Aída Quintero Dip
A Santiago de Cuba le faltaría el aire para
la vida sin su folclor, y para confirmarlo se privilegia de tener dos compañías
danzarías emblemáticas, el Ballet folclórico de Oriente y el Ballet folclórico
Cutumba, con 60 años paseando su arte por el mundo.
Fundados en 1959, con sellos distintivos y
similitudes hoy se abrazan para celebrar; atesoran una obra y labor notables en
la investigación, rescate y protección del patrimonio cultural afro-haitiano y
tradicional de la isla.
Suman logros en el aporte al enriquecimiento
de la cultura cubana, han exhibido por doquier lo mejor de su folclor con
grandes maestros que, sin ser de academia, tuvieron el mérito de iniciar y
desarrollar un trabajo reconocido y consolidado.
Considerado el primer grupo folclórico
profesional del país, el Ballet folclórico de Oriente tuvo
su origen en lo más autóctono, tradicional y humilde de Santiago de Cuba, con
la virtud de exponer en su amplio
repertorio la intensidad, autenticidad y fortuna de sus bailes que lo
hacen referente.
Lo
demuestran Orumbila e ikú, de Raúl Pomares; Orumbila y la muerte (Manuel Ángel
Márquez); Cantos afros (Nelsa Barrientos); Tumba francesa (Nieve de Armas) y
Gagá (Bertha Armiñán), entre otras coreografías valiosas como Yoruba soy,
Tierra, La piedra de Ochún y Oda antillana, de Antonio Pérez Martínez.
Precisamente Pérez Martínez, director general
y artístico por varios años dada su alta
preparación y experiencia de las tendencias más modernas de la danza, señala:
“Me satisface haber contribuido a la consolidación
y enriquecimiento de la línea
estética de la compañía, a partir de la estilización del tradicionalismo y el
sentido de monumentalismo escénico”.
Hoy él sigue siendo coreógrafo y el 80 por ciento del patrimonio danzario responde a su autoría y talento.
“La obra insignia Yamayá y el pescador marca la madurez estética de la
agrupación, ya que encierra todos los elementos
que la definen, por su energía y su vuelo”, recuerda.
“Aunque hay que reconocer a gestores como
Márquez, Pomares y Miguel Ángel Botalín, resultó decisiva su labor”, dice
Arístides Bringues, quien asumió la dirección en 2018 y fue primer bailarín de
danza contemporánea de Cuba por más de 30 años.
“El colectivo tuvo el honor de recibir una felicitación
del General de Ejército Raúl Castro por su aniversario 55; en su currículo
sobresale que, luego de las primeras giras artísticas a Argelia y Nicaragua, ha
asistido a eventos culturales en diversos países, coopera con varias compañías
como el Ballet Royal de Bélgica y los nacionales de Uruguay, Jamaica y Surinam,
y ostenta la Placa José María Heredia, entre otros lauros.
“En la historia del grupo hay un hecho
significativo por lo insólito y exclusivo: la invitación especial de la Prima Ballerina Assoluta y Directora del Ballet Nacional de Cuba,
Alicia Alonso, para participar en el IX Festival
Internacional de Ballet de La Habana, algo que nos enorgulleció”, destaca
Bringues.
Entre sus perspectivas están seguir
recuperando el patrimonio danzario tras 60 años de quehacer y las
investigaciones musicales, sociales y antropológicas, estrenar otras obras y
convertir la compañía en unidad docente del Instituto Superior de Arte por la
calidad y talento de bailarines y profesores.
Idalberto Bandera Sidó, director de Cutumba,
apunta como resultado relevante el Premio Villanueva de la crítica en 2014 por
la obra Saga loas, que además mereció el de coreografía de la Uneac, por eso
entre las perspectivas está reponerla y estrenar otras como Siete mares, que
irá al escenario del Teatro Heredia a finales de junio.
La
autenticidad de los espectáculos, subraya, es la clave del éxito que explica
la aceptación en giras internacionales
por Surinam, México, Jamaica, Francia, España, Portugal, Alemania,
Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Noruega, Nueva Zelanda, Canadá y
Venezuela, entre otros.
Elogios no han faltado. “Cutumba es un
espíritu salvaje que se adentra en el cuerpo de los hombres y perdura por
siempre”, escribió un crítico de arte de EE.UU. sobre una actuación allí, y el
intelectual Abel Prieto expresó que Cutumba es la joya por excelencia de la
cultura cubana.
El grupo guarda cual tesoro la felicitación
de Raúl en ocasión de sus 55 años, por el “auténtico mensaje de cubanía en
múltiples escenarios de nuestro país y del mundo. En los propios Estados Unidos
han librado importantes batallas contra el bloqueo a través del arte, de sus
convicciones y posiciones consecuentes”.
Para el joven José Osmani Bolívar “Cutumba es
la realización de un sueño, traigo el legado de una tía y un hermano que
bailaron en el grupo y me inculcaron ese amor y pasión que requiere cada
interpretación en el escenario, para que el público disfrute”.
Rachel Salas Vega, bailarina, profesora, con
27 años en el colectivo, confiesa: “En cada
movimiento experimento una sensación de felicidad como si fuera el
primer día; es gratificante danzar y recibir la acogida maravillosa en la
Patria y en el exterior”.
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