Lourdes Elena García Bereau
La historia reclama
los recuerdos, en un retroceso rápido a las relecturas inteligentes de palabras
que, con más de cinco décadas, marcan la postura cultural de la Revolución
Cubana, iniciada el primero de enero de 1959.
Distantes en tiempo
-55 años después-, los creadores de la
Isla reviven hoy aquellos intercambios sostenidos los días 16, 23 y 30 de junio
de 1961, entre la dirección de la Revolución, en especial su Líder Fidel
Castro, y un grupo de escritores y artistas.
A la luz del
presente, “Palabras a los Intelectuales” –discurso final protagonizado por el
Comandante en Jefe- resulta una inequívoca guía, testigo impreso de esa
libertad, que en los primeros años de Revolución fue concedida a los más
eruditos artistas de Cuba.
“La Revolución no
puede pretender asfixiar el arte o la cultura, cuando una de las metas y uno de
los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la
cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un verdadero
patrimonio del pueblo”, dijo Fidel en aquella ocasión, frente a un salón lleno
de intelectuales preocupados por sus espacios y derechos en el seno del nuevo
Estado.
Entre los escuchas,
personalidades como Roberto Fernández Retamar, Alfredo Guevara, Graziella
Pogolotti, Lisandro Otero, Pablo Armando Fernández, José Lezama Lima, Virgilio
Piñera y Miguel Barnet, buscaban respuestas y discutían sobre temores acerca de
la influencia del “realismo socialista” en la naciente Revolución.
El contexto
socio-cultural auguraba cambios positivos para la formación y educación del
pueblo, con la puesta en marcha de la Campaña de Alfabetización, el
fortalecimiento del Ballet Nacional de Cuba y la Biblioteca Nacional, la
construcción del Teatro Nacional y la fundación del Instituto Cubano del Arte e
Industria Cinematográficos (ICAIC), la Casa de las Américas, la Orquesta
Sinfónica y la Imprenta Nacional.
Los debates dieron
sus frutos ese mismo año con la creación de la Unión de Escritores y Artistas
de Cuba, representación seria de una institucionalidad que apoyaba y fomentaba
el desarrollo artístico desde las ciudades hasta las comunidades más
recónditas.
“Palabras a los
intelectuales” constituyó un llamado a la acción conjunta para el crecimiento
espiritual de un pueblo que definiría Fidel como “olvidado y cruelmente
explotado”.
Miguel Barnet, con
motivo del advenimiento del aniversario 55 de este histórico encuentro, expresó
a la prensa que: “aquellas palabras fueron una revelación para todos los que
estábamos allí. Fue un acto de una lucidez meridiana”.
El escritor, folclorista
y etnólogo, Premio Nacional de Literatura en 1994, recuerda esos intercambios
como “un giro de inflexión y un cambio de mi concepto de la cultura, a pesar de
que siempre tuve vocación por la cultura popular, por las tradiciones, por el
folclor”.
Aun cuando varios
enemigos de la Revolución a la lo largo de la historia han querido
descontextualizar la famosa cita del Comandante: “Dentro de la Revolución todo,
contra la Revolución nada”, el autor de Biografía de un Cimarrón confesó que
“esas palabras de unidad, de coherencia, fueron la plataforma inicial de lo que
es hoy nuestra política cultural: abierta, flexible, con libertad de
tendencias”.
“Permítanme
decirles en primer lugar que la Revolución defiende la libertad, que la
Revolución ha traído al país una suma muy grande de libertades, que la
Revolución no puede ser por esencia enemiga de las libertades; que si la
preocupación de alguno es que la Revolución vaya a asfixiar su espíritu
creador, que esa preocupación es innecesaria, que esa preocupación no tiene
razón de ser”, alegó Fidel hace 55 años, tras horas de diálogo y consenso con
la vanguardia artística más prominente de la Isla.
Sus palabras
–pruebas incuestionables de la importancia e igualdad de todos para el Gobierno
Revolucionario- sirvieron de impulso para una pléyade de creadores que
nutrieron y conformaron su obra desde el espíritu honesto y revolucionario.
Hoy, cuando la
penetración cultural y los modelos de consumo importados buscan con más ahínco
abrirse paso entre los artistas y escritores de Cuba, las ideas esbozadas hace
más de cinco décadas aún explican la necesidad de un arte comprometido con el
pueblo y su historia.
“Las Palabras a los
Intelectuales fueron una iluminación, para mí y para muchos de los que
estábamos allí, no solamente por los conceptos que el Comandante en Jefe
expresó, sino por aquel lenguaje. Era discursivo, coloquial, dialogante. Tengo
frescos en mi memoria aquellos días que fueron decisivos para un hombre como
yo”, recordó en una ocasión Miguel
Barnet, quien ha seguido desde la UNEAC las premisas pactadas en aquellos días
de 1961.