Aída Quintero Dip
¡Qué gran
vacío nos deja! Los lectores y las lectoras de Entre Nosotros no olvidarán tus esperados consejos de belleza, cada sábado, y quienes te conocimos,
admiramos, y aprendimos a quererte, no
olvidaremos jamás tu calidez humana, tu
ejemplo de laboriosidad y el coraje con que enfrentaste la vida.
El mejor
fruto de tu empeño cotidiano, que
asumía con la sencillez de los
imprescindibles, son Maikel y
Milagritos, y Marlon Franco -el nieto que solo por horas no
pudiste conocer-; ellos sabrán multiplicarte y honrarte como mereces.
Más allá de
los lauros que premiaron tu paso por la vida, nos queda el recuerdo de tu exquisito trato y
diligencia, ante las clientas que
volvían una y otra vez a la peluquería Dorothy, de la Plaza de Marte, a recibir
Milagros Guerra Zamora, “tus milagros” con el peine y la tijera en las
manos, pues hacías verdaderas creaciones en cualquier tipo de cabello.
Y cuánto
labraste y lograste en tus poco más de
55 años: primera peluquera cubana Vanguardia Nacional, condición que mantuviste
durante 15 años, trabajadora insigne del Sindicato del Comercio, la Gastronomía
y los Servicios en Santiago de Cuba, del
cual fuiste dirigente de base por más de 25 años, miembro de la comisión de
idoneidad en la empresa, formadora de nuevas peluqueras, asidua delegada a sus
congresos, igual que a los de la FMC, que tuvo la dicha de tenerte como miembro
de su Comité Provincial; medalla Jesús Menéndez y Hazaña Laboral…
Y eras
siempre la misma, nada te envaneció, esa
postura te acompañó hasta el último instante, pues el día antes de tu muerte te interesaste por tus
compañeras que faltaban por celebrarles el cumpleaños, pero a ellas les queda la satisfacción de
verte disfrutar como nunca -ya enferma- la fiesta de despedida por tu
jubilación.
Hubo cosas
que te enaltecieron -según confesaste-,
pero entre las primeras estuvo formar una linda familia y ser
alfabetizadora.
Alcanzaste
clase en el oficio, fuiste una estilista profesional, por el trabajo diario,
las competencias y participación en los foros de Ciencia y Técnica, con la
presentación de productos reconocidos, y
cada premio te sorprendía y emocionaba como el primero; no te vanagloriaban, te
daban ímpetu para aportar más a la UBE de Servicios a la población, a la cual pertenecías.
Tu madre
quiso que fueras enfermera, pero
preferiste otro rumbo, que tampoco fue
ajeno a la felicidad de las personas.
El día de tu
muerte, hubo quien no tuvo fuerzas para llegar a la funeraria, les temblaban
las piernas; otras lloraban desde el
aeropuerto de La Habana rumbo a China,
porque no podían darte el último adiós; solo Pedro Aguilar Osorio,
miembro del secretariado de la CTC en la
provincia, interpretó el sentir de todos, cuando dijo: “Enfrentaste la vida con
bravura y la muerte con un beso”.
Conversadora
por excelencia, presta a ofrecer un servicio de calidad, pero gustosamente, con
placer, ese es el legado que nos deja. De algo estamos seguros, que siempre estarás Entre Nosotros.
Nota: Este material fue escrito con dolor en el alma ante la
muerte de una amiga muy querida y publicado
en el periódico Sierra Maestra, del cual ella era fiel colaboradora. Ahora,
cuando han pasado más de 10 años del triste suceso, lo traigo a mi página
personal como una manera de rendirle tributo.
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