubilado y quien, además de compartir todo conmigo y ser mi mano derecha, me aporta sus conocimientos como graduado en conservación de alimentos”, confiesa.
   Madre de dos hijos, José Antonio y María de Jesús, estudiante de sexto año de medicina, quien por seguir la tradición de su progenitora ya concluyó un curso de conservación de los alimentos, para inculcar lo aprendido a sus pacientes cuando se gradúe.
   Para que la obra que ha edificado con voluntad y sacrificio no se quede únicamente con ella, Rosa ha impartido más de 20 cursos seminarios  y no solo en el ámbito local, sino lo ha hecho igualmente en Camagüey, Cienfuegos y La Habana.  Participa en un programa  todos los miércoles en CMKC, Radio Revolución, de la Ciudad Héroe.
   “Estoy graduada también de Diseño en Permacultura, especialidad que se dedica al cuidado del hombre y la mujer, de la naturaleza, en resumen del medio ambiente, y fomenta la cultura para evitar la producción de desecho, como prioridad número uno.
   “Me he preparado y sigo haciéndolo cada día para ser una agricultora eficiente, que contribuya a la alimentación del pueblo, pero con artículos sanos que aportan bienestar y vida”.
   Esa es la filosofía que guía la labor de esta santiaguera emprendedora, alegre, feliz, de un  empuje tremendo, que ha recibido en más de una ocasión el reconocimiento de la Federación de Mujeres Cubanas por ser una digna representante de sus filas. 

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