viernes, 8 de diciembre de 2017

Carlos Rafael Rodríguez: un hombre de talla extraordinaria



Onelia Chaveco
   Entre las tres categorías de escritores: los que escriben sin pensar, los que piensan para escribir y los que escriben después de haber pensado, Carlos Rafael Rodríguez quería pertenecer al último grupo.
   El verbo razonado hasta en los momentos de mayor improvisación mostraba entonces que la madurez y raciocinio del  intelectual, político y revolucionario cienfueguero, venían del análisis previo, pero también de esa vasta cultura, que con solo 20 años afloraba y recibía halagos de intelectuales como Manuel Navarro Luna, Jorge Mañach y Medardo Vitier.
 Pero, ¿quién fue Carlos Rafael Rodríguez que hoy su pensamiento económico, antimperialista y revolucionario da respuesta a muchos debates suscitados en aulas universitarias y centros obreros sobre la realidad cubana y la actualización de su modelo económico?
  Antes de merecer tantos títulos honoríficos y llegar a ser miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, este hombre venerable fue un muchacho inquieto, con las propias contradicciones y rebeldía de los jóvenes, muy dispuestos a los debates como todos los adolescentes que hoy recorren el Prado de Cienfuegos, tierra donde nació el 24 de mayo de 1913.
 Fue en esas calles y en las aulas de los colegios Monserrat y Hermanos Maristas donde comenzó la fogosidad de Carlos Rafael.
   Con 17 años participa en su ciudad natal en una manifestación contra el gobierno de Gerardo Machado en protesta por la caída de Rafael Trejo, y con 18 años publica su primer artículo Fuerzas encontradas en el periódico El País en la Habana, el 12 de agosto de 1931.
    Es en esta ciudad marinera, junto a varios colegas, donde funda el grupo literario Ariel, el cual es presentado en el teatro Terry y donde el joven Carlos Rafael pronuncia un discurso-ensayo titulado Significación de Ariel, publicado al día siguiente en el diario La Correspondencia y ello le abre las puertas para colaborar con ese periódico.
  Poco después funda la revista Segur, donde publica el artículo “La docencia intacta”, además traduce La dialéctica Marxista de Sidney Hook.
   En 1935 cuando Carlos Rafael entra en la Universidad de La Habana forma parte del equipo editorial de la revista Universidad, y el 10 de enero pronuncia un discurso en el Aula Magna en conmemoración a la caída de Julio Antonio Mella.
    Allí en la magna sede fortaleció su pensamiento intelectual y culminaría en cuatro años sus estudios de Derecho y de Ciencias Políticas, Sociales y Económicas.
  Vinculado a las luchas clandestinas,  apoya la llegada de las columnas invasoras a La Habana y con el triunfo revolucionario se incorpora de  lleno a la construcción de la sociedad  nueva.
   A su pensamiento revolucionario se adosan los estudios sobre la economía en la fase de transición del capitalismo al socialismo, con aportes a la conceptualización del desarrollo y del crecimiento productivo.
  Resulta singular la proyección diversa del conocimiento de este cubano que logró profundizar con idéntica claridad en temas económicos, como políticos y culturales.
    De ahí sus ideas pioneras al defender el desarrollo como un proceso favorable para incrementar el bienestar de la sociedad.
    En los primeros años de la Revolución dirigió el Instituto Nacional de la Reforma Agraria.
    Ocupó el cargo de  Ministro – Presidente de la Comisión Nacional de Colaboración Económica y Científico-Técnica desde 1965 hasta 1976.
En ese periodo de tiempo asumió la cartera de representante permanente de Cuba en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME)  desde julio de 1972.
 Carlos Rafael Rodríguez también fue viceprimer Ministro para el sector de Organismos Exteriores desde noviembre de 1972 hasta diciembre de 1976.
  Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, desde su creación en octubre de 1965, y de su secretariado desde 1965 hasta 1976, porque en el Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en diciembre de 1975, resultó elegido miembro de su Comité Central y posteriormente de su Buró Político.
  Su fallecimiento el ocho de diciembre de 1997 constituyó una gran pérdida para la revolución Cubana, que atravesaba un duro periodo especial, con cambios económicos y  una lucha tenaz por preservar las conquistas en medio de un recrudecido bloqueo yanqui al país.

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