Jorge Legañoa Alonso
La Habana, 17 mar (ACN) El presidente Hugo Chávez y el Comandante en Jefe Fidel Castro tenían fama de hablar en público y también privado por largo rato, incluso bromeaban sobre quién tenía el record de horas al dar un discurso.
No se sabe muy a las claras cuál de los dos posee el récord de la intervención pública más larga; lo cierto es que a estas alturas ese detalle no es tan importante, porque ambos lograron confraternizar tanto que Chávez incluso dice que le tiró piedras a Fidel para que se callara.
Comandantes les regala otra de esas incontables anécdotas de ambos amigos.
Yo le tiré piedras a Fidel
Por Hugo Chávez Frías
¿Tú sabes ese cuento? Yo le tiré piedras a Fidel, duro, ¿verdad?, porque no quería dejar de hablar.
El sol se ocultaba. El presidente Fernando Henrique de Brasil y yo teníamos que ir a Boa Vista en helicóptero. Y Fidel habla que habla.
Estaba dando una clase de la soya y de la vaca mecánica, aquella que Brasil le mandó una vez a Cuba, que no sé cuántos litros de soya producía. Bueno, él estaba dando una clase, una señora clase.
Pero es que el tiempo no daba, y yo empiezo a tirarle piedritas. ¡Paqui!, le pegaba. Hasta que le pegué en un tobillo y le dolió, porque dejó de hablar. Estaba cumpliendo años Fidel ese día, setenta y cinco años. Fue un 13 de agosto.
viernes, 17 de marzo de 2017
miércoles, 15 de marzo de 2017
Historia y juramento vibran en Mangos de Baraguá
Aída Quintero Dip
Servicio Especial de la ACN
Mangos de Baraguá
trasciende y enaltece su gloria y su honra cada día, íntimamente relacionado
con un hecho político trascendental en la historia de Cuba, es mucho más que un
entrañable pedazo de suelo patrio.
Constituye la
expresión de un símbolo y del arraigado sentimiento patriótico del pueblo que
juró no ponerse nunca de rodillas, tras las huellas de Antonio Maceo Grajales,
quien supo erguirse y adoptar una posición que salvó moralmente a la
Revolución.
La voz del Titán de
Bronce, el insigne hijo de esta tierra que habló el 15 de marzo de 1878 por
todos los cubanos dignos, se ha multiplicado de siglo en siglo para mantener la
intransigencia revolucionaria enarbolada como bandera aquel día en que nació su
viril protesta.
Al entrevistarse el
Mayor General del Ejército Libertador con el general español Arsenio Martínez
Campos, máxima autoridad colonial en la Isla, le manifestó su inconformidad con
deponer las armas sin alcanzar la independencia y la erradicación de la
esclavitud, dos sagrados objetivos por
los que tanto se había luchado.
Gracias a ese
episodio valiente, oportuno y firme se consolidó el pensamiento revolucionario
cubano y reafirmó la decisión y el compromiso de volver al campo de batalla
para conquistar la libertad con el filo del machete.
Han pasado 139 años
de la Protesta de Baraguá, “lo más glorioso de la historia de Cuba”, como la
calificó José Martí, y su herencia tiene plena vigencia como única respuesta
posible ante el bochornoso Pacto del Zanjón.
No queremos paz sin
independencia, fue la sabia advertencia de Antonio Maceo que dejó un legado
imperecedero para las nuevas generaciones de cómo hay que defenderse para ser
verdaderamente dueños de su destino.
Una lección de
utilidad y validez para quienes se someten, socavan su soberanía, vulneran los
principios y claudican ante las presiones del imperio.
Por eso Mangos de
Baraguá volvió a ser protagonista en la historia el 19 de febrero del 2000,
cuando, en el mismo escenario escogido en el siglo XIX por Maceo y sus huestes mambisas,
miles de compatriotas exigieron la devolución al seno de su familia de un niño
secuestrado en las entrañas del monstruo.
Entonces volvió a
vibrar el clamor soberano en un lugar convertido en parte decisiva de la
Batalla de Ideas, que se hizo juramento para todos los tiempos como arma
invencible, contra la que no pueden las armas nucleares, tecnológicas, militares o científicas.
Allí los cubanos
prometieron defender, bajo cualquier circunstancia, su derecho a la paz, el
respeto a la soberanía y a sus intereses más sagrados, y por su cumplimiento
han obrado con inteligencia y sin tregua.
También han sido
consecuentes con el juramento de luchar contra las agresiones y amenazas a la seguridad del país, y los actos de terrorismo, el bloqueo y la
guerra económica, los planes de subversión, el diversionismo ideológico y la
desestabilización interna.
Como resultado de lo jurado ante la gloria
inmortal de Maceo, desde el mismo sitio de donde partió, el 22 de octubre de
1895, la invasión de Oriente a Occidente, se ha profundizado en una sólida
conciencia revolucionaria.
El juramento de
Baraguá es mucho más que deber y compromiso con el presente y el futuro, es
documento de alta prioridad y vigencia, por su valor estratégico y como texto
de perenne consulta, en correspondencia con la coyuntura actual que viven los cubanos.
Este 15 de
marzo de 2017 hay más razón, más motivaciones y voluntad de luchar cohesionados
los veteranos y los pinos nuevos para que Cuba sea un eterno Baraguá.
viernes, 3 de marzo de 2017
Martín Corona, maestro del periodismo en Granma
Yasel Toledo Garnache
El protagonista a quien van dedicados estos párrafos llegó al periodismo hace 40 años y, poco a poco, se convirtió en uno de los mejores profesionales de la provincia de Granma y de todo el país, maestro de las técnicas periodísticas y la precisión.
Nació entre lomas en la comunidad de El Plátano, intrincado paraje de la Sierra Maestra en el municipio de Pilón, cuna también de Guillermo García Frías, Comandante de la Revolución y Héroe de la República de Cuba.
Martín Aurelio Corona Jerez tiene fama de exigente, y lo es, como un aspirante permanente a la perfección. Revisa cada frase escrita con detenimiento, y tal vez por eso sus textos suelen ser impecables, frutos del talento y el esmero, una enseñanza para quienes comenzamos ante las páginas en blanco y también aspiramos a la superación infinita.
El reciente premio Rubén Castillo Ramos, el más importante otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en esta provincia, constituye un reconocimiento muy merecido a quien tiene una lista enorme de éxitos profesionales, como la medalla Aniversario 50 de la UPEC, la distinción Félix Elmuza, el premio provincial de historia José Maceo Verdecia y el nacional Pablo de la Torriente Brau.
Después de conocer la noticia del nuevo galardón, acepta
felicitaciones, “estrechones” de manos y besos de algunas compañeras, dice bromas que hacen reír a todos, y se sienta frente a la computadora, como cada día desde hace mucho.
Luego, recuerda momentos de su infancia y manifiesta que todo se lo debe a la Revolución. "Ella me salvó y estoy agradecido por eso", expresa con seguridad quien trabajó desde pequeño y fue inscrito a los 11 años de edad, después de salir de las montañas para becarse y estudiar.
Aclara que él jamás concederá entrevistas, porque los periodistas no son noticia ni deben serlo jamás, quizás esa es parte de otra de sus clases. Añade que los campesinos, los deportistas, los médicos… tienen las historias más sobresalientes.
“Mis opiniones están en mis textos, quienes me leen las conocen, agrega y sigue en lo suyo”. Teclea ideas en un documento de Word, termina la información de un hecho de la jornada y la envía al editor.
Corona Jerez, Hijo Ilustre de Pilón, su municipio natal, ha sido maestro de varias generaciones de periodistas en la provincia, a quienes enseñó y todavía lo hace, con su dedicación casi excesiva, motor para su labor sin descanso.
Los jóvenes y los de más experiencia lo reconocemos como el mejor periodista de la provincia en los temas de Historia y uno de los más conocedores del país, autor de un libro de testimonios de campesinos que ayudaron a los expedicionarios del yate Granma. Ha trabajado en prensa escrita, radial y televisiva.
Desde 1988 se desempeña en la Agencia Cubana de Noticias y como colaborador de Radio Habana Cuba, ha publicado en los periódicos La Demajagua, Granma y Juventud Rebelde, y en las revistas Ventana Sur, Bohemia, Verde Olivo y Habanera.
Martín Corona Jerez, el niño de El Plátano, el adolescente becado, el joven soñador, el hombre exigente y amante del béisbol, el profesional multipremiado, sigue en el periodismo y ojalá esté siempre para bien de la profesión.
Tal vez, cuando usted lea estas líneas él permanezca escribiendo en la redacción de la ACN en Granma o en una cobertura. Algunos buscaremos siempre sus textos para leer y aprender.
Cuando yo terminaba estas líneas, se paró de la silla de al lado, conversamos algo y salió con calma. Quizás en busca de otros protagonistas de noticias.
El protagonista a quien van dedicados estos párrafos llegó al periodismo hace 40 años y, poco a poco, se convirtió en uno de los mejores profesionales de la provincia de Granma y de todo el país, maestro de las técnicas periodísticas y la precisión.
Nació entre lomas en la comunidad de El Plátano, intrincado paraje de la Sierra Maestra en el municipio de Pilón, cuna también de Guillermo García Frías, Comandante de la Revolución y Héroe de la República de Cuba.
Martín Aurelio Corona Jerez tiene fama de exigente, y lo es, como un aspirante permanente a la perfección. Revisa cada frase escrita con detenimiento, y tal vez por eso sus textos suelen ser impecables, frutos del talento y el esmero, una enseñanza para quienes comenzamos ante las páginas en blanco y también aspiramos a la superación infinita.
El reciente premio Rubén Castillo Ramos, el más importante otorgado por la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en esta provincia, constituye un reconocimiento muy merecido a quien tiene una lista enorme de éxitos profesionales, como la medalla Aniversario 50 de la UPEC, la distinción Félix Elmuza, el premio provincial de historia José Maceo Verdecia y el nacional Pablo de la Torriente Brau.
Después de conocer la noticia del nuevo galardón, acepta
felicitaciones, “estrechones” de manos y besos de algunas compañeras, dice bromas que hacen reír a todos, y se sienta frente a la computadora, como cada día desde hace mucho.
Luego, recuerda momentos de su infancia y manifiesta que todo se lo debe a la Revolución. "Ella me salvó y estoy agradecido por eso", expresa con seguridad quien trabajó desde pequeño y fue inscrito a los 11 años de edad, después de salir de las montañas para becarse y estudiar.
Aclara que él jamás concederá entrevistas, porque los periodistas no son noticia ni deben serlo jamás, quizás esa es parte de otra de sus clases. Añade que los campesinos, los deportistas, los médicos… tienen las historias más sobresalientes.
“Mis opiniones están en mis textos, quienes me leen las conocen, agrega y sigue en lo suyo”. Teclea ideas en un documento de Word, termina la información de un hecho de la jornada y la envía al editor.
Corona Jerez, Hijo Ilustre de Pilón, su municipio natal, ha sido maestro de varias generaciones de periodistas en la provincia, a quienes enseñó y todavía lo hace, con su dedicación casi excesiva, motor para su labor sin descanso.
Los jóvenes y los de más experiencia lo reconocemos como el mejor periodista de la provincia en los temas de Historia y uno de los más conocedores del país, autor de un libro de testimonios de campesinos que ayudaron a los expedicionarios del yate Granma. Ha trabajado en prensa escrita, radial y televisiva.
Desde 1988 se desempeña en la Agencia Cubana de Noticias y como colaborador de Radio Habana Cuba, ha publicado en los periódicos La Demajagua, Granma y Juventud Rebelde, y en las revistas Ventana Sur, Bohemia, Verde Olivo y Habanera.
Martín Corona Jerez, el niño de El Plátano, el adolescente becado, el joven soñador, el hombre exigente y amante del béisbol, el profesional multipremiado, sigue en el periodismo y ojalá esté siempre para bien de la profesión.
Tal vez, cuando usted lea estas líneas él permanezca escribiendo en la redacción de la ACN en Granma o en una cobertura. Algunos buscaremos siempre sus textos para leer y aprender.
Cuando yo terminaba estas líneas, se paró de la silla de al lado, conversamos algo y salió con calma. Quizás en busca de otros protagonistas de noticias.
Él día que Chávez quiso lanzar a Fidel al agua
Jorge Legañoa Alonso
La Habana, 3 mar (ACN) En esta nueva entrega de la serie de
anécdotas: Comandantes; escritas por el presidente Hugo Chávez Frías y
recopiladas en el libro Cuentos del Arañero, el líder bolivariano nos revela
detalles del día que tuvo deseos de lanzar a Fidel al agua.
Este cuento, como
el resto de los que el arañero de Sabaneta dedicó a Fidel, evoca a un hombre interrogador insaciable que no se
queda con ninguna duda y trata de ir más allá de la respuesta que se le pueda
dar porque como muchos han subrayado, Fidel es Fidel.
¡El colmo de los
colmos!
Por Hugo Chávez
Frías
El próximo domingo
es trece. Bueno, será un Aló Presidente especial, dedicado a tu cumpleaños,
Fidel, ochenta años. Hay que recordar que Fidel, precisamente aquí en el estado
Bolívar, cumplió setenta y cinco. ¡Ah!, esa vez me tenía loco a preguntas.
Él empezó a
preguntar y a preguntar, y yo te mandé a llamar a ti (gobernador Francisco
Rangel), y después tú mandaste a llamar a un técnico, porque él quería saber.
Bueno, primero el
tendido eléctrico, que lo inauguramos el día siguiente. Él estuvo preguntando
cuánto valía un kilovatio, en cuánto salió construir cada torre, en cuánto
salía el kilómetro de cable, cuántos cables eran, la tensión de los cables,
cuántas torres, bueno, y a cuánto le vendíamos a Brasil el kilovatio por hora.
Ahí le respondimos
casi todas las preguntas. Pero cuando íbamos en el lago, navegando en la canoa,
me dijo: “Chávez, ¿qué velocidad tú crees que trae el agua allá en la
cascada?”. Me dieron ganas de empujarlo al agua. ¿Qué voy yo a saber?
“Calcula, echa un
cálculo allí de cuando viene cayendo el agua, no es muy difícil, tú haces así y
más o menos calculas. Calcula tú”, me dijo: “Debe venir como a 300 kilómetros
por hora y cuando está llegando abajo 350”, respondí.
Pero después me
dice: “¿Y qué profundidad tendrá este lago?”. “Tendrá como 15 metros”, yo
inventando. “¿Y la temperatura del agua?”.
“Bueno, no sé,
chico, será como 20 grados”. Entonces, mete el dedo en el agua y dice: “No, 17,5
grados”. ¡El colmo de los colmos! ¡El preguntador sin fin!
jueves, 2 de marzo de 2017
A la Tierra del Sol Naciente a darlo todo
Evelyn Corbillón Díaz
La suerte está
echada. Cuba llegará a Japón con algo más que las ansias de retornar al podio
del Clásico Mundial de Béisbol, la más importante competencia de selecciones a
nivel global, que en la primera edición saboreó con su segundo puesto, luego de
la discusión del título ante el conjunto nipón.
Lo hará consciente
de las implicaciones de una buena actuación en la llamada Tierra del Sol
Naciente, no solo para el prestigio internacional, sino como muestra de que en
la Mayor de las Antillas resurge el pasatiempo nacional, de que el evento
cubano da pasos acertados en el fogueo de sus protagonistas y la afición puede
hablar de nuevo orgullosa de su equipo.
Cuando el siete de
marzo venidero en el estadio Tokio Dome se escuche la voz de play ball, el
elenco antillano comenzará otra vez a hacer historia, por la simple razón de
medirse a otros que lucen muy grandes para el tamaño del torneo de las bolas y
los strikes en un pequeño archipiélago situado en el Mar Caribe, bloqueado y
vilipendiado hasta la saciedad.
El timonel Carlos
Martí, con su certera conducción de los Alazanes de Granma hacia la corona de
la LVI Serie Nacional, el cuarto escaño en la LIX Serie del Caribe y la
experiencia de más de cuatro décadas al servicio de la pelota cubana, se ganó
el respeto y admiración de cuantos aman el deporte dentro y fuera de nuestras
fronteras.
Ahora, junto a su
cuerpo técnico asumirá un duro reto en su carrera, pero lo respalda el
compromiso con sus discípulos y los más de 11 millones de cubanos expectantes,
ávidos de ver en la grama el coraje distintivo de los nacidos en esta región
del mundo y que no los dejará “tirar la toalla” hasta el último out.
Figuras jóvenes
deberán nutrirse de la experiencia de aquellos con mayor cantidad de
comparecencias en citas del orbe, como es el caso de los integrantes de la
nómina participantes en algunas de las ediciones precedentes del Clásico, con
destaque para Frederich Cepeda y Alfredo Despaigne, amplios conocedores de las
mañas del béisbol japonés.
Rivales poderosos y
otros con deseos de crecerse en la cuarta entrega, enfrentará la escuadra
cubana, aunque solo su presencia en la segunda ronda resultaría más que
meritoria, en la cual se verán las caras las dos mejores novenas de los grupos
A y B.
Superar los
resultados de las lides de 2009 y 2013, quizás no figure en las mentes
estrategas de la delegación caribeña por la sabida fuerza de la gran mayoría de
los asistentes; no obstante, los aficionados sí albergan esas esperanzas por
remotas que puedan parecer y más allá de vaticinios adversos.
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