Dai Liem Lafá Armenteros
Mujer, orgullo para
quien lo es, y honor para quienes la quieren y respetan. Ella ama, ampara, lucha contra las
adversidades, disfruta, cuida y multiplica la familia, pero también trabaja,
tanto, que muchas veces no se puede medir.
La sociedad cubana
no puede prescindir de sus aportes, ni quiere, por el contrario, da
protagonismo a las mujeres. Ellas
dejan su marca en las leyes, el parlamento, el sindicato y el sector estatal civil
y militar; reinan en la medicina...
Representan el 63
por ciento de los graduados universitarios, y el 74,4 por ciento de las
ocupadas en la economía tienen escolaridad media o superior; en tanto,
constituyen el 66 por ciento de la fuerza técnica y profesional de Cuba.
Pueden celebrar
cada ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, con bríos renovados y confianza para
superar los desafíos de la vida diaria.
Con pícara sonrisa,
Josefina Luperón cuenta a la
Agencia de Información Nacional de su voluntad a toda prueba,
esencial para hacerse ingeniera metalúrgica y laborar durante la vida entera en
la Empresa
Siderúrgica José Martí, la tan conocida Antillana de Acero.
“Soy maestra
superior de horno y una de las pocas mujeres que en el mundo realizan esta
labor. Desde el año 1994 formo a jóvenes horneros en esta institución”,
asevera.
“Continúo
superándome -dice con voz firme esta directiva y sindicalista-, y actualmente
curso una maestría.
“Siempre he tenido
que dirigir hombres; ellos me dicen la dama de acero por mi carácter, pero
guardan el debido respeto”, precisa una satisfecha Josefina, de las mujeres sui
generis de verdad.
Con los ojos
puestos en su microscopio conversa la apasionada científica Isabel Otero,
máster en microbiología general del Centro de Aplicaciones Tecnológicas y
Desarrollo Nuclear, en La
Habana.
Su voz cobra brillo
cuando habla de los apósitos de amnio, derivados de la placenta de las recién
paridas sanas, que producen allí para ayudar a cicatrizar heridas, con mayor
rapidez en la epitelización y vascularización de la zona afectada.
Emocionada explica
que el producto es útil para cualquier persona, pero su eficacia es increíble
en los niños, quienes tienen una biología muy activa.
Por eso y más,
Isabel vive dichosa con su labor, dadora de vida y salud. La impulsan
motivaciones que otrora tuvieron las científicas que prestigian la historia.
Marcha sobre ruedas
la abnegación de Idalmis Padilla, investigadora agregada del Centro de
Ingeniería y Manejo Ambiental de Bahías y Costas.
Ella se dedica a
los estudios relacionados con la planificación de los servicios de transporte
de pasajeros y carga que hoy existen en Cuba, y los que se prevén para el
futuro.
Acaricia el sueño
de la movilidad sostenible, satisfactoria y accesible para todos, reto que
exige un reordenamiento del transporte público y de todo tipo en el país.
“Estructurar lo que
tenemos es lo primordial -dice convencida Idalmis- y los resultados se verán en
pocos años”.
No son diferentes a estas profesionales
destacadas Regina, la ama de casa; Belkis, la innovadora; Antonia, la
ferroviaria jubilada; Elianis, la estudiante de preuniversitario; Marta, la
campesina o Belén, la cuentapropista.
Cada fémina de esta
tierra lleva dentro la
Revolución, y desde su puesto muestra diversas caras del
adelanto y la superación logrados gracias al proyecto que les dio dignidad y
oportunidad.
Esperan que el IX
Congreso de la Federación
de Mujeres Cubanas, que se clausurará justo el ocho de marzo, traiga al debate
los retos a superar para vivir en una nación próspera con el concurso de todos
sus hijos.
Las que viven y
quienes ya no están, las de nivel superior y las obreras, las famosas y las
bien humildes, todas cuentan en esta Isla.
Así lo cantó la
inolvidable trovadora Sara González: “¿Qué dice usted,/que una mujer no es
capaz/ de construir, de analizar,/ y de luchar por la vida?/ Cuando la historia
nos grita otra verdad”.
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