martes, 23 de abril de 2013

Primer presidente chavista y obrero de Venezuela


Aída Quintero Dip
Su vida  y su obra hablan por él. Se llama Nicolás Maduro Moros, acaba de ser investido presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, tras haber ganado en las urnas el 14 de abril por voluntad popular, en unas elecciones transparentes, impecables, libres, que devinieron verdadera fiesta  democrática.

Su toma de posesión en la sede de la Asamblea Nacional, en Caracas, ante delegaciones de más de 60 países y 17 jefes de Estado y de Gobierno, de los poderes autónomos e independientes de la nación, diputados, el pueblo, las Fuerzas Armadas, no pudo tener mejor día: 19 de abril, cuando se celebraba los 203 años de la proclamación de la independencia y el ideario del Libertador Simón Bolívar estaba más presente que nunca.

Es que “el espíritu de libertad regresa para recordarnos de qué manera está hecha”, como dijera Jorge Rodríguez, y corroboraron muchos venezolanos.

La juramentación de Maduro confirmaba  su línea política, su proyecto social, al expresar que sería fiel a la constitución, aprobada por el pueblo en 1999, y  el compromiso de lealtad en la construcción de una Patria de felicidad, socialista e independiente  para todos y para todas.

Un momento muy emotivo, simbólico de la ceremonia solemne de investidura, aconteció cuando recibió la banda presidencial y el Gran Collar del Libertador, de manos de Diosdado Cabello, máximo dirigente del poder legislativo de la nación suramericana, acompañado por María Gabriela Chávez, hija del inolvidable Comandante Presidente Hugo Chávez.

El mandatario convocó a consolidar y profundizar aún más  la Revolución Bolivariana, que iniciara hace 14 años el fallecido líder,  e instó al diálogo y la concordia en el país, pues no dará ni un instante de reposo a su brazo hasta que el pueblo de Venezuela sea definitivamente libre como lo soñaron los próceres.

¿Quién es este hombre alto, apuesto, afable, de mirada diáfana, al cual Chávez  transfirió su legado político y toda su confianza en el futuro del país?

Nació en Caracas el 23 de noviembre de 1962,  en su adolescencia gustaba de tocar guitarra, cultivaba música rock y folclórica, también tenía afición por la pelota. Es un hijo legítimo del pueblo venezolano que desde muy joven se inclinó hacia el apoyo de los más humildes.

En otros trazos de su vida resalta que enfrentó a los gobiernos de turno; como chofer de autobús se forjó en las luchas obreras hasta convertirse en líder sindical en 1990. Además organizó y militó en la Liga Socialista con apenas 26 años.

Inteligente y sensible para interpretar la realidad del país que le tocó vivir, conocedor de su historia; ayudó a redactar la Constitución que ahora defiende y protege con extraordinaria vehemencia, y una fidelidad que ha puesto a prueba en los momentos más duros. 

Aunque no participó directamente en la acción de los bolivarianos de corazón que gestaron la rebelión cívico-militar del 4 de febrero de 1992, como joven de avanzada encendió su espíritu insurrecto a partir de esa llama, para seguir a Chávez en los afanes por transformar a  Venezuela.

Su aval más consistente está -a mi modesto entender- en que en los últimos 20 años estuvo al lado del líder, "de quien no me aparté ni un momento" -como él mismo asevera-, compartiendo avatares, luchas, ideales, siendo el mejor intérprete de su doctrina política y revolucionaria, palpitando al compás del pueblo, siempre atento a sus intereses y anhelos.

Diputado en el 2000, presidente de la Asamblea Nacional, vicepresidente tras los comicios de octubre del 2007 y casi siete años de Canciller, fue la cara más visible en el mundo de la diplomacia venezolana, lideró esfuerzos para que Venezuela ingresara a MERCOSUR e integrara espacios regionales como UNASUR Y CELAC.

Dio lecciones en la ONU defendiendo la soberanía y la no injerencia en los asuntos internos de su nación, frente a la soberbia del imperio afanado en someter a sus designios a todos los pueblos. Igual postura se recuerda ante la OEA y, especialmente, la contundente respuesta que ofreció a la delegación de los Estados Unidos durante una reunión en Panamá.

Tiene a su lado no a la primera dama, sino a la primera combatiente, Cilia Flores, figura clave tanto en lo personal como en lo político, comprometida con el proceso bolivariano desde hace 21 años, cuando se sumó al movimiento génesis del chavismo, el MBR-200, igual que Maduro. Su incondicionalidad con Chávez se forjó en 1992 al integrar el grupo de abogados que lo defendió tras la fracasada intentona golpista que el entonces teniente coronel encabezó. 

