Aída
Quintero Dip
Fidel
estaba este 26 de Julio con su inconfundible traje verde olivo, en el
aniversario 60 del asalto al cuartel Moncada junto a más de 10 mil
santiagueros, en representación de todos los cubanos, y los amigos
latinoamericanos y caribeños que nos honraron en la celebración del Día de la Rebeldía Nacional.
En el mismo escenario de los hechos de 1953, el
líder histórico de la
Revolución cubana nos miraba desde una foto gigante en lo
alto de la fachada central de la antigua fortaleza militar, hoy Ciudad Escolar,
sonriente y con el puño en alto, simbolizando la victoria que siempre le
ha acompañado.
No estaba
solo, como el 26 de julio de 1953 muy cerca se encontraban combatientes de la Generación del
Centenario, y desde pancartas en el polígono donde acontecía el acto, lo rodeaban imágenes
de quienes no están ni olvidados ni muertos, porque siguen viviendo en el alma
de la Patria,
Abel, Tassende, Renato, Haydée…
También
había rostros entrañables de patriotas, inspiración para el combate por un
mundo mejor. Por un lado, Almeida, el Che, Camilo, Celia, Frank, Vilma; por el
otro, José Martí, el Autor intelectual del Moncada; Máximo Gómez, Carlos Manuel de Céspedes,
Antonio Maceo, de cuya savia nos nutrimos cada día.
La
mañana de la Santa Ana
fue de rebeldía, de recuerdo, y también de júbilo, vivimos una verdadera fiesta
de solidaridad latinoamericana. Y no faltó el reconocimiento de cómo ha
germinado entre nuestros pueblos hermanos América Latina y el Caribe la semilla
sembrada en el Moncada.
El hijo de
Chávez, Nicolás Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
fue el primero en expresar que el 26 era un día de Martí, de Fidel, y se
regocijó del privilegio de tenerlo como faro que alumbra los destinos de esa
América Latina que está hoy de pie gracias a su ejemplo y al de su país.
Fidel, Fidel,
qué tiene Fidel que los americanos no pueden con él, se preguntó el Canciller
del Ecuador, Ricardo Patiño, y él mismo se respondió: Tiene dignidad, coraje,
liderazgo universal y está repleto de amor por su pueblo.
Y la
historia no solo lo absolvió, como el Comandante en Jefe vaticinó en su
autodefensa por los sucesos del Moncada que enmudeció a sus verdugos, en
octubre de 1953, sino que ahora le rinde merecido tributo a él y a su pueblo,
en la conmemoración de los 60 años de la gesta heroica.
Porque
cuando los líderes de la región alababan la colaboración de Cuba, que había contribuido
a elevar el nivel de salud y educación de sus pueblos, y muchos de sus hijos se
habían beneficiado del milagro de la vista por la Operación Milagro,
era un reconocimiento especialmente a su persona, a ese paradigma del humanismo
y la justicia social que es Fidel.
Cuba es el
mejor testimonio de que la libertad y
soberanía pueden ser defendida y salvaguardada, si todo el pueblo asume esa
postura como propia, señalaba Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, y en esa declaración
estaba implícito el magisterio de Fidel.
Lo evocó
Evo Morales, el presidente de Bolivia, al
recordar la anécdota en que aprendió de
Fidel que la solidaridad no tiene precio, en el sentido de compartir lo poco que se tiene y no lo que le sobra, como
es práctica de Cuba.
Que el
patio trasero de los Estados Unidos ya no está más en América Latina como se
afirmó en la celebración, está latente la prédica y el ejemplo de Fidel de cuyo verticalidad antimperialista han
aprendido los pueblos de esta área geográfica y del mundo entero.
Fidel
estuvo en el espíritu solidario de los integrantes de la brigada Venceremos y
de los Pastores por la paz, que han desafiado el bloqueo de los Estados Unidos
contra la Isla, y siempre tienen gestos de amor hacia los
cubanos.
Fidel
estuvo en el corazón de los santiagueros y en las palabras emotivas de su
hermano Raúl, su compañero de luchas desde el Moncada y en toda la contienda
revolucionaria y quien dedicó la celebración con justeza a su principal
protagonista y artífice.
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