martes, 25 de junio de 2019

Milagros


Aída Quintero Dip
¡Qué gran vacío nos deja! Los lectores y las lectoras de Entre Nosotros no olvidarán tus esperados consejos de belleza,  cada sábado, y quienes te conocimos, admiramos,  y aprendimos a quererte, no olvidaremos jamás tu calidez humana,  tu ejemplo de laboriosidad y el coraje con que enfrentaste la vida.
El mejor fruto de tu empeño cotidiano,  que asumía  con la sencillez de los imprescindibles,  son Maikel y Milagritos,  y  Marlon Franco -el nieto que solo por horas no pudiste conocer-; ellos sabrán multiplicarte y honrarte como mereces.
Más allá de los lauros que premiaron tu paso por la vida, nos queda  el recuerdo de tu exquisito trato y diligencia,  ante las clientas que volvían una y otra vez a la peluquería Dorothy, de la Plaza de Marte,  a recibir  Milagros Guerra Zamora, “tus milagros” con el peine y la tijera en las manos, pues hacías verdaderas creaciones en cualquier tipo de cabello. 
Y cuánto labraste y lograste en tus  poco más de 55 años: primera peluquera cubana Vanguardia Nacional, condición que mantuviste durante 15 años, trabajadora insigne del Sindicato del Comercio, la Gastronomía y los Servicios en Santiago de Cuba,  del cual fuiste dirigente de base por más de 25 años, miembro de la comisión de idoneidad en la empresa, formadora de nuevas peluqueras, asidua delegada a sus congresos, igual que a los de la FMC, que tuvo la dicha de tenerte como miembro de su Comité Provincial; medalla Jesús Menéndez y Hazaña Laboral…
Y eras siempre la misma, nada te envaneció,  esa postura te acompañó hasta el último instante, pues el día  antes de tu muerte te interesaste por tus compañeras que faltaban por celebrarles el cumpleaños,  pero a ellas les queda la satisfacción de verte disfrutar como nunca -ya enferma- la fiesta de despedida por tu jubilación. 
Hubo cosas que te enaltecieron -según confesaste-,  pero entre las primeras estuvo formar una linda familia y ser alfabetizadora.
Alcanzaste clase en el oficio, fuiste una estilista profesional, por el trabajo diario, las competencias y participación en los foros de Ciencia y Técnica, con la presentación de productos reconocidos,  y cada premio te sorprendía y emocionaba como el primero; no te vanagloriaban, te daban ímpetu para aportar más a la UBE de Servicios a la población,  a la cual pertenecías.   
Tu madre quiso que fueras enfermera,  pero preferiste otro rumbo,  que tampoco fue ajeno a la felicidad de  las personas.
El día de tu muerte, hubo quien no tuvo fuerzas para llegar a la funeraria, les temblaban las piernas;  otras lloraban desde el aeropuerto de La Habana rumbo a China,  porque no podían darte el último adiós; solo Pedro Aguilar Osorio, miembro del secretariado  de la CTC en la provincia, interpretó el sentir de todos, cuando dijo: “Enfrentaste la vida con bravura y la muerte con un beso”.
Conversadora por excelencia, presta a ofrecer un servicio de calidad, pero gustosamente, con placer, ese es el legado que nos deja. De algo estamos seguros,  que siempre estarás Entre Nosotros. 


Nota: Este material fue escrito con dolor en el alma ante la muerte de una amiga muy querida y publicado en el periódico Sierra Maestra, del cual ella era fiel colaboradora. Ahora, cuando han pasado más de 10 años del triste suceso, lo traigo a mi página personal como una manera de rendirle tributo.



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