Onelia Chaveco
Entre las tres
categorías de escritores: los que escriben sin pensar, los que piensan para
escribir y los que escriben después de haber pensado, Carlos Rafael Rodríguez
quería pertenecer al último grupo.
El verbo razonado
hasta en los momentos de mayor improvisación mostraba entonces que la madurez y
raciocinio del intelectual, político y
revolucionario cienfueguero, venían del análisis previo, pero también de esa
vasta cultura, que con solo 20 años afloraba y recibía halagos de intelectuales
como Manuel Navarro Luna, Jorge Mañach y Medardo Vitier.
Pero, ¿quién fue
Carlos Rafael Rodríguez que hoy su pensamiento económico, antimperialista y
revolucionario da respuesta a muchos debates suscitados en aulas universitarias
y centros obreros sobre la realidad cubana y la actualización de su modelo
económico?
Antes de merecer
tantos títulos honoríficos y llegar a ser miembro del Buró Político del Partido
Comunista de Cuba, este hombre venerable fue un muchacho inquieto, con las
propias contradicciones y rebeldía de los jóvenes, muy dispuestos a los debates
como todos los adolescentes que hoy recorren el Prado de Cienfuegos, tierra
donde nació el 24 de mayo de 1913.
Fue en esas calles y
en las aulas de los colegios Monserrat y Hermanos Maristas donde comenzó la
fogosidad de Carlos Rafael.
Con 17 años
participa en su ciudad natal en una manifestación contra el gobierno de Gerardo
Machado en protesta por la caída de Rafael Trejo, y con 18 años publica su
primer artículo Fuerzas encontradas en el periódico El País en la Habana, el 12
de agosto de 1931.
Es en esta ciudad
marinera, junto a varios colegas, donde funda el grupo literario Ariel, el cual
es presentado en el teatro Terry y donde el joven Carlos Rafael pronuncia un
discurso-ensayo titulado Significación de Ariel, publicado al día siguiente en
el diario La Correspondencia y ello le abre las puertas para colaborar con ese periódico.
Poco después funda
la revista Segur, donde publica el artículo “La docencia intacta”, además
traduce La dialéctica Marxista de Sidney Hook.
En 1935 cuando
Carlos Rafael entra en la Universidad de La Habana forma parte del equipo
editorial de la revista Universidad, y el 10 de enero pronuncia un discurso en
el Aula Magna en conmemoración a la caída de Julio Antonio Mella.
Allí en la magna
sede fortaleció su pensamiento intelectual y culminaría en cuatro años sus
estudios de Derecho y de Ciencias Políticas, Sociales y Económicas.
Vinculado a las
luchas clandestinas, apoya la llegada de
las columnas invasoras a La Habana y con el triunfo revolucionario se incorpora
de lleno a la construcción de la
sociedad nueva.
A su pensamiento
revolucionario se adosan los estudios sobre la economía en la fase de
transición del capitalismo al socialismo, con aportes a la conceptualización
del desarrollo y del crecimiento productivo.
Resulta singular la
proyección diversa del conocimiento de este cubano que logró profundizar con
idéntica claridad en temas económicos, como políticos y culturales.
De ahí sus ideas
pioneras al defender el desarrollo como un proceso favorable para incrementar
el bienestar de la sociedad.
En los primeros
años de la Revolución dirigió el Instituto Nacional de la Reforma Agraria.
Ocupó el cargo
de Ministro – Presidente de la Comisión
Nacional de Colaboración Económica y Científico-Técnica desde 1965 hasta 1976.
En ese periodo de tiempo asumió la cartera de representante
permanente de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) desde julio de 1972.
Carlos Rafael
Rodríguez también fue viceprimer Ministro para el sector de Organismos
Exteriores desde noviembre de 1972 hasta diciembre de 1976.
Miembro del Comité
Central del Partido Comunista de Cuba, desde su creación en octubre de 1965, y
de su secretariado desde 1965 hasta 1976, porque en el Primer Congreso del
Partido Comunista de Cuba, efectuado en diciembre de 1975, resultó elegido
miembro de su Comité Central y posteriormente de su Buró Político.
Su fallecimiento el
ocho de diciembre de 1997 constituyó una gran pérdida para la revolución
Cubana, que atravesaba un duro periodo especial, con cambios económicos y una lucha tenaz por preservar las conquistas
en medio de un recrudecido bloqueo yanqui al país.
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