Aída
Quintero Dip
Cada
una de las 14 medallas conquistadas por Cuba en las Olimpiadas de Londres 2012
tiene su encanto, su valor, su impronta. Todas me emocionaron, latían al compás
de la hazaña, matizada por la dedicación y el
talento del atleta.
Ahora
siento un gran vacío, la TV
de mi casa no me regala los más
espectaculares saltos, las mejores carreras o peleas. La cita estival es
historia y las miradas se enfocan hacia la preparación para corregir y perfeccionar en
pos de Río de Janeiro 2016.
Mi
mayor elogio para quienes subieron al podio de premiaciones y los
que brillaron aun sin ganar medallas, rozando con la gloria de los campeones. Me
queda el sabor amargo de los que estuvieron por debajo de lo esperado.
Recuerdo
al tirador Leuris Pupo escribiendo una página inédita con la primera medalla de
oro en tiro olímpico para Cuba, y a la yudoca Idalys Ortiz vestida también de dorado, tras hacer valer su clase y vencer en la división
de más de 78
kilogramos.
Disfruté
el triunfo de nuestro abanderado Mijaín López,
el gran gladiador, que junto a Filiberto Azcuy son los únicos luchadores
cubanos con dos títulos en citas estivales.
Experimenté
orgullo por los boxeadores Roniel Iglesias,
a quien su barrio pinareño y la
familia habían vaticinado que celebrarían en grande el oro olímpico de su
coterráneo, y Robeisy Ramírez, de apenas
18 años, del cual me impresionó la gallardía con que defendió la quina medalla de oro para la Patria.
A
mí -particularmente- me conmovió la plata con sabor a oro de Yarisley Silva, en
el salto con pértiga de 4,75 metros; por su
ecuanimidad, su valentía, en una competencia en la que dejó atrás a estelares
como la rusa Yelena Isinbayeva, la mejor de la historia en la especialidad.
También
el bronce de Leonel Suárez, ejemplo de consistencia y sacrificio, con problemas
de salud y falta de entrenamiento que no lo amilanaron, más bien cimentaron su estirpe de guerrero, al
reeditar la actuación de Beijing en la difícil prueba del decatlón.
Me
deleité por la plata en el pecho de Yanet Bermoy que ratificó la condición de
subcampeona, y de su homólogo en el
masculino Asley González, de especial
alegría para el judo masculino carente de finalista olímpico desde hace 32
años.
La
pesa igualmente hizo su aporte. La presea bronceada con sabor a oro en la
división de los 77
kilogramos fue al cuello de Iván Cambar, corajudo,
corajudo, a pesar de operaciones sufridas, lo que da mayor realce a su
resultado. El taekwandó también puso su granito de arena con el bronce del
santiaguero Robelis Despaigne.
Con
la convincente actuación del luchador Liván López y el bronce que brilló en su
pecho, sumó la presea 14 para la representación cubana en Londres 2012 y Cuba concluyó en el lugar 16 en el medallero,
a la cabeza de América Latina y el Caribe.
Mis
respetos para el nadador Hanser García en la séptima posición, en la prueba
reina de la natación, los 100
metros estilo libre; los clavadistas José Antonio Guerra
y Jeinkler Aguirre, en el quinto puesto frente a las mejores duplas del mundo,
en la plataforma sincronizada a 10 metros.
También
para dos atletas que lo dieron todo: la ciclista Lisandro Guerra, cubana mejor
ubicada en la historia de la
velocidad de los Juegos Olímpicos, y la luchadora Katherina Videaux, primera
mujer de nuestro archipiélago en ganar
un combate en una cita estival.
Cada
medalla tuvo su brillo especial, cada actuación suscitó la admiración del
pueblo y llenó de felicidad a este Verde Caimán que reverencia a sus héroes del
deporte.
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