Recetas de amor para los venerables ancianos
Aída Quintero Dip
Conozco una anciana venerable, como abundan
en Cuba, se llama Joaquina Aranda Montoya, que es todo amor y sabiduría,
siempre rodeada de cariño y de mimos familiares, la mejor receta para vivir más
y mejor.
Pensando en ella, medito en el deber de la
sociedad y especialmente de sus seres más cercanos de proteger a esas personas,
una misión ennoblecedora que enaltece y concierne a todos.
Es necesario otorgarle la prioridad que el
asunto merece y mirar con luz larga ya
que para el 2025 se pronostica que la Isla estará entre las naciones más
envejecidas de América Latina.
Pero desde hoy y cada día es preciso obrar
en complicidad para hacerles el amanecer más placentero, y todo el tiempo de
sus vidas, sin escatimar muestras de amor, primero amor, pues el arte de
envejecer es el arte de conservar alguna esperanza.
Los ancianos, por derecho propio, deben
ocupar un sitio de privilegio en el hogar y en cada espacio y estructura de la
sociedad, donde aún pueden disfrutar de la compañía de los descendientes,
hijos, nietos, bisnietos y hasta tataranietos, en algunos casos, además de los
encantos patrimoniales, históricos, culturales y del afecto de las personas que
les rodean.
Para que esa etapa de atinados consejos y un
caudal valioso de experiencia y sabiduría sea satisfactoria, es necesario
prodigarles atención esmerada y crearles
condiciones óptimas para una superior calidad de vida.
Es altamente criticable la actitud de quienes
maltratan a los longevos con palabras o acciones, que no les proporcionan las atenciones que merecen, en
una guagua, en un hospital, en la bodega, en la casa, donde no solo demandan
alimentación adecuada para su edad, sino del aseo a su hora y también de
distracciones propias a ese grupo
etario.
En la aspiración de bienestar supremo para
nuestros queridos viejos no pueden faltar
las expresiones de afecto, cariño, y es preciso reiterarlo, además del
apoyo sin medida en el hogar y en el seno de la familia, y en cada espacio
público donde estas personas se encuentren, una cultura que es imprescindible
ir arraigando.
Insertada en uno de los programas más
sensibles forjados por la Revolución, la Atención al Adulto Mayor prioriza la
asistencia integral, con énfasis en la
salud, así como la reparación, mantenimiento y construcción de áreas más
confortables como los hogares de ancianos y casas de abuelos.
“La mentalidad no debe ser que ya vivieron lo
que iban a vivir, sino intentar mejorar su calidad de vida, para que el tiempo
que les queda sea el mejor”, según criterios de investigadores sobre longevidad
y envejecimiento y salud.
Con tal precepto como bandera debe
trabajarse con las personas de la tercera edad,
como una de las estrategias del Estado fruto de la labor conjunta del
Gobierno y el Sistema de Salud, y con la premisa de que la solución de sus
necesidades no es un favor que les hacemos, sino una retribución merecida por
lo que hicieron con otras generaciones durante su paso por la existencia.
El énfasis está en conseguir mayor respaldo
de la familia al adulto mayor y en consolidar la atención a trastornos
emocionales como la depresión, para enfrentar el envejecimiento de la población
de manera más armónica, teniendo en cuenta que la esperanza de vida al nacer de
los cubanos supera los 77 años.
Ante el envejecimiento poblacional que
privilegia actualmente a Cuba, hay que darle prioridad a la construcción o
adaptación de locales para casas de
abuelos y hogares de ancianos, y diseminarlos también por los municipios, en la
medida de las posibilidades.
De acuerdo con el propósito de crear estilos
de vida más saludables y hacérsela más agradable, es importante asimismo el
funcionamiento de los círculos de abuelos, donde socializan diversas
actividades y, sobre todo, realizan ejercicios físicos que redundan en más
salud.
Ese empeño contribuye a cambios esenciales
que pueden coadyuvar a la reducción del número de caídas y accidentes, entre
otros beneficios, además de una asistencia integral de psicología,
estomatología, servicio social, enfermería y otras ramas consagradas a los
pacientes geriátricos.
El Programa Social de Atención al Adulto
Mayor se erige sobre tres pilares fundamentales: proyección del adulto mayor
como agente de cambio en la comunidad,
legitimación de un programa sociocultural como estímulo para su
participación social y articulación de
una estrategia para garantizar la accesibilidad de los ancianos.
Pero volviendo a la venerable anciana
Joaquina, debieran multiplicarse por cada rincón de esta hermosa Isla historias
como la de ella.
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