Evelyn Corbillón
Parece que fue ayer
cuando a las cuatro y 25 de la tarde decidiste ser inmortal. Hace un año,
preguntaba por qué la vida es injusta y nos arrebata a quienes queremos; sin
embargo, la muerte es solo el pretexto para la ausencia, pero no para el
olvido.
La partida física
era el motivo para que tu espíritu, Chávez, acompañara, vigilara y protegiera a
la humanidad por siempre.
Durante tu ida “un
momentico a la misa”, el mundo vio sucederte en la presidencia al hombre
designado por ti para continuar todo un proyecto de amor e igualdad en la Venezuela de Bolívar, y
también tuya en la misma dimensión que la del Padre fundador desde el cinco de
marzo de 2013.
Los hijos de
América Latina acudieron recientemente a La Habana para analizar problemas sin resolver, en
la segunda Cumbre de la
Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC),
organismo de integración regional del cual fuiste artífice y que se mantiene
fiel a tus convicciones.
Hoy, como nunca,
gigante de Sabaneta, vives en cada venezolano y latinoamericano; en los ojos de
Fidel; en las llaneras interpretadas por los poetas, los cantores del pueblo y
por ti; le susurras consejos a Maduro; abrazas a los ancianos alfabetizados y
los niños…
Eterno comandante,
lograste que envidiaran la
Constitución democrática que guardabas celosamente; nos
mostraste cómo respetar el cristianismo y querer a la familia por encima de
lujos y aspiraciones.
Aún resuenan las
palabras de tu María Gabriela aquel doloroso, pero digno día: “Vuela libre,
gigante, vuela alto y sopla fuerte, fuerte como los vientos huracanados.
Nosotros cuidaremos tu patria y defenderemos tu legado como tú nos enseñaste a
hacerlo, jamás te irás porque en nuestras manos está tu llamarada”.
Sonríe una vez más,
Chávez, ahora desde los cielos, junto a los próceres independentistas y tu
Jesucristo.
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