Martin Corona Jeres
A solo horas del cumpleaños 55 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la anciana Ofelia González Osorio, de la ciudad de Bayamo, está alegre porque su provincia, Granma, ganó la sede del acto nacional, y se autocalifica como “una federada más”.
Sin embargo, es interesante su historia de mujer pobre, nacida en Holguín, en 1933; residente en Bayamo desde los 11 años de edad, y graduada de técnica en química industrial, con notables esfuerzos y expediente brillante.
Afirma que durante la Guerra de Liberación (1956-1959) su casa fue un campamento, para confeccionar cocteles Molotov y propaganda revolucionaria, esconder a combatientes y realizar reuniones secretas.
En ese hogar, dice, se le comenzó a llamar San Luis al jovencito Eliseo Reyes Rodríguez, quien entonces marchaba hacia la Sierra Maestra, y más tarde moriría en Bolivia, como parte de la guerrilla de Ernesto Che Guevara.
También estuvo Hernán Pérez Concepción, miembro del comando que ajustició al criminal Fermín Cowley en Holguín, y luego dirigente del Movimiento 26 de Julio en Bayamo, relata.
Allí, añade, se alojaron o reunieron Julita Guevara, Robert Paneque, William Ayala, Eloína Guerra, Cheíta Varona, Rafael Lapinell y otros combatientes destacados.
Ella comenzó a trabajar en 1959, en el laboratorio de una casa de socorros, y después estuvo en el hospital General Luis Ángel Milanés y en el Banco de Sangre de Bayamo.
Su trabajo la llevó a participar de manera destacada en las campañas iniciales de la Revolución por la salud humana, con apoyo de la FMC y los Comités de Defensa de la Revolución.
Con especial cariño recuerda la confección de pañales y juguetes para círculos infantiles, además de otras jornadas voluntarias, varias convocadas “para ahora mismo”, debido a la urgencia de las tareas.
Ofelia menciona entre sus responsabilidades la de controlar la asistencia de las federadas del barrio al trabajo voluntario.
Asimismo, dice, convocaba las mujeres para la prueba citológica, y los jóvenes para el examen médico previo a la incorporación al Servicio Militar.
Recuerda, con tristeza, mujeres que habían adquirido enfermedades contagiosas en el ejercicio de la prostitución, y la Revolución las curó, las educó y les dio empleo.
No olvida las primeras campañas masivas de vacunación, extendidas a zonas campesinas, en las cuales no existían instituciones sanitarias ni medios de transporte.
Cercana a los 82 años, Ofelia González Osorio siente el rigor de la edad, pero sigue leyendo mucho, ve televisión y escucha música instrumental a través de Radio Enciclopedia.
No soy combatiente porque tengo medallas, soy combatiente porque jamás he traicionado los principios de la Revolución, subraya.
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