El periodista José Vicente Rangel, lo calificó como un político firme, íntegro, insobornable, garantía de la continuidad de la Revolución Bolivariana, al hablar en el cierre de una campaña electoral auténtica, de altura, de un hombre acreditado por importantes servicios públicos.

Tras la posesión del cargo, el 19 de abril, se fue Nicolás Maduro a reencontrarse con su padre, a rendirle honores al Comandante Supremo Hugo Chávez, en el Cuartel de la Montaña. En el emblemático sitio, Cuna de la Revolución,  le dio el parte de misión cumplida y puso flores bancas en homenaje al mentor y amigo, cuyo recuerdo aún sobrecoge por una vida tan inmensa y dolorosamente tan corta. 

Su principal reto es escueto pero grande: Eficiencia o Nada; ahí va el trabajo en la economía, en el poder popular, en los proyectos sociales, en la seguridad, en la paz, en la integración, en consolidar la Patria Grande.

La espada del Libertador Simón Bolívar quedó en buenas manos, en un equipo sólido, fortalecido, de liderazgo colectivo; en una Patria más unida y más segura de lo que quiere y con meridiana claridad de la soberanía que  debe salvaguardar a toda costa. Cuba está junto a él y su pueblo en ese empeño.

lunes, 22 de abril de 2013

Abril reconoció a quienes siguen al pie del cañón



Aída Quintero Dip
Abril es un mes en el que la memoria histórica de la nación cubana se renueva, se fortalece, recordando a los mártires y héroes de la legendaria proeza de Playa Girón que escribieron otra hermosa página de heroísmo en nuestra Patria,  cuando vencieron al imperio prepotente en la invasión mercenaria del 19 de abril de 1961, en solo 72 horas.

Pero el día 16 de cada abril cubano también hay celebración porque se juntan tres hechos  que simbolizan la victoria de las ideas revolucionarias y sintetizan la decisión del pueblo de defenderlas contra viento y marea.

Ese día de 1961 fue proclamado el carácter socialista de nuestra Revolución por el Comandante en Jefe Fidel Castro, durante el sepelio de los caídos el día 15 en los bombardeos a los aeropuertos de Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, por aviones norteamericanos procedentes de Nicaragua.

En honor a la osadía, valor e hidalguía y al martirologio del pueblo integrado a las Milicias Nacionales Revolucionarias, reflejados en aquella épica jornada, también fue escogida esa fecha como Día del Miliciano.

Momento adecuado, igualmente, para conmemorar la fundación del Partido Comunista y expresar el homenaje a sus cuadros y trabajadores, pues la organización política de vanguardia es hoy y lo será siempre, al decir de  Fidel -su fundador y guía-,  el alma de la Revolución cubana.

En la celebración en Santiago de Cuba congratularon a un grupo de trabajadores de ese organismo que cumplían cinco, 10, 15, 20, 25, 30 , 35, 40 y hasta 45 años de trabajo, en una mañana matizada por felicitaciones, abrazos, sonrisas y el necesario agradecimiento por la incondicionalidad al Partido.

Angelina Caboverde Castillo dependienta gastronómica en la sede del Partido Comunista en la provincia santiaguera, fue homenajeada especialmente por ser la única con 45 años de labor ininterrumpida. Fue el justo reconocimiento a quienes se empeñan en prestigiar el órgano político que encabeza la sociedad y el proyecto cubano como nación. 

Tuve el honor de ser una de ellos, estuve entre quienes con orgullo  juramos defender a ultranza la Revolución y aportar decididamente en la construcción de un país cada vez más próspero, libre y soberano.

Abril es también un mes para premiar a los que siguen al pie del cañón, haciendo crecer la Patria que nos legaron los héroes y mártires.

