viernes, 7 de marzo de 2014

Mujeres cubanas por la vida y la Revolución


Dai Liem Lafá Armenteros
   Mujer, orgullo para quien lo es, y honor para quienes la quieren y respetan.  Ella ama, ampara, lucha contra las adversidades, disfruta, cuida y multiplica la familia, pero también trabaja, tanto, que muchas veces no se puede medir.
   La sociedad cubana no puede prescindir de sus aportes, ni quiere, por el contrario, da protagonismo a las mujeres.    Ellas dejan su marca en las leyes, el parlamento, el sindicato y el sector estatal civil y militar; reinan en la medicina...
   Representan el 63 por ciento de los graduados universitarios, y el 74,4 por ciento de las ocupadas en la economía tienen escolaridad media o superior; en tanto, constituyen el 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional de Cuba.
   Pueden celebrar cada ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, con bríos renovados y confianza para superar los desafíos de la vida diaria.
   Con pícara sonrisa, Josefina Luperón cuenta a la Agencia de Información Nacional de su voluntad a toda prueba, esencial para hacerse ingeniera metalúrgica y laborar durante la vida entera en la Empresa Siderúrgica José Martí, la tan conocida Antillana de Acero.
   “Soy maestra superior de horno y una de las pocas mujeres que en el mundo realizan esta labor. Desde el año 1994 formo a jóvenes horneros en esta institución”, asevera.
   “Continúo superándome -dice con voz firme esta directiva y sindicalista-, y actualmente curso una maestría.
   “Siempre he tenido que dirigir hombres; ellos me dicen la dama de acero por mi carácter, pero guardan el debido respeto”, precisa una satisfecha Josefina, de las mujeres sui generis de verdad.
   Con los ojos puestos en su microscopio conversa la apasionada científica Isabel Otero, máster en microbiología general del Centro de Aplicaciones Tecnológicas y Desarrollo Nuclear, en La Habana. 
   Su voz cobra brillo cuando habla de los apósitos de amnio, derivados de la placenta de las recién paridas sanas, que producen allí para ayudar a cicatrizar heridas, con mayor rapidez en la epitelización y vascularización de la zona afectada.
   Emocionada explica que el producto es útil para cualquier persona, pero su eficacia es increíble en los niños, quienes tienen una biología muy activa.
   Por eso y más, Isabel vive dichosa con su labor, dadora de vida y salud. La impulsan motivaciones que otrora tuvieron las científicas que prestigian la historia.
   Marcha sobre ruedas la abnegación de Idalmis Padilla, investigadora agregada del Centro de Ingeniería y Manejo Ambiental de Bahías y Costas.
   Ella se dedica a los estudios relacionados con la planificación de los servicios de transporte de pasajeros y carga que hoy existen en Cuba, y los que se prevén para el futuro.
   Acaricia el sueño de la movilidad sostenible, satisfactoria y accesible para todos, reto que exige un reordenamiento del transporte público y de todo tipo en el país.
   “Estructurar lo que tenemos es lo primordial -dice convencida Idalmis- y los resultados se verán en pocos años”.
   No son diferentes a estas profesionales destacadas Regina, la ama de casa; Belkis, la innovadora; Antonia, la ferroviaria jubilada; Elianis, la estudiante de preuniversitario; Marta, la campesina o Belén, la cuentapropista.
   Cada fémina de esta tierra lleva dentro la Revolución, y desde su puesto muestra diversas caras del adelanto y la superación logrados gracias al proyecto que les dio dignidad y oportunidad.
   Esperan que el IX Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, que se clausurará justo el ocho de marzo, traiga al debate los retos a superar para vivir en una nación próspera con el concurso de todos sus hijos. 
  Las que viven y quienes ya no están, las de nivel superior y las obreras, las famosas y las bien humildes, todas cuentan en esta Isla.
   Así lo cantó la inolvidable trovadora Sara González: “¿Qué dice usted,/que una mujer no es capaz/ de construir, de analizar,/ y de luchar por la vida?/ Cuando la historia nos grita otra verdad”.

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