Aída Quintero Dip
Muchas mujeres han
debido existir, luchar, flaquear y vencer para que las de hoy sigan escribiendo
esa difícil historia de construirse un
camino propio.
Inscritos están sus
nombres en esa leyenda de heroísmo y rebeldía únicos tejida antes, durante y después del triunfo
de la Revolución. Para honrar a cada una también se fundó la Federación de
Mujeres Cubanas (FMC) porque ellas pusieron la primera piedra con su
protagonismo en la forja de la Patria libre.
Para enaltecer su
grandeza en el proceso revolucionario cubano bastaría mencionar a la patriota
Mariana Grajales, madre de la estoica prole de los Maceo; o Ana Betancourt,
quien se anticipó a la época alzando su voz para proclamar y salvaguardar los
derechos de la mujer.
Otras tantas
podrían sintetizar su hidalguía en todos los tiempos y las
historias anónimas todavía de aquellos días de combate silencioso o frente a
frente del enemigo: Haydée Santamaría, Melba Hernández, Celia Sánchez, Vilma
Espín, Asela de los Santos, Gloria Cuadras…
Desde el Moncada y
la Sierra Maestra, Fidel avizoró la valía de su aporte. Ahí está el ejemplo de
Melba y Haydée en la gesta del 26 de Julio; el de Celia, la primera
guerrillera; del pelotón Mariana Grajales, que peleó en los tiempos de la
guerra; y Lidia y Clodomira, eficaces mensajeras en la insurrección.
Igual hizo el
avezado líder clandestino, Frank País, el cual les confió arriesgadas misiones
y les prodigó el cariño de hermanas; algunas con responsabilidades en el
Movimiento 26 de Julio como la veterana luchadora Haydée Santamaría, y Vilma
Espín con un aval ganado en la pelea frontal contra el tirano.
Rostros femeninos
subieron a la Sierra a engrosar las filas del Ejército Rebelde, donde
cumplieron faenas increíbles; cosieron para el estreno los uniformes verde
olivo en el sigilo de la madrugada; resguardaron a los perseguidos en armarios,
bajo la cama y en los sitios más inverosímiles, abriendo de par en par las
casas y los corazones.
Su altruismo tuvo
reconocimiento, al servir de estímulo a los compañeros de armas, quienes se
crecían ante la adversidad al comprobar la actitud de ellas, cual herederas de
Mariana Grajales.
Otras, heroínas
ellas mismas del presente, nos recuerdan desde lo más hondo del sentimiento
aquella célebre frase del escritor argentino Lucio V. Mansilla... “hay héroes
porque hay mujeres”.
Tantas, cuyos
nombres no alcanzan este espacio y tiempo, hacen a diario desde su anónima
actuación, siguen levantando a fuerza de
coraje, intuición, energía y sacrificios personales esta obra que no sería
completa sin su sonrisa.
Esos ejemplos han
sido el legado más perdurable para las mujeres de hoy, que lo han tomado como
bandera para conquistar derechos y espacios; exigir un puesto en el combate y
en el trabajo; ocupar responsabilidades
en sectores estratégicos, y servir con desinterés a otros pueblos hermanos.
“Ellas son la
inspiración y la mejor herencia de la Federación de Mujeres Cubanas en sus 55
años de fructífera vida, que se celebra este 23 de Agosto, con probada lealtad,
especialmente a su creador y guía, Fidel Castro, y el singular protagonismo de
sus miembros”, considera Yuleidis Vega Blanco.
Para la joven
secretaria general de la FMC en la provincia de Santiago de Cuba, es un orgullo
dedicar buena parte de su existencia a una organización que seguirá siendo una
fuerza poderosa al servicio de la Revolución.
Confiesa que la
motiva a trabajar cada día con mayor consagración junto a su equipo, el hecho
de marchar tras las huellas de la más insigne federada, Vilma Espín, la Heroína
que constituye paradigma en la forja de virtudes en las nuevas generaciones.
Para estar a su
altura no escatima tiempo ni energías, afianza el sentido de pertenencia,
perfecciona la política de cuadros con la selección de mujeres abnegadas y
comprometidas, prepara a las jóvenes y reconoce a las fundadoras.
“Esa vocación de
ser útil, estar en la primera trinchera del deber, de dar el primer paso para
cumplir tareas, sin olvidar la condición
de madres, esposas e hijas en la formación del relevo, la aprendimos de Vilma,
la eterna presidenta de la FMC hasta el último aliento.
“Nuestra
organización tiene el mérito de atesorar la madurez de los años y la vitalidad
del primer día, y lo evidencia el hecho de que seguimos trabajando con ahínco,
conquistando espacios, asumiendo misiones y, sobre todo, comprometidas con el
futuro”, destaca Yuleidis Vega Blanco.
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