miércoles, 13 de junio de 2018

Jardín Botánico Cupaynicú: el verde que enamora


Maité Rizo Cedeño
   No pueden existir dicha y paz mayor que la alcanzada en medio del bosque, sentada bajo frondosos árboles, y con los oídos llenos del murmullo de ríos y aves, así, sintiéndolo todo verde.
   Tal vez caminar con los pies descalzos, respirar aire puro y olvidar que existen el ruido y la ciudad.
   Para lograr la armonía perfecta, afortunadamente, todavía quedan lugares así, a los que podríamos llamar: paraísos para los amantes de la naturaleza, y con letras grandes JARDÍN BOTÁNICO.
   En el municipio granmense de Guisa hay uno, considerado el tercero en importancia de Cuba y el único que tiene un nombre propio: Cupaynicú.
   Una imponente ceiba y un cupey marcan el camino, y algunos pasos después se muestran en todo su esplendor más de dos mil especies de plantas.
   El jardín debe su apelativo al cupey, ejemplar muy útil en los campos cubanos, porque al combinar su fruto con alcoholes se obtiene pulimento para los muebles de madera, las ramas eran empleadas como paletas para sacar bandejas del horno en las panaderías rurales; y un poco más atrás, en las guerras independentistas, los mambises utilizaban sus hojas para enviar mensajes secretos porque se revelaban horas después de ser escritos al recibir el calor del sol o de otro tipo.
  Las historias asociadas a los árboles del parque natural son muchas, desde el ocuje (negro por fuera y rojo por dentro), que recibió su denominación del valeroso esclavo Juan Ocuje, negro y de cabello rojo, quien se reveló contra los españoles; hasta la ceiba, venerada por la religión afrocubana.
    En Cupaynicú existe un bosque de los gigantes, denominado así porque -según el investigador alemán Johannes Bisse-, muchos de los árboles que lo conforman sobrepasan los 200 años de antigüedad.
También tiene un área de plantas económicas, porque los frutos de los árboles son comestibles y pueden ser comercializables, entre ellos el coco, el dátil, el mango y el albaricoque.
   Un restaurante elegantemente rural, una zona con conexión wifi entre los árboles, y una tienda en la que puedes obtener variedades de cactus; así como otras plantas en posturas o macetas, forman parte de las opciones cuando recorres esos dominios.
   Casi al final del recorrido aparece una plantita que, por su tamaño, parece casi acabada de sembrar, es la Microcycas calocoma, cuyo nombre común es palma corcho, la cual constituye un fósil viviente endémico de Pinar del Río, y la única especie declarada Monumento Natural Nacional en Cuba, según explica Yasmani Díaz Nápoles, guía del jardín botánico.
   Hay plantas medicinales, aromáticas, venenosas...“de esta se obtiene una resina cicatrizante, aquella es buena para curar el asma, la palma pequeña es oriunda de zonas costeras y este árbol se encuentra en peligro de extinción”, así se suceden los datos mientras avanzas por el vergel, y junto al maravilloso clima selvático, aumentan los conocimientos sobre botánica cubana.
   En un área protegida se conservan los cactus, decenas de especies que destacan por su resistencia y singular aspecto. En Cupaynicú también se escuchan los tocororos, y tal vez hasta veas un pájaro carpintero en el tronco de un árbol.
  Sentarse junto al río, mojarse los pies y hacer picnic con cesta y todo, correr libremente como los niños, y hacerse los mejores selfies de la historia, son algunas de las acciones que hacen los visitantes en este sitio, un remanso de paz al cual el cuerpo y la mente te  pedirán volver.

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