jueves, 18 de abril de 2013

Abril en la memoria

Aída Quintero Dip
Para Cuba abril no es un mes cualquiera en el calendario, abril es un mes cargado de historia, de victoria y de homenaje a los héroes y mártires de la epopeya de Girón; es para reverenciar a los combatientes y milicianos que regaron con su sangre generosa el suelo de la Patria y propinaron, bajo la guía de Fidel, la primera gran derrota del imperialismo yanqui en América.
Hoy pienso en las madres que recibieron la peor noticia en aquellos días heroicos y definitorios para la nación; en los hijos e hijas que quedaron sin padres y madres porque las metrallas enemigas segaron su vida;  en las familias que lloraron a sus muertos  y sufrieron con estoicismo la afrenta del agresor.
Pienso y siento orgullo de Cuba que se creció en coraje para derrotar al imperialismo en menos de 72 horas. Antecedentes tuvo esa proeza que ha constituido para los Estados Unidos, la pesadilla que nunca los ha dejado dormir tranquilo, un hecho que no le perdonan a este país libre y soberano. 
El 16 de abril de 1961 fue proclamado por el Comandante en Jefe Fidel Castro, el carácter socialista de la Revolución cubana. Y el pueblo, con sus fusiles en alto, juró defender esas ideas a cualquier precio, frente a la inminente agresión imperialista que se iniciaría al día siguiente, 17 de abril, con el desembarco mercenario por las arenas de Playa Girón.
El país entero se convirtió en una trinchera. Unos marcharon a la primera línea de combate y, en menos de 72 horas, hicieron trizas una expedición de más de 1 500 hombres, organizada, entrenada, armada, financiada y dirigida por el gobierno de los Estados Unidos.
Cuba se puso en pie de guerra y las gloriosas Milicias Nacionales Revolucionarias desempeñaron un decisivo papel. El Día del Miliciano es un homenaje a los valerosos jóvenes que, como parte del pueblo revolucionario y convocados por Fidel, marcharon con las armas en las manos a salvaguardar la soberanía en las arenas de Playa Girón, contra la invasión mercenaria que intentaba destruir la naciente Revolución.
Este es un mes de recuerdo y de tributo a los valerosos  que  protagonizaron la epopeya de abril de 1961 y es, sobre todo, de glorias. Hoy es 18 de abril, día de combate frontal, mañana 19 celebraremos la victoria de Playa Girón,  de hace 52 años.

martes, 9 de abril de 2013

Mi reverencia para los veteranos del trabajo


Aída Quintero Dip
A las puertas  del Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, es pertinente enaltecer la creación en su sentido más abarcador; a los que asumen tareas de choque;  realizan proezas laborales; o están en el pelotón de vanguardia; pero la fecha constituye también motivos de reflexión y análisis en busca de perfeccionar aristas relacionadas con el potencial humano, por lo menos en naciones como Cuba donde esto puede ser posible.
Un asunto que no es privativo únicamente de investigadores, tema de la  academia o solo para debates en eventos, talleres y reuniones, sino también propio de tertulias entre personas sencillas del pueblo que tienen criterios en torno al empleo de la fuerza laboral.
Por eso no me sorprendió presenciar hace pocos días una controversia, no precisamente entre decimistas, con respecto a una situación neurálgica, que ocurre con más frecuencia de lo que imaginamos en los colectivos, y cuya solución puede estar  en dependencia de adquirir una conciencia adecuada de su prioridad.
Varios trabajadores debatían  acerca de dónde la magnitud del mal era mayor, si en el caso de uno, cuya jubilación pasó inadvertida en su centro laboral, luego de más de 30 años de servicio; o en otro, quien sentía relegada su presencia y su aporte por la llegada de los nuevos, pese a su capacidad de desempeño, conocimientos y valiosa experiencia en la rama en cuestión.
Cuestiones disímiles se enfocan en ese frecuente problema de discusión, pero con puntos de convergencia al poner sobre el tapete y enjuiciar la aplicación, a veces,  de una incorrecta política en el tratamiento del potencial humano, el más apreciable recurso con que cuenta  el país para vencer desafíos y avanzar en el importante campo del desarrollo socioeconómico.
Cuando un trabajador no rinde lo suficiente o ni siquiera lo acostumbrado, por el paso de los años; es justo, lógico e inteligente darle oportunidad a la juventud; mas debemos evitar que ese proceso sea traumático, ofreciendo una adecuada atención a quienes  han hecho historia en el trabajo y necesitan el merecido descanso.
En defensa de lo nuevo, que generalmente es garantía de lo mejor,  por el talento, empuje creador e iniciativas; pueden cometerse errores al rechazar valores  que encierran aún reservas laborales y tienen todavía mucho que aportar en beneficio del progreso, aunque en honor a la verdad, no es esa una práctica sistemática y generalizada en nuestro entorno.
Cada año veteranos del trabajo se jubilan, luego de cumplir una fructífera etapa de su vida signada por la entrega y el sacrificio en pos de la obra colectiva y, en ocasiones, una equívoca e inadecuada interpretación de la necesaria renovación,  opaca un poco y, en el peor de los casos, hasta daña la trascendencia de ese retiro. Así muchos me han confesado.
Si esto ocurre a la hora de la despedida del contexto laboral, más perjudicial  es  aún cuando se relega la acción de los más viejos trabajadores  -no por la edad sino por los años de servicio-, en plena capacidad creadora, a causa del solo hecho de recibir el relevo; se vulnera de esta forma el principio de conjugar experiencia con talento renovador, en beneficio de los intereses socioeconómicos de la nación.
Se ha recalcado, con frecuencia, en los procesos de renovación o ratificación de mandatos de las organizaciones políticas y de masas, la conveniencia de unir experiencia con sangre joven en los cuadros de dirección para preservar la continuidad, lo cual ha dado resultados. Sería provechoso contribuir a que la aplicación de esa  política estratégica, también ofrezca frutos en los centros laborales.
Sin ánimo de cuestionar problemas generacionales, pienso  que lo bueno siempre valdrá la pena tenerlo en cuenta, sea joven o viejo; merece atención la sabiduría que otorgan los años en un oficio, técnica o especialidad, aunque para ser sinceros hay ramas, como la industria azucarera, y disciplina como la Medicina, en las cuales un viejo profesional es respetado y admirado toda la vida….Por qué en otras no puede lograrse lo mismo?
Una oda que entonemos cada día con mayor fuerza, merece todo aquel que ha dejado parte de su vida en el torno, en el surco, en la escuela, en el hospital, en la fábrica, en la industria, en el puesto más sencillo y en el más encumbrado.
Que nunca pase por alto la jubilación de un trabajador; que nunca deje de reconocerse la  entrega de un veterano del trabajo; que nunca deje de emplearse a  fondo la experiencia y sapiencia de un consagrado junto a la de un novato, a quien tenemos el deber de enseñar todo cuanto aprendimos; ese es un camino para conquistar la eficiencia que buscamos.
Ese debe ser el proceder que nos distinga, amén del reordenamiento laboral  en que está empeñado el país, en aras de actualizar el modelo de la economía cubana y ponerlo a tono con los cambios que son necesarios también para  cumplir los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en el 6. Congreso del Partido.

