viernes, 1 de julio de 2016

Arelis Yudith, de las personas que tienen amor en el corazón



Aída Quintero Dip
   El círculo infantil Mis zapaticos, ubicado en La Risueña, en la  ciudad de Santiago de Cuba, es como la casa grande de Arelis Yudith  Ochoa Chaveco. Allí se las ingenia para darles ternura a todos los  niños y niñas que la reclaman  y le profesan un cariño muy especial  cada mañana.
   Ese fue su primer centro laboral desde hace casi 26 años y ella  intuye que será el único, por lo bien que se siente rodeada de los  infantes, quienes saben multiplicarle las alegrías y cimentan  cotidianamente nuevas emociones para que nunca le falte amor para  entregarles.
   Arelis Yudith se tituló en la Escuela Formadora de Maestros Frank  País, de la Ciudad Héroe,  donde en el segundo año de la carrera optó  por ser Educadora de Círculos Infantiles y “estoy  feliz de haber  escogido ese camino, pues me ha ido de maravilla”, confiesa.
   “Decididamente nací para enseñar, me gustan los pequeños, me encanta  trabajar con ellos,    disfruto a plenitud de su compañía, de sus  travesuras y hasta de sus perretas, pues he aprendido a controlarlos y  ganármelos con afectos y más afectos”.
   Se interesó por la especialidad de Educación Musical que concluyó en  1990 y tiene la responsabilidad de formar unidades artísticas, tanto  con los infantes como con los trabajadores del centro, de esa manera  ha creado coros, danzas, grupos de música, solistas, dramatizaciones…
   Una muestra de su quehacer lo regaló el 10 de abril último en la  celebración por los 55 años de creados los círculos infantiles, en el  Teatro Heredia, donde sus pupilos se lucieron y fueron la sensación  del auditorio.
   Esa alma de niña grande que la escolta posee su raíz en el intrincado paraje de Mangá, en el municipio santiaguero de Segundo  Frente, donde aún viven sus padres y ella nació y creció rodeada de  amor y de una naturaleza virgen y exuberante que le aportó tanto  espiritualmente  que le alcanza para compartir a manos llenas.
    Bien sabe por qué siempre revolotea por su cabeza un pensamiento de  José Martí, que trata de hacer realidad en su desempeño cotidiano:  “…el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para  transformar a la persona,  si le multiplica la capacidad creadora…”
  “Difícil sí, este trabajo es muy difícil, admite sin titubeo, pero  gratificante a la vez, cuando una observa cómo aprenden, dejan de ser  huraños, participan con desenfado, memorizan textos sencillos,  canciones, versos  y destilan alegría por todas partes.
   “Se logra si pones todo el empeño con una alta dosis de amor,  ternura y comprensión; además hay que ser sistemáticos y no cansarse,  tampoco ponerte brava con ellos porque algo salga mal o no lo hagan  como lo concebiste.
   “Me considero de las personas que tienen amor en el corazón y tal  virtud ha sido ideal para tener esa empatía con los niños, sé cómo  tratarlos cuando lloran porque papá o mamá los dejan a nuestro  cuidado, tengo mucha paciencia para llegar a ellos y conquistarlos”.
   Invariablemente a ella le gustó cantar y de hecho lo hace, con buenas referencias de quienes la han escuchado, incluso integró el grupo Son Santiago, de artistas aficionados de música tradicional, en el cual era solista.
   Esta incansable mujer ostenta la Distinción Por la Educación Cubana como reconocimiento a sus méritos profesionales y haber contribuido  con su labor al enriquecimiento de la educación desde un ámbito tan  peculiar como es el círculo infantil, donde se forjan los primeros  valores  en las edades más tempranas.
    Como asidua participante en los eventos de pedagogía en calidad de  jurado o ponente ha expuesto sus experiencias, muy útiles también para  colegas de instituciones similares.
    Exhibe un espíritu de superación admirable, se graduó de Licenciada  en Educación Preescolar en 1996 y luego se hizo Máster en Ciencias de la Educación, preparación que le ha servido para obtener excelentes  resultados cursos tras cursos con evaluación de MB, además de ser  tutora de maestros en formación.
   Capítulo valioso en su existencia son sus mellizas Lisandra y Lianet  que las parió casi al término de su carrera,  pero ese prodigio de la  vida que es la maternidad no le impidió continuar su faena en el  círculo, donde más tarde también se forjaron sus hijas que le decían  seño mami.
   Hoy sus dos frutos verdaderos estudian el cuarto año de la carrera  de Ingeniería en Informática en la Universidad de Oriente y son unas  muchachas cariñosas, inteligentes, de una vida interior intensa, plena; el otro gran orgullo de Arelis Yudith.

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