domingo, 31 de marzo de 2019

María Julia enaltece la educación cubana



Aída Quintero Dip
  Qué estudiante de la carrera de Filosofía en la Universidad de Oriente (UO) no habrá tenido la fortuna y el privilegio de beber de la sapiencia y adquirir nuevos conocimientos de la mano de la Doctora en Ciencias Filosóficas, investigadora y profesora, María Julia Jiménez Fiol.
  Hoy tiene la recompensa de reencontrarse con sus alumnos hechos profesionales competentes, y en cada palabra de cariño y en cada abrazo le retribuyen sus desvelos, pero para llegar a ese momento de su vida hay una historia que contar sobre la rica trayectoria de esta perseverante mujer.
   “Escogí  la carrera de Ingeniería en Alimentos por embullo y con el propósito de no separarme del grupo del preuniversitario, mas llegó una sola plaza, me la gané y me fui a estudiar a La Habana; ese fue el primer inconveniente, después no me gustaba y comprendí entonces que había errado en la elección.
  “Un buen día, cuando cursaba el tercer año, me ofrecieron la oportunidad de estudiar Filosofía en la ex Unión Soviética, no lo pensé dos veces y acepté; un nuevo rumbo tomó mi vida, me enamoré de esa ciencia social de perfil amplio y tuve frutos: me gradué con Título de Oro, estando allá me casé con un cubano y llegó mi único hijo.
“Ahora me siento realizada, pues me apasiona la Filosofía al poder abordar temas generales que me permiten conocer las causas de los fenómenos e incidir en ellos para transformar la sociedad, es un trabajo maravilloso,  hay que acometerlo para valorarlo en su justa dimensión”, dice con satisfacción en su rostro.
  María Julia procedía de Ciego de Ávila pero, como estaba casada con un palmero, al llegar a Cuba la ubicaron en la Universidad de Oriente, donde comenzó a desempeñarse como profesora en 1980. Fue tal su ímpetu, afán de superación y actitud creadora que muy pronto asumió responsabilidades, y también retos, a los cuales nunca ha temido.
  “Seguí calificándome ante el horizonte promisorio que se abría ante mí, obtuve la categoría científica de Doctora en Ciencias Filosóficas en 1996, primero fui Vicedecana y luego Decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanísticas, como se llamaba entonces, de 1999 al 2004, lo que demandó esfuerzo y consagración.
  “Tengo gratos recuerdos de esa etapa como cuando, en mi condición de Decana, pronuncié las palabras de elogio en el otorgamiento por la UO en el 2000 del Título de Doctora Honoris Causa a Vilma Espín, un orgullo que no cabía en mi pecho al hablar de los méritos de la Heroína paradigma de las  cubanas, que constituye un referente en el orden intelectual y  revolucionario”.
  Asimismo, fue hasta el 2007 coordinadora por el Citma del Consejo provincial de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Santiago de Cuba, en el interés de socializar y aplicar los resultados investigativos del territorio, otro empeño que le hizo multiplicar las energías a esta laboriosa académica.
  Venezuela es otro capítulo importante de su vida. Allí cumplió misión en dos ocasiones (en 2008-2009 y en 2012), como asesora del Frente Francisco Miranda que había sido creado por los líderes de Cuba y del país suramericano, Fidel Castro y Hugo Chávez, respectivamente, lo cual la inspiraba en hacer hasta lo imposible por representar dignamente a la Patria.
  “Fue una experiencia linda e enriquecedora, al conocer esa gran nación, relacionarme con los venezolanos y su forma de vida; así como colaborar en la organización juvenil que tenía incidencia directa en el proceso político que se estaba gestando y llevando a cabo”, refiere satisfecha de su aporte a tan útil encomienda.
  Su vínculo con la Federación de Mujeres Cubanas son sólidos, fue delegada directa a su VII Congreso, miembro del Comité Nacional por varios años y en su pecho exhibe la distinción 23 de Agosto, no extraña saberla pionera de la Cátedra sobre la mujer en la Universidad de Oriente y actualmente coordinadora de la Casa de Orientación a la mujer y la familia en la provincia santiaguera.
   “Es una labor estimulante al contribuir a encaminar  problemas que afectan la vida de las personas, aunque a veces hay casos difíciles que hasta nos quitan el sueño; sin embargo, cuento con el respaldo de un equipo multidisciplinario  y competente integrado por juristas, educadores, sicólogos, médicos y otros especialistas”.
 Su quehacer no tiene tregua, aunque se jubiló en 2015,  aún se dedica a la docencia, y asesora varios proyectos con mirada de género y algunos con apoyo internacional, por ejemplo, Suma tu gota. Forma parte, además, del grupo operativo del Proyecto Santiago inclusivo, con el fin de incrementar las potencialidades laborales para las personas con discapacidad.
   Ella inventa el tiempo para compartir con Félix Vladimir, ingeniero automático y profesor de la Universidad de Oriente, “un hijo bueno, responsable, servicial, que me da fuerzas y alegrías”, confiesa, y también para sus aficiones favoritas: la lectura, el cine y el mar, en busca de la tranquilidad y la paz que tanto la renuevan.
 “Amo a Santiago de Cuba por su gente, su tradición histórica y sus encantos, pero no olvido nunca a mi natal Ciego de Ávila. En el central Cunagua, hoy Bolivia, en Morón,  nací, vive mi único hermano y voy siempre a reencontrarme con mis raíces”.
  María Julia ostenta la distinción por la Educación Cubana, la medalla Pepito Tey y la Orden Frank País de Segundo Grado, además ha sido Premio del Ministro de Educación Superior en posgrado, reconocimientos que avalan méritos y aportes a ese sector estratégico de la nación, al cual consagró y consagra aún su vida.

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