Aída Quintero Dip
A Haydée Santamaría Cuadrado,
aquella muchacha dulce, apacible, de mirada penetrante y ancestral patriotismo,
devenida Heroína del Moncada, es menester recordarla y encumbrarla en ocasión
del aniversario 60 del triunfo de la Revolución, proceso en el que tuvo un
protagonismo singular, haciendo honor a la mambisa Mariana Grajales.
Nacida el 30 de diciembre de 1922, en Encrucijada, antigua provincia de
Las Villas, donde forjó una personalidad de espíritu rebelde, se ganó el
derecho de ser considerada hija insigne de Santiago de Cuba, tierra en la que
se creció en el combate y entregó lo mejor de sus ideales como luchadora
clandestina.
Su participación en la gesta del 26 de julio de 1953 resultó crucial en
su vida. Y Fidel hizo justicia al condecorarla con la Orden Ana Betancourt, porque
él mismo había señalado refiriéndose a ella y a Melba Hernández Rodríguez del
Rey, en su autodefensa por los sucesos del Moncada: “Nunca fue puesto en un
lugar tan alto el heroísmo y la dignidad de la mujer cubana”.
Un caudal de inspiración perenne
para las nuevas generaciones es la inolvidable Haydée, una mujer que
prestigió a la Revolución y supo aunar para la creación, como una virtud
excepcional, por lo que su pueblo necesita evocarla viva en su dimensión humana
y revolucionaria, de profunda vocación martiana.
La otra cubana de la epopeya del 26 de Julio, Melba, amiga y hermana
inseparable desde los tiempos fundadores en el departamento de 25 y O, en el
Vedado, realzó siempre su ternura, inteligencia política, fibra revolucionaria
y valor.
“No quiero a Yeyé muerta, quiero que viva por lo que representa como
ejemplo”, dijo una vez profundamente conmovida durante un homenaje a su
compañera de ideales.
Martha Rojas, periodista que asistió al juicio por el ataque al cuartel Moncada, el 16 de octubre de 1953, rememoró la primera
vez que la vio sonreír de nuevo, cuando Fidel le dio la misión de editar 100
mil ejemplares y distribuir La Historia me absolverá.
La calificó desde entonces como una mujer audaz, con el don de la inteligencia
y la expresividad.
Vilma Espín Guillois, Heroína de la sierra y el llano, regaló sus más
íntimos recuerdos de la Haydée combatiente clandestina, entregada con fervor a
la causa junto a Frank País, en la organización del levantamiento armado del 30
de noviembre de 1956, para apoyar el desembarco del yate Granma.
Resaltó en una ocasión su fidelidad a Fidel, la indescriptible alegría
que conmovió a Yeyé cuando se encontró con el líder rebelde en la Sierra
Maestra; y el cariño que despertó en su alma sensible el pueblo santiaguero,
por el apoyo en los días difíciles de la lucha, cuando las casas se abrieron de
par en par para protegerlos.
Roberto Fernández Retamar, director de Casa de las Américas, quien
trabajó a su lado los últimos 15 años, destacó que cuando ella asumió esa
responsabilidad ya era una figura legendaria, de prestigio, autoridad y
capacidad para convencer y aglutinar.
Siendo su vida tan plena y fundadora, expresó, no tuvo orgullo mayor que
haber estado al lado de seres como aquellos, bajo la conducción iluminada de
Fidel, la madrugada grandiosa del 26 de Julio.
Siempre Haydée evocaba con orgullo aquella tarde en que su hermano Abel
llegó a la casa con un nuevo compañero, sin ocultar su alegría por haberlo
encontrado: era Fidel. En lo adelante, su vida pertenecería a la historia de
Cuba.
Juntos combatieron la sumisión a
los designios imperiales, la división del movimiento obrero, el robo y la
corrupción de la sociedad de la época, atraídos, además, por la denuncia de
Eduardo Chibás con su consigna Vergüenza contra dinero, tras la profunda
renovación exigida luego del golpe militar del 10 de marzo de 1952.
Con ese aval, cuando se decide asaltar el cuartel Moncada, entre los intrépidos
jóvenes estaba ella. En los preparativos
de la acción y en la Granjita Siboney fue hermana solícita, y en la posición
que le tocó defender desde el antiguo hospital Saturnino Lora, para
salvaguardar a los atacantes, curó heridos, incluso de las tropas enemigas, bajo
el tiroteo.
Abel siempre estuvo prendido a su corazón, nunca pudo restañar la herida
ni se curó del dolor por esa pérdida tan
lacerante; ni la de Boris Luis Santa Coloma, su novio, y de tantos otros
compañeros valiosos, a los cuales tenía
alta estimación.
Pero a Yeyé nunca la abandonó la fe en la victoria y en quienes se
arriesgaron hasta conquistarla. Aquella ocasión en que Fidel, Raúl, Almeida,
Ramiro, y los otros asaltantes salieron de la cárcel de Isla de Pinos, ella
evaluó el hecho escueta y elocuentemente: “Fue vivir otra vez”.
Haydée Santamaría Cuadrado integró el primer Comité Central del Partido
Comunista de Cuba, constituido el 3 de octubre de 1965, como reconocimiento a
quien fuera de la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio y luego también
de la del Partido Unido de la Revolución Socialista.
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