sábado, 29 de diciembre de 2018

Vilma, fidelidad y pasión a toda prueba



Aída Quintero Dip
  Vilma Espín es de las cubanas que simbolizan de manera única el valor y entereza de  Mariana Grajales, la visión anticipadora de Ana Betancourt para luchar por la emancipación y los derechos de la mujer, y la fidelidad y pasión de compatriotas como Haydée Santamaría y Celia Sánchez.
  Esta Heroína de la Revolución ocupa por derecho propio un sitio prominente en la historia de Cuba, a la cual se consagró en cuerpo y alma desde la etapa pre revolucionaria hasta el triunfo, el primero de enero de 1959, y en los años de edificación de la Patria nueva.
  Vilma heredó la rebeldía de su amada ciudad de Santiago de Cuba, donde nació el 7 de abril de 1930, la misma que la viera desafiar al régimen en la época de estudiante de ingeniería Química Industrial, en la Universidad de Oriente, y que ante el peligro de la vida clandestina la refugió en sus casas para protegerla.
  De joven elegante y seductora, se convirtió en el brazo derecho de Frank País, jefe nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio, a quien le sirvió hasta de chofer en los momentos en que era uno de los combatientes más perseguidos por la tiranía de Fulgencio Batista, durante los años convulsos de la lucha clandestina en Santiago de Cuba.
   Representó el temple de la mujer cubana en el levantamiento armado de la heroica ciudad, el 30 de noviembre de 1956, junto a Haydée, Asela de los Santos, Gloria Cuadras y otras tantas santiagueras firmes y leales que vistieron el verde olivo dispuestas a apoyar el desembarco del Granma para ser libres a mártires, como había vaticinado Fidel.
  Era tal su coraje que el propio Frank la nombró coordinadora provincial del M-26-7 en Oriente poco antes de su muerte, el 30 de julio de 1957, y más tarde, en junio de 1958,  ya muy perseguida ella se incorpora a la guerrilla;  el II Frente Oriental Frank País, bajo el mando del entonces Comandante Raúl Castro, fue otro escenario donde mostró sus afanes libertarios hasta el final de la guerra.
  Un cariño muy especial por considerarla una de sus hijas más queridas, le prodigó esta tierra  que la sintió en sus calles combatiendo y forjando sueños y la eligió diputada al Parlamento  cubano, tras la victoria de 1959, cuando le aguardaron tareas decisivas en la edificación de la nueva sociedad y en la lucha para que la mujer ocupara el puesto merecido.
   La destacada combatiente del Ejército Rebelde, incansable luchadora por la emancipación de la mujer y la defensa de los derechos de la niñez,  fue forjando un carácter firme hasta convertirse en un cuadro íntegro que supo fraguar virtudes en las nuevas generaciones.
     Vivió años de cambios y desafíos disímiles, pero siempre conservó esa dulzura de madre, compañera, amiga, y una singular sonrisa que la distinguió entre los guerrilleros en los días de la Sierra Maestra, cuando ella y Celia eran las niñas lindas de la tropa y los rebeldes lo mismo les regalaban flores que las acompañaban a riesgosas misiones.
     Dichosa se sintió Vilma de ser contemporánea con tantas mujeres valiosas  que se consagraron al servicio de la Revolución, por eso presidir la Federación de Mujeres Cubanas lo consideró un placer inigualable, responsabilidad que ocupó desde el propio  23 de agosto de 1960 hasta su último aliento, el 18 de junio de 2007.
   Para Nereyda Barceló Fundora, periodista y Premio Mariano Corona Ferrer por la Obra de la Vida, que tuvo el honor de trabajar con ella; las actuales y futuras generaciones tendrán que venerarla por su fidelidad a la causa,  y especialmente a Fidel, como intérprete ferviente y creativa de las ideas del eterno líder de la Revolución cubana.
  La también combatiente expresó que su ejemplo se multiplica en quienes asumen responsabilidades en diversas esferas de la vida nacional y en cargos de toma de decisiones; en las científicas, médicas, economistas, ingenieras, maestras, obreras, constructoras, que dejan huellas por su dedicación y empeño.
  Los cubanos y cubanas de este tiempo tienen en la vida y obra de Vilma Espín una fuente inspiradora para protagonizar las mejores acciones y engrandecer la Patria, a la que ella entregó todo sin mirar de qué lado se vivía mejor, sino que qué lado estaba el deber, subrayó la joven Mirelbis Ambruster, quien nació un 23 de agosto.
  Y es que contar con la guía indiscutible y el espíritu incansable y renovador de Vilma en los empeños por alcanzar la verdadera igualdad de derechos y oportunidades, fue un verdadero privilegio para las mujeres de Cuba, que también iluminó a las de otras partes del mundo.

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