Alejandro Martínez Martínez
Cuando apenas
quedaba en el recuerdo aquellas imágenes del para muchos mejor gimnasta cubano
Erick López, con todos sus títulos continentales y su medalla mundial logrados
en los años que van de 1990 y principios de los 2000, comienza a percibirse el
resurgir de una pasión aletargada en el tiempo por este deporte en la Isla
caribeña.
Razones sobran,
pues después de toda una generación de
excelsos gimnastas como Casimiro Suárez, Roberto León Richard y el propio
López, no había germinado en Cuba, durante 12 años aproximadamente, una figura
capaz de acelerarle el ritmo cardiaco al más sosegado e inmutable de los
aficionados.
De ahí que el joven
santiaguero Manrique Larduet, de apenas 19 años de edad, se haya ganado ya el
cariño de los apasionados a esta disciplina y de los que no lo son también,
pero que igualmente disfrutan de la total entrega y los triunfos de sus
representantes en cada competencia internacional.
Casi desconocido
para la gran mayoría, incluido los jueces, Larduet comienza a imponer su nombre
en el Campeonato Panamericano por aparatos de San Juan 2013 (Puerto Rico), en
el cual conquistó dos metales áureos en paralelas y salto y una de plata en
manos libre.
Aunque no muy
conocido ese resultado entre los cubanos, fue precisamente en los Juegos
Centroamericanos y del Caribe de Veracruz 2014, en México, donde impresionó con
la limpieza y la seguridad con que realizó sus ejecuciones, que le valieron
para alcanzar dos cetros y cuatro subtítulos.
Ese palmarés lo
engrosó este año con su primer título en justas panamericanas en la edición
canadiense de Toronto, en la cual además se adjudicó dos platas y un bronce, todo esto después de
conquistar tres coronas y dos subtítulos en la Copa del Mundo de Anadia,
Portugal, durante la propia temporada.
Ahora, resalta su
participación histórica en la justa del orbe recién concluida en la urbe
escocesa de Glasgow, donde, además de clasificarse a los Juegos Olímpicos de
Río de Janeiro 2016, de Brasil, se convirtió en el primer cubano que consigue
más de una presea en citas planetarias y, por
ende, en una misma ocasión.
Primero, sorprendió
al más enconado de los escépticos, al convertirse en el segundo hombre más
completo del orbe, con su presea de plata en el evento de máximo acumulador,
solo superado por el japonés fuera de serie Kohei Uchimura.
Después, redondeó
su excelente labor al recibir el metal de bronce en barra fija, para obtener el
boleto a la ciudad carioca, además de sus sobresalientes actuaciones en
paralelas (5to) y manos libres (7mo), resultado general que bien pudiera
reportarle más de un voto en las elecciones del mejor atleta masculino del año
en Cuba.
En este sentido,
solo dos cubanos habían escalado al podio de premiaciones, por supuesto en una
solo ocasión durante sus carreras deportivas, y ellos fueron López y León
Richard, ambos en la versión belga de Gante, en el año 2001.
Bastante ha llovido
desde entonces, por ello lo superlativo de su actuación, pues en la actualidad
ha aumentado la calidad y representatividad en el orbe, así como también el
empleo cada vez más efectivo de las ciencias aplicadas al deporte.
A esto, súmele el
hecho de que el caribeño tuvo que adaptarse inmediatamente a los ejercicios de
mayor grado de dificultad recién incorporados a su repertorio, en busca de una
mayor calificación de los jueces, estrategia que surtió efecto, digna de
destacársele a su entrenador Carlos Gil.
Fruto de la nueva
Escuela Nacional de Gimnasia (2006) –cuyo primer logro fue el oro conseguido
por Ernesto Vila en los I Juegos Olímpicos de la Juventud de Singapur 2010-,
Manrique tendrá ante sí un nuevo reto y su primera posibilidad de completar su
sueño, conquistar una presea olímpica, aún escasa en las vitrinas de la
gimnasia cubana.
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