miércoles, 16 de mayo de 2012

Un evangelio vivo



AÍDA QUINTERO DIP
Quién mejor que Rolando Beltrán Hurtado para integrar la selecta lista de galardonados con el Premio José de la Luz y Caballero que se otorga, cada dos años, a pedagogos que presentan a concurso enfoques y enjundiosos análisis sobre la vida y obra del célebre educador cubano del siglo XX.
Quién mejor que este discípulo suyo que, como muchos otros de sus coterráneos, ha hecho realidad la profecía del insigne maestro: “Enseñar puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo”.
La palabra maestro es algo mágica para este hombre, le sugiere, le estimula, le emociona, siempre le convida al compromiso y al trabajo sin límites, ante un empeño que le ganó desde que era apenas un escolar.
El apego al magisterio le nació a Beltrán bajo la influencia de muy buenos profesores que le dejaron huellas, al revelarle el encanto de las primeras letras y los primeros números. “En el recuerdo guardo nombres imprescindibles en mi formación como César Castellanos y Liliam Pascual”.
Al responsable puesto de forjar nuevas generaciones  se ha dedicado con tanto amor  que acumula  18 años consecutivos  mereciendo la condición de Vanguardia Nacional, además de ostentar la Orden Lázaro Peña de III Grado, las medallas  de Proeza Laboral y por la Educación Cubana, y la Orden Frank País, entre otras distinciones que lo honran en grado sumo.
Con tal aval confiesa: “Nada en mi vida tendría sentido sin la escuela, sin la algarabía de más de mil niños y niñas que colman las aulas de aprendizajes y alegrías. El  seminternado Abel Santamaría de El Caney, en Santiago de Cuba, que dirijo desde hace 37 años es la mayor motivación de mi existencia”.
Él fue de aquellos jóvenes que respondieron a la convocatoria de la Revolución, en 1963, para hacerse maestro, que como dijo José Martí es hacerse creador, y así pasó por la imprescindible escuela de Minas de Frío,  Topes de Collantes y Tarará, donde asimiló influencias de paradigmas en el magisterio como Rafael María de Mendive y Raúl Ferrer.
“Esos hombres también han marcado mi actuación; merecí el Premio Raúl Ferrer, en 1998, por mi trayectoria laboral en el sector, así como la distinción que honra al maestro de José Martí por mis años de servicios en un frente tan importante para el progreso del país”.
No hay secretos en esos logros, “sí consagración al trabajo, amor con que asumo las tareas, el ejemplo personal como cuadro, cohesión en la labor de todas las organizaciones, respaldo de los padres y de la comunidad y, esencialmente, por contar con un colectivo de buenos maestros y auxiliares.
El desempeño en la dirección del plantel no le ha limitado como maestro impartiendo clases,  siempre forjando. De esto dan fe sus reiteradas evaluaciones de MB como profesor y la condición de Educador Ejemplar desde 1982 hasta hoy, cuando ya es máster en Ciencias de la Educación, además de su asidua participación en foros y eventos de pedagogía, en los cuales ha expuesto experiencias de avanzada, aplicadas con resultados en el seminternado.
Más que sus éxitos, le estimulan los de su escuela, ciertamente un modelo de la educación cubana, centro de referencia, Vanguardia Nacional por 17 años consecutivos, puntera en  el cuidado de la propiedad social y el fomento de parcelas que complementan la formación integral del escolar, con un movimiento cultural competitivo, y promociones que superan los sueños.
Sui géneris es la iniciativa de desarrollar el movimiento Seguidores de Abel que permite fomentar valores patrióticos y revolucionarios, y al cual pueden aspirar todos los alumnos, pero merecer la condición únicamente los más integrales en el estudio y cumplimiento de las tareas pioneriles.
Abundan ejemplos de la simiente que esta escuela va regando en el ámbito santiaguero y nacional y hasta más allá. Migdalia Escudero es una buena referencia;  en el “Abel Santamaría” concluyó con excelentes resultados la Enseñanza Primaria y hace unos pocos años regresó con nuevas alegrías y sueños a su añorada escuela: fue a defender allí su tesis de Doctora en Ciencias Pedagógicas.
Como Migdalia hay muchos jóvenes profesionales que aportan en universidades, industrias, hospitales, instituciones científicas, que no olvidan que allí adquirieron la primera luz del saber de las manos de buenos maestros que sintetiza Rolando Beltrán Hurtado.
Esa es la mayor recompensa, el más dulce premio, destaca quien disfruta por estos días un nuevo lauro a su centro escolar: El Premio Los zapaticos de rosa, el más alto galardón que otorga la organización de Pioneros José Martí a personalidades e instituciones cubanas.

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