Este trabajo lo escribí en mayo de 1987 y quiero repetirlo
en mi página como un modesto homenaje a tan prominente intelectual cubano, con
motivo de celebrarse este año el centenario de su nacimiento, ocurrido el 4 de mayo de 1915.
“Con todo lo que dediqué
a los versos no me creí jamás un poeta a plenitud”, confiesa con modestia Raúl
Ferrer Pérez
Cuando ya rebasaba
los 70 años, Raúl Ferrer Pérez mereció un nuevo reconocimiento a la militancia
combativa de su obra poética: el Premio Anual de las Fuerzas Armadas
revolucionarias, junto a destacadas
personalidades del arte y la cultura de Cuba.
Y es que este hombre,
amante del trabajo por sobre todas las cosas, conserva la vitalidad y el entusiasmo
que lo llevaron a manifestarse arriesgando el corazón y el verso en la heroica
gesta popular, siempre en el centro de los aconteceres, como cronista y
protagonista.
El mayor encanto de
su oficio está en saber decir para las multitudes, alcanzar gran repercusión en
las masas y en la facultad de eternizar lo cotidiano porque en su poesía brota
la vida, el optimismo y también el triste rostro del pasado.
“Escribir es hermoso
en cualquier tiempo -dice-. En estos años y en esta Cuba socialista lo más hermoso es
saber que el arte ha crecido en todas sus posibilidades y que el pueblo se
apoya en él para la participación grandiosa de hacer, disfrutar y defender la
nueva vida.
“Ser poeta es un
privilegio al que trato de sacar partido sirviendo al bien colectivo, a las
cosas justas y a la verdad. He ido encontrando en la poesía lo que salí a
buscar, para mí ella es herramienta y arma por encima de otros menesteres”.
Así declara quien
es desde joven un poeta combatiente que se entusiasmó en cantar a los
campesinos como él, a los obreros y al porvenir de sus hijos. La mayor y mejor
parte de su producción literaria la dedicó siempre a denunciar a los explotadores
de todo tipo, “ladrones por igual del pan, la belleza y el futuro de la Patria”,
expresa Ferrer.
“Esa vivencia hace
que ahora, en medio de nuestra gloriosa Revolución, me apasione con la promisoria generación de
poetas y escritores que están espigando”.
Piensa que el oficio
de dirigir maestros lo envolvió en otras tareas en las que necesitó aprender
las peripecias de la lucha. Y con los maestros que tuvo la suerte de encontrar
se fue forjando para entender y servir en consecuencia.
“Así que escribí de
todo, modestamente -señala-, más de educación, por supuesto. Sin pretender ser
escritor, unos pocos libros, folletos y artículos son solo mi huella de obrero
intelectual y comunista con casi medio siglo de brega”.
Uno de los secretos
en el arte de decir de Raúl Ferrer, que imprime un sello personal y belleza a
su obra, es el respeto diferencial de los vocablos internos de cada verbo,
recurso del que puede hacerse uso si se es dueño de un rico léxico.
A ello responde su
poesía cautivadora, de enorme impacto emocional, fiel reflejo del espíritu
inquieto de su creador, que estremece, convence, enseña y mueve.
De estilo preciso,
cada poema es una historia. En “Amor” está el revolucionario enamorado; “El romancillo de las cosas negras”, entre los más conocidos,
lo recitaba en los mítines del Partido en la década del 40 o “Simple poema
cotidiano” (1949), donde “algo quiere nacer y dar un grito”.
Refiriéndose a otro
de sus afanes actuales, dice: “Aunque lo veo todo unido en causas y resultados,
especialmente, estoy seguro de que el Programa Nacional de la Lectura -que él
dirige- para todos desempeñará su papel en la conversión de Cuba en un pueblo
de lectores críticos y conscientes para hacer más ágil y segura la edificación
del socialismo y el comunismo”.
Militante del Partido, delegado a su Primer
y Segundo Congresos, distinguido con varias condecoraciones, representante de
Cuba en innumerables eventos internacionales, suma a su trayectoria el homenaje
de las FAR que aún lo conmueve.
“Después de la emocionante sorpresa de recibir
el Premio Anual de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, representado por el
Machete Mambí, de manos del General de Ejército Raúl Castro, me siento
fortalecido por su especial simbolismo”, dijo y agregó convencido, con entusiasmo:
“Y estoy ligero para
librar aún este combate grande y decisivo por la causa solidaria del socialismo
y del futuro, frente a los feroces enemigos imperialistas, embarcados en su
loca aventura por detener el progreso de la Tierra.
“Con la dirección
sabia de nuestro invicto Jefe Fidel, nuestro camino es irreversible. Quiero
estar junto a los valientes que se afanan cada día y cada minuto porque tomemos
todos el sendero correcto”.
Fiel a una
ideología que reclamó sacrificios, pero le ofreció la dicha de participar y construir, virtuoso de su oficio; así es
Raúl Ferrer Pérez, un poeta a plenitud aunque él piense lo contrario.
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