martes, 12 de mayo de 2015

Virtuoso de la poesía


Este trabajo lo escribí en mayo de 1987 y quiero repetirlo en mi página como un modesto homenaje a tan prominente intelectual cubano, con motivo de celebrarse este año el centenario de su nacimiento, ocurrido el 4 de mayo de 1915. 
 
   “Con todo lo que dediqué a los versos no me creí jamás un poeta a plenitud”, confiesa con  modestia Raúl Ferrer Pérez
 
Aída Quintero Dip
   Cuando ya rebasaba los 70 años, Raúl Ferrer Pérez mereció un nuevo reconocimiento a la militancia combativa de su obra poética: el Premio Anual de las Fuerzas Armadas revolucionarias,  junto a destacadas personalidades del arte y la cultura de Cuba.
   Y es que este hombre, amante del trabajo por sobre todas las cosas, conserva la vitalidad y el entusiasmo que lo llevaron a manifestarse arriesgando el corazón y el verso en la heroica gesta popular, siempre en el centro de los aconteceres, como cronista y protagonista.
   El mayor encanto de su oficio está en saber decir para las multitudes, alcanzar gran repercusión en las masas y en la facultad de eternizar lo cotidiano porque en su poesía brota la vida, el optimismo y también el triste rostro del pasado.
  “Escribir es hermoso en cualquier tiempo -dice-. En estos años  y en esta Cuba socialista lo más hermoso es saber que el arte ha crecido en todas sus posibilidades y que el pueblo se apoya en él para la participación grandiosa de hacer, disfrutar y defender la nueva vida.
  “Ser poeta es un privilegio al que trato de sacar partido sirviendo al bien colectivo, a las cosas justas y a la verdad. He ido encontrando en la poesía lo que salí a buscar, para mí ella es herramienta y arma por encima de otros menesteres”.
   Así declara quien es desde joven un poeta combatiente que se entusiasmó en cantar a los campesinos como él, a los obreros y al porvenir de sus hijos. La mayor y mejor parte de su producción literaria la dedicó siempre a denunciar a los explotadores de todo tipo, “ladrones por igual del pan, la belleza y el futuro de la Patria”, expresa Ferrer.
 “Esa vivencia hace que ahora, en medio de nuestra gloriosa Revolución,  me apasione con la promisoria generación de poetas y escritores que están espigando”.
  Piensa que el oficio de dirigir maestros lo envolvió en otras tareas en las que necesitó aprender las peripecias de la lucha. Y con los maestros que tuvo la suerte de encontrar se fue forjando para entender y servir en consecuencia.
  “Así que escribí de todo, modestamente -señala-,  más de  educación, por supuesto. Sin pretender ser escritor, unos pocos libros, folletos y artículos son solo mi huella de obrero intelectual y comunista con casi medio siglo de brega”.
  Uno de los secretos en el arte de decir de Raúl Ferrer, que imprime un sello personal y belleza a su obra, es el respeto diferencial de los vocablos internos de cada verbo, recurso del que puede hacerse uso si se es dueño de un rico léxico.
  A ello responde su poesía cautivadora, de enorme impacto emocional, fiel reflejo del espíritu inquieto de su creador, que estremece, convence, enseña y mueve.
   De estilo preciso, cada poema es una historia. En “Amor” está el revolucionario enamorado; “El  romancillo  de las cosas negras”, entre los más conocidos, lo recitaba en los mítines del Partido en la década del 40 o “Simple poema cotidiano” (1949), donde “algo quiere nacer y dar un grito”.
   Refiriéndose a otro de sus afanes actuales, dice: “Aunque lo veo todo unido en causas y resultados, especialmente, estoy seguro de que el Programa Nacional de la Lectura -que él dirige- para todos desempeñará su papel en la conversión de Cuba en un pueblo de lectores críticos y conscientes para hacer más ágil y segura la edificación del socialismo y el comunismo”.
    Militante del Partido, delegado a su Primer y Segundo Congresos, distinguido con varias condecoraciones, representante de Cuba en innumerables eventos internacionales, suma a su trayectoria el homenaje de las FAR que aún lo conmueve.
   “Después de la emocionante sorpresa de recibir el Premio Anual de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, representado por el Machete Mambí, de manos del General de Ejército Raúl Castro, me siento fortalecido por su especial simbolismo”, dijo y agregó convencido, con entusiasmo:
  “Y estoy ligero para librar aún este combate grande y decisivo por la causa solidaria del socialismo y del futuro, frente a los feroces enemigos imperialistas, embarcados en su loca aventura por detener el progreso de la Tierra.
  “Con la dirección sabia de nuestro invicto Jefe Fidel, nuestro camino es irreversible. Quiero estar junto a los valientes que se afanan cada día y cada minuto porque tomemos todos el sendero correcto”.
   Fiel a una ideología que reclamó sacrificios, pero le ofreció la dicha de participar  y construir, virtuoso de su oficio; así es Raúl Ferrer Pérez, un poeta a plenitud aunque él piense lo contrario.

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