Aída Quintero Dip
Hace casi cinco años,
durante uno de los recesos de las sesiones del 8. Congreso de la Unión de Periodistas de
Cuba, tuve el honor de abrazar y dialogar con familiares de los Cinco y
atesorar imágenes de tan especial momento, como esta con Irma Sehwerert, madre
de René, y Magali Llort, madre de Fernando.
Me sentí halagada al lado de
mujeres de acero y de miel que asumen con un coraje extraordinario la
ausencia de sus hijos, que luchan apasionadamente contra la injusticia que los
mantiene por casi 15 años alejados de su hogar y de su Patria.
Pienso en ellas siempre,
me solidarizo con su dolor y su nostalgia y me enorgullezco de su
entereza y valor. Pienso en Irma, Magali y Mirtha, la madre de Antonio;
pródigas de ternura y rectitud, suaves como pétalos de rosas, pero fieras como
leonas en la pelea por la libertad de sus hijos.
Mucho tienen los Cinco de
las madres que los engendraron y educaron porque con cariño contribuyeron a
forjar esa voluntad de acero que los distingue, esa capacidad de crecerse y
proseguir sembrando amor ante la adversidad.
Creyeron que no podrían sobrevivir a esa terrible experiencia.
Únicamente el orgullo de saber que fueron capaces de sacrificar su juventud y
su tiempo para evitar más muertes en nuestro país, les daba fuerzas para seguir
adelante y mantener esta lucha que aún perdura y continuará hasta que regrese
el último de ellos.
Vuelvo a pensar en Irma que
ahora tiene la dicha de tener a René en casa, y desde su llegada definitiva
está contenta, feliz, pues temía por el peligro que corría su vida en los
Estados Unidos con su libertad supervisada.
Y pienso en Magali, quien de
su Fernando extraña todo y considera alentadora su última visita a la prisión
porque afortunadamente pronto el encuentro será en su Patria y en
familia. Después de más de 14 años de
encarcelamiento fue la primera vez que pudo reunirse con él y dos hermanas, un
hecho muy emocionante.
La felicidad más grande sería que regresen ya los Cinco y no tener que
esperar a que cumplan sus condenas. El caso que más duele y preocupa es el de
Gerardo, que legalmente estaría destinado a no regresar nunca.
Y la ignominia contra esos
dignos cubanos no puede demorar tanto. Duele escuchar a Mirtha, quien ya
cumplió 80 años y teme, por lo avanzado de su edad, no tener tiempo para
esperar el retorno de su hijo Antonio.
José Martí le dedicó una
hermosa frase a Mariana Grajales: “Fáciles son los hombres con tales mujeres”,
que bien podría dedicarse también a estas madres.
El pueblo, en pago a su
sacrificio, no abandonará jamás la lucha hasta conquistar toda la justicia en
el caso de los Cinco, y sus madres están en primera fila en ese combate, así lo
han confesado y así lo han demostrado.
El
reclamo de libertad a tan dignos hombres estremecerá el propio corazón del
imperio, en Washington, donde sesionará la segunda jornada de solidaridad 5 por
los Cinco, desde este jueves 30 de mayo hasta el 5 de junio, con el fin de
propiciar el conocimiento del caso en el pueblo estadounidense, además de
abogados, congresistas, científicos, intelectuales y otras personalidades que
puedan influir en que se haga justicia.
Seguramente
el clamor llegará hasta los oídos del presidente Barack Obama, Premio Nobel de la Paz y Profesor de Derecho
Constitucional, quien tiene en sus manos la oportunidad y la potestad de lavar
el lodo en el cual se ha sumido el sistema judicial de los Estados Unidos.
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