Porque
consecuente con el pedido de ChE, la universidad se tornó flexible, se pintó de
negro, de mulato, de obrero, de campesino, y, en fin, después de pintarse de
pueblo, se pintó con los colores que le parecieron bien al pueblo cubano.
Wilkie Delgado Correa
Hay que confesar que estamos acostumbrados a las
buenas noticias sobre el desarrollo de la medicina cubana en el país y en el
mundo. Sin embargo, no puede faltar que, de vez en cuando, tengamos que
soportar las campañas que orquesten los enemigos del proceso revolucionario
cubano para desacreditar la labor y competencia reconocidas de los médicos y
otros profesionales de la salud cubanos, tomando como pretexto una u otra
circunstancia.
Amigos solidarios como Frei Betto y otros se han
encargado de reivindicar, allende los mares, el prestigio indudable de quienes
han hecho un aporte significativo a la salud y a la vida de numerosos pueblos,
según lo reconocen las autoridades gubernamentales de los países y
organizaciones como la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial
de la Salud,
entre muchas otras.
El modelo de formación de médicos y otros
profesionales de la salud en Cuba se sustenta en una estrategia desarrollada y
puesta en práctica, dentro y fuera del país, durante más de cincuenta años.
En síntesis, se ha caracterizado por procurar
satisfacer las necesidades urgentes nacionales y, a la vez, en la medida de lo
posible o supuestamente imposible, brindar una ayuda solidaria a otros pueblos;
por abrir las puertas universitarias a los hijos de todos los estamentos de
nuestra sociedad y, como complemento solidario, acoger como propios a los hijos
de los sectores humildes de otros pueblos del mundo; por poner en práctica
planes de estudio sucesivos, o procesos de perfeccionamiento de los vigentes en
cada época, acorde con el desarrollo de las ciencias médicas, las tendencias
modernas en el campo de la pedagogía y la evolución de las concepciones más
justas y eficientes en la salud pública; por la ruptura con los métodos
dogmáticos, elitistas y enciclopedistas en la enseñanza, y divorciados, en gran
medida, de las necesidades y las realidades de las sociedades; por la búsqueda
incesante de una mejor articulación con los niveles de enseñanza precedentes y
la enseñanza posgraduada continuada; por contemplar en el perfil del egresado,
como parte de los estudios de especialización o de entrenamientos específicos,
la necesaria introducción y complementación de aquellos conocimientos o
prácticas que aconsejen o demanden la situación de salud nacional o la propia,
en dependencia del área geográfica, de aquellos países donde ejercen la misión
médica nuestros profesionales; por la integración de la ciencia y la conciencia
en el proceso formativo de nuestros profesionales, que les permite respetar,
valorar y compartir las disímiles culturas de los pueblos a los que brindan sus
servicios; por el desarrollo, cada vez con mayor envergadura, de la
colaboración en la formación de médicos en muchos países; por la integración
del sector de la salud con los planes de investigaciones en todos los campos
científicos de avanzada, como son, entre otros, la biotecnología, la
farmacéutica y las nuevas tecnologías.
En el mismo año del triunfo de la Revolución, Che se
encargó de apuntar hacia el decisivo comienzo de la enseñanza universitaria en
Cuba. En el discurso al recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Central
de Las Villas, el 28 de diciembre de 1959, el Comandante Ernesto Guevara,
definió magistralmente el pedido que el Gobierno Revolucionario hacía a las
Universidades cubanas y que debía concretarse con urgencia y como un mandato
irrenunciable para el futuro.
“Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como
artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo
que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no sólo entre los
alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de
campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el
patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba…, y el pueblo que ha
triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se
sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser
flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin
puertas, y el pueblo la romperá y él pintará la Universidad con los
colores que le parezca”.
En el discurso del Che Guevara en el Primer
Encuentro Internacional de Profesores y Estudiantes de Arquitectura, el 29 de
septiembre de 1963, apuntaba hacia la proyección internacionalista de la Revolución
cubana: “Además, nunca
debemos olvidar que la
Revolución cubana, por la fuerza de su ejemplo, no actúa solo
aquí, internamente, y que sus deberes están más allá de las fronteras de Cuba:
… ; el deber de ser sensibles ante todas las miserias del mundo, ante todas las
explotaciones y las injusticias; el deber que sintetiza Martí en una frase que
muchas veces hemos dicho, y que siempre debemos tener en la cabecera de nuestra
cama, en el lugar más visible, y es aquello de que “Todo hombre verdadero debe
sentir en la mejilla el golpe dado a cualquier mejilla de hombre”.
Consecuente con las ideas de Fidel Castro delineadas
desde el heroico asalto al cuartel Moncada, las necesidades del país y la
voluntad del Gobierno Revolucionario y del pueblo, la ley de la Reforma de la Enseñanza Superior,
firmada el 10 de enero de 1962, trazó como fines de la Universidad los
siguientes: Formar profesionales de nivel superior en el número y calidad que
demanden las necesidades del país; organizar y difundir los estudios de la
ciencia y las humanidades; realizar investigaciones científicas, desarrollar el
espíritu de investigación en los universitarios y colaborar con las
instituciones científicas y organismos técnicos extra-universitarios; completar
la formación cultural, moral, política y corporal de los estudiantes, de modo
que constituyan ciudadanos de las más altas calidades, dispuestos a servir
siempre a la Patria
y a la Humanidad
con la eficiencia, el desinterés y la abnegación necesaria; contribuir a
elevar, mediante actividades de extensión universitaria, el nivel cultural del
pueblo cubano; fomentar el intercambio científico y cultural entre Cuba y los
demás países del mundo.
La política de la Revolución para las
universidades en el campo específico de la salud quedó expresada de la forma
siguiente:
"La salud es uno de los aspectos más importantes
del bienestar material del hombre. La sociedad necesita médicos y enfermeras,
necesita clínicas y hospitales, en los que la ciencia más avanzada esté al
servicio de todo el pueblo. Esto representa para la Universidad un mayor
esfuerzo en términos cuantitativos y una orientación completamente
distinta desde el punto de vista cualitativo de lo que fue hasta hoy la
enseñanza y la práctica de la
Medicina, pero también en este caso la determinación de los
recursos materiales y la orientación de los planes de estudio de la Facultad de Ciencias
Médicas tienen que basarse en una evaluación de las necesidades de la sociedad
cubana y del plazo en que estas necesidades pueden ser
satisfechas”.
“El conjunto de principios acordados -señala la Ley de Reforma
Universitaria- debe conferir a la institución universitaria, una vez
provista de idóneo elemento humano, una base funcional eficiente a un
“espíritu”, es decir, una actitud, una conciencia colectiva, una sensibilidad y
una voluntad de servir a la cultura, a la Patria y al mundo.”
Cosechas recientes de este proceso formativo en las
Ciencias Médicas son las graduaciones del curso académico. Son reflejo de la
lucha de Cuba, a nivel nacional e internacional, para garantizar el derecho
humano a la vida, en primer término, para complementar la vida con el derecho a
la salud, en forma universal y gratuita, en segundo término, y para asegurar
una calidad de vida como elemento indispensable del bienestar general de
hombres, mujeres, niños, adultos y ancianos.
¿Acaso no son buenas noticias el hecho de que en el
mes de julio del 2012 se graduaron 5 315 médicos cubanos y 5 694 jóvenes que
procedían de 59 países; mientras que en julio de 2013 se graduarán 5 683
médicos cubanos y otros 4 843 que proceden de 70 países?
¿Acaso no llama la atención, favorablemente, que de
esas 70 naciones, 9 muestren el saldo siguiente?: Bolivia, 855; Ecuador, 718;
México, 444; Argentina, 387; El Salvador, 386; Guyana, 280; Timor Leste, 194;
Angola, 118; y China, 101.
¿Acaso no será una buena y extraordinaria noticia que
la cifra total de graduados en el año 2012, en todas las carreras de Ciencias
Médicas (Medicina, Estomatología, Enfermería, Psicología y Tecnología de la Salud) fue de 32 171,
mientras que este año de 2013 será de 29 712, de los cuales 5 020 proceden de
otras naciones?
Estas promociones son fruto de la docencia desarrollada
en 13 universidades de Ciencias Médicas y 3 Facultades Independientes y la Escuela Latinoamericana
de Medicina, que cuentan con más de 37 500 profesores. Además de estos habría
que contar los cientos que participan en la docencia de una cifra similar de
miles de estudiantes en sus países respectivos.
Pero se podría añadir más, ya que entre los
acontecimientos relevantes ignorados por la “gran prensa” y que nunca estará
dispuesta a reconocer, está el hecho de que desde el triunfo de la Revolución en 1959
hasta el año 2012 se han graduado en Cuba más de 124 712 médicos.
Este ha
sido el resultado de una estrategia concebida y desarrollada por Fidel con una
delectación de artista y una voluntad tenaz de combatiente de la luz y la vida.
Su sueño de convertir a Cuba en una potencia médica, es una realidad tangible,
mal que les pese al imperio y a la ralea reaccionaria de todos los ropajes y de
todos los parajes.
De modo que los que hoy, abroquelados en su formación
elitista, sus intereses gremiales egoístas y en sus prejuicios clasistas,
atacan a los médicos cubanos por estas o aquellas razones, sin atender ni
mencionar que más allá de cualquier intento de prejuzgar y demeritar su
actividad integral concreta en las condiciones de vida más difíciles y hasta
peligrosas, la experiencia de las misiones médicas cubanas en muchos países del
orbe les han otorgado, más que el aprobado, un certificado de excelencia a
estos profesionales generosos. Y no porque sepan más que todos los médicos del
mundo de su mismo perfil y especialización, sino porque lo saben hacer y mucho
mejor en las condiciones peores que se les presenten para ejercer los servicios
médicos básicos. Pero cuando se ha tratado de servicios médicos altamente
calificados, también han demostrado, dentro y fuera del país, que saben brillar
por sus resultados, su talento, sacrifico y generosidad.
Tal vez cabe añadir que la lucha por una exigencia
mayor en la calidad y competencia de nuestros egresados no debe terminar nunca,
porque es el reto del desarrollo científico y social. Siempre habrá una
insatisfacción al respecto. Pero también es verdad -sépanlo las clases
elitistas y exclusivistas- que en todas partes los pueblos aprenden a
diferenciar lo que es bueno y lo que es malo, que los pueblos un día despiertan
o se cansan y, como expresara Che, conocen su fuerza y se saben arrolladores, y
el día en que toquen a las puertas de la Universidad, la Universidad debe ser
flexible, y pintarse de blanco, de negro, de mulato, de indio, de obrero, de
campesino, o se quedará sin puertas, y los pueblos las romperán y ellos
pintarán la Universidad
con los colores que les parezca..Y también inventarán y fundarán las nuevas
universidades que den solución a sus necesidades.
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