viernes, 5 de abril de 2013

Complicidad tras las huellas de Bolívar



Aída Quintero Dip
“Hay hombres que hasta después de muertos, dan luz de aurora”. Una frase legada  a la posteridad por el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, entraña tal vigencia que parece escrita hoy mismo, especialmente para Hugo Chávez.
Y es que el Comandante Presidente del país suramericano, artífice  de la Revolución Bolivariana, sigue poniendo luces en el corazón de Venezuela, alumbrando las nuevas batallas  del pueblo "con su moral, su ejemplo, su liderazgo y su visión histórica", como ha recalcado Nicolás Maduro.
Porque la grandeza de Chávez está no solo en todo cuanto hizo por el bienestar de sus compatriotas, a quienes reivindicó y legó una Patria nueva, democrática, humanista; sino también en todo lo que previó para que la Revolución Bolivariana sea irreversible,  y la Patria Grande un escudo, una bandera.
Avizorando, organizando, creando,  cual orfebre, para preservar el genuino proceso revolucionario, Chávez adoptó la medida más correcta en cada momento;  informó al pueblo con la claridad meridiana y objetividad que lo caracterizó de que en el caso en que su quebrantada salud lo inhabilitara para proseguir al frente del país, el pueblo debía elegir  a Nicolás Maduro, quien ha resultado un verdadero hijo, digno discípulo de sus ideas.  
Unidad para salvar la Patria, unidad, lealtad y amor, apretados codo con codo los venezolanos como la plata en las raíces de Los Andes, y freno poderoso para que el gigante de las siete leguas no ose tocar el suelo amado.
Su mandato es orden para los seguidores y simpatizantes con la causa. De cara a las elecciones del próximo 14 de abril, el presidente encargado de la nación ha dicho: “Lo que me queda de vida es para proteger al pueblo, defender la Patria y construir Socialismo”.
El candidato presidencial por el Partido Socialista Unido de Venezuela, Nicolás Maduro, siembra y multiplica el legado de Chávez, garantiza su continuidad en los recorridos por los estados de Cojedes, Carabobo y Yaracuy; en las gobernaciones occidentales de Táchira y Mérida; en su ruta hacia el centro-norte del país, donde igualmente, la euforia del pueblo en la calle, respalda la voluntad del desaparecido líder.
Maduro, quien ha asumido como proyecto de gobierno el Plan de la Patria 2013-2019, diseñado por el fallecido presidente, marcha al frente en los sondeos de intención de voto, que tendrá su veredicto en la jornada patriótica del 14 de abril.
Es que este fiel bolivariano late al compás del corazón del pueblo, para continuar siendo cómplices tras las huellas del Libertador Simón Bolívar, de la Venezuela que Chávez  soñó y por la que dio lo mejor de sí, la vida.
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