miércoles, 8 de junio de 2016

Caridad es feliz: ha asumido el legado de Ana Betancourt



Aída Quintero Dip
   Cuántos recuerdos acudirían a la mente de Caridad García Rondón aquel 23 de agosto del 2000, cuando el General de Ejército Raúl Castro colocaba en su pecho la Orden Ana Betancourt que le confiriera el Consejo de Estado de la República de Cuba, junto a un grupo de sobresalientes mujeres.
   “Tanto honor todavía me emociona, guardo con especial cariño ese momento que tiene una significación muy grande en mi vida”, confesó.
   Precisamente en la Escuela para Campesinas Ana Betancourt, en La Habana, creada por interés del Líder de la Revolución, Fidel Castro, llegó casi niña en 1963 para aprender corte y costura y elevar su nivel escolar desde su natal El Arpón, un paraje intrincado del actual municipio de Segundo Frente, en la provincia de Santiago de Cuba.
   En la vida de Caridad, licenciada en Derecho en 1977 en la Universidad de La Habana, es recurrente el nombre de la insigne patriota, precursora en la lucha por los derechos de la mujer, quien alzó su voz para defenderlos, anticipándose a su época, en el Guáimaro insurrecto de la Asamblea Constituyente de 1869.
   También ella ha escrito su propia historia que gustosamente comparte: “Fui la primera mujer Presidenta del Tribunal Provincial Popular en Santiago de Cuba desde 1994 hasta el 2000, y luego, por solicitud del Tribunal Supremo, ocupé igual cargo en la provincia de Matanzas hasta el 2006, responsabilidad que me exigió una alta dosis de dedicación y entrega”.
   Esta santiaguera constituye un buen ejemplo del desempeño de las féminas en la rama de la administración de justicia en Cuba, quienes merecen el reconocimiento junto a todos sus colegas, en ocasión de celebrarse el Día del Trabajador Jurídico, este ocho de junio.
   “La gran pasión de mi vida era ser jueza, y una vez graduada en Derecho ejercí el oficio de administrar justicia, me enamoré de ese trabajo con el cual cumplía mi sueño, pues siempre tuve un sentimiento muy arraigado contra la injusticia y la maldad”, expresa feliz del camino transitado.
   “Tuve la suerte de tomar posesión del cargo el 24 de febrero de 1978, en ocasión del aniversario 83 del Grito de Baire, en el mismo sitio que ha pasado a la posteridad por su trascendencia en el devenir histórico de la Patria”.
   Esos mismos ideales de justicia que ha defendido invariablemente la llevaron a Venezuela, en el período 2010-2011, primero como profesora de la Escuela Nacional de Cuadros del Poder Popular y luego metodóloga de la misión de formación del Frente Francisco Miranda.
   Su otra pasión, la enseñanza, la satisfizo de muchas maneras: “Impartí clases en la Universidad de Oriente (UO) de Derecho Penal, Derecho Penal General, Penal Especial y Procesal Penal, y Criminología, así como Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho en la Universidad de Matanzas, labor que me nutrió considerablemente”.
   “Ahora cuando se cumplen 40 años de creados los órganos del Poder Popular me complace haber dado mi aporte a su desarrollo, al ser delegada de circunscripción en el centro urbano José Martí y de la Asamblea Provincial en Santiago de Cuba por tres mandatos, faena que repetí en territorio yumurino por cinco años”, recuerda.
   Cary, como la llaman cariñosamente, ha tenido una vida social y de trabajo muy intensa, enaltecedora; fue diputada al Parlamento cubano en la Quinta Legislatura, en la que integró la Comisión de Asuntos Jurídicos y Constitucionales y el grupo parlamentario Cuba-Italia.
   Hoy jubilada no se detiene, sigue siendo útil frente al aula en la UO: “No concibo quedarme de brazos cruzados con cuanto he aprendido en el ejercicio profesional, es un deber transmitirlo a las nuevas generaciones”, afirma.
   Con igual energía se entrega a sus otros amores, prioridad importante en su vida, como su esposo René Blanco Heredia, ingeniero civil y profesor de la UO; y sus tres nietos: Liliana, Rodrigo y Fernanda, los dos últimos mellizos que han alborotado la paz del hogar desde el 28 de abril pasado.
   Caridad García Rondón bien merece las palabras que José Martí dedicara a la patriota camagüeyana: "...y en el noble tumulto una mujer de oratoria vibrante, Ana Betancourt, anuncia que el fuego de la libertad y el ansia de martirio no calienta con más viveza el alma del hombre que la de la mujer cubana."

No hay comentarios:

Publicar un comentario