martes, 25 de junio de 2019

Un Monumento Nacional venerado por el pueblo



Aída Quintero Dip
Cuando el 24 de junio de 1979 la ciudad de Santiago de Cuba fue declarada Monumento Nacional la Patria hacía justicia a su gloria, reconocía con esa condición el rico acervo patrimonial que atesora, el cual no ha hecho más que acrecentar y enaltecer en estas cuatro décadas.
Son muchos los elementos arquitectónicos, paisajísticos, culturales, patrimoniales e históricos que la distinguen y la honran, y que la hicieron acreedora de las condecoraciones más altas, entregadas el primero de enero de 1984 por el Comandante en Jefe Fidel Castro: el Título Honorífico de Ciudad Héroe de la República de Cuba y la Orden Antonio Maceo.
Urbe entrañable de este archipiélago, que se ha ganado la admiración de las personas que la habitan y de la mayoría de los cubanos, reconocida en buena parte del mundo, suma a sus atractivos y valores la idiosincrasia de su gente llana, alegre, solidaria, generosa y patriótica.
El baluarte más firme de la Revolución, como la calificara Fidel en los primeros días del triunfo de 1959: el sitio donde siempre le esperaría la victoria, como confesó años después ante las muestras respaldo incondicional y consecuente de los hijos e hijas de esta tierra rebelde, heroica y hospitalaria.
Ejemplo de preservación de la memoria, atesora 50 Monumentos Nacionales, un buen número de Monumentos Locales y tres elementos declarados Patrimonio de la Humanidad: la Tumba Francesa la Caridad de Oriente, el Sitio Histórico Castillo del Morro San Pedro de la Roca y el conjunto de haciendas de las Primeras Plantaciones Cafetaleras en el Sudeste de Cuba.
Orgullo de sus moradores son El Castillo del Morro en la entrada de su hermosa bahía, la Granjita Siboney y los monumentos que se erigen en la carretera de acceso a la ciudad hasta llegar al antiguo Cuartel Moncada, escenario de la epopeya del 26 de Julio, y las casas de cubanos insignes como José María Heredia, Antonio Maceo y Frank País.
Los santiagueros la veneran cada día y multiplican su amor y su acción para engrandecer la tierra donde reposan los restos de los padres fundadores de la nación: el Héroe Nacional José Martí, el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, la madre de todos los cubanos Mariana Grajales y del eterno Fidel.
En su centro histórico se concentran las edificaciones del período colonial 1515-1898 y del período republicano 1898-1958, definidas por sus valores históricos, artísticos, ambientales, sociales, formales y técnico constructivos, todo lo cual le acreditaron la condición de Monumento Nacional.
No hay mejor sitio que el Parque Carlos Manuel de Céspedes, desde donde partió Fidel y su comitiva triunfante el primero de enero de 1959, para descifrar los secretos de la urbe y el alma de sus pobladores, como primer anillo fundacional de la ciudad rodeado de bellos paisajes donde conviven la arquitectura, las montañas de la Sierra Maestra y su cercana bahía.
La segunda ciudad más importante de esa isla, fundada en 1515 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar, cuyo primer alcalde fue Hernán Cortés, acumula hechos e historias que la convirtieron en la primera capital de Cuba hasta 1556, un espacio legendario y colmado de tradiciones.
Cada lugar es especial y el pueblo se reconoce en sus entornos, muchas calles, paredes, viviendas guardan un pedacito de la historia patria porque allí “no hay una piedra que no haya sido pedestal de un héroe”, como dijo el poeta.
Muchos la consideran una ciudad mágica por la singularidad de su gente y sus calles empinadas y escalinatas que la dotan de una belleza única; también por el influjo de sus festejos populares con el carnaval más famoso de Cuba y el reconocimiento de sus virtudes como una genuina urbe caribeña.
Identifican a Santiago de Cuba como un museo a cielo abierto, y razones no faltan; así de rica es su historia, no únicamente la pasada sino también la que escribe ahora mismo, al compás de los nuevos tiempos de Cuba en Revolución. 

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