martes, 5 de mayo de 2015

Que no se repita el holocausto

Aída Quintero Dip
   Pienso que si pudiera hablar el reportaje escrito al pie de la horca por el periodista y luchador antifascista checoslovaco Julios Fucik, se ganaría una buena parte de la batalla por abrirle los ojos a la humanidad ante el peligro que se cierne hoy mismo sobre el planeta.
  Como un canto de resguardo a la vida, resuena todavía en los oídos su sentencia: “Hