miércoles, 13 de abril de 2016

Eva María, la diligente delegada del Poder Popular

Aída Quintero Dip
   Si bien Eva María González Cueto casi siempre está pendiente de las necesidades de sus electores en la circunscripción 185 en el Micro 3, del Centro Urbano Abel Santamaría, en Santiago de Cuba, por estos días de abril aumenta su ajetreo al estar inmersa en su segundo proceso de Rendición de Cuenta de los delegados del Poder Popular.
  La joven delegada, de 35 años, ha puesto a prueba todo su ingenio, sensibilidad y espíritu solidario, que cimentaron sus padres en ella desde niña para cumplir la importante encomienda de representar los intereses del pueblo en su barriada, en este  XVI Periodo de Mandato de la VII Legislatura.
  Comparte la responsabilidad en el ejercicio del poder desde la base con la de secretaria ejecutiva de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) en la provincia santiaguera, y es una de las secretarias del núcleo del Partido Comunista de Cuba, lo cual quiere decir que debe distribuir muy bien su tiempo para encarar cada misión.
   Licenciada en Educación Primaria,  desde hace 12 años tiene gratos recuerdos de su condición de maestra y contacto con los alumnos en el seminternado  Clodomira Acosta, en el reparto Vista Alegre, de la Ciudad Héroe.
   “Es una linda experiencia que mucho me ha servido en la vida”, confiesa.
  “En la asociación atiendo la superación y las faenas han crecido con la actualización del modelo de la economía cubana, proceso en el que los profesionales de esta rama poseen un campo de trabajo y responsabilidad enormes”, destaca Eva María.
  “La disciplina adquirida en mi desempeño laboral, primero en  la escuela y ahora en la ANEC santiaguera, que es Vanguardia Nacional, me han enseñado a hacer una planificación rigurosa en todos los sentidos Y a desarrollarme profesional y socialmente, sin perjudicar las horas para la familia y el esparcimiento”.
  Cómo lo logra, es una fórmula que gustosamente comparte:
  “Tengo un carácter alegre, quienes me conocen alegan que soy dulce y exigente, y me caracterizo por sumar, siempre sumar, a los que mucho aportan, a los que lo hacen en menor medida y a los  indiferentes; con estos también cuento para que les sirva el ejemplo de los demás.
  “Lo primero en mi función de delegada es darles  importancia a todas las preocupaciones e inquietudes de las personas, por muy sencillas que parezcan, las cuales deben sentirse atendidas, ver el interés por resolver su problema, aunque sea con respuesta verbal, una recomendación, con solución material o de otra manera”.
  Una de sus electoras, Marisol Casanova, refiere que esa tarea le viene como anillo al dedo a Eva María, quien siente placer de  colaborar, de servir a los demás, es como si tuviera vocación para hacerlo, y resulta capaz de sacrificar sus asuntos personales por el bien de la comunidad, una cualidad necesaria en estos menesteres, que se aprecia en ella.
  “A veces es difícil encontrarla, es una mujer multioficio, pero está
 donde se le reclama: en la bodega, en el supermercado, en gestiones para resolver problemas con el agua, en labores de saneamiento ambiental para eliminar el mosquito. Muy diligente y dispuesta, ella transpira la vocación de servir que caracteriza a las cubanas”, argumentan varios vecinos.
  “Siempre que convoco me responden, porque soy, además, presidenta del Comité de Defensa de la Revolución de mi cuadra, pero ahí tengo el apoyo incondicional de mis conciudadanos, sobre todo de Olguita, Denia, Andrés y Margarita, entre otros que me tienden la mano sin miramientos en cualquier circunstancia”, afirma satisfecha de compartir avatares y logros.
  Eva María vive dando y recibiendo amor, especialmente a su hija Carolina, de siete años,  con quien disfruta de pasear los días de descanso,  “pues es la primera prioridad en mi vida”, además de escuchar música, ver buenas películas y compartir con amigos y amigas y compañeros de trabajo.
   Especial lugar también ocupa su madre, que a pesar de tener una discapacidad, constituye su retaguardia más segura en el cuidado de la niña, cuando ella está ausente por alguna misión de trabajo o de otra índole.
  Una confesión final  que con orgullo enarbola: “Soy santiaguera de pura cepa. Nací en  esta ciudad, que es uno de mis grandes amores, en San Félix y Enramadas, en el corazón del casco histórico. La necesito para respirar y no la cambio por nada, ni siquiera por los sismos que nos acechan y hacen temblar la tierra pero no a sus fieles moradores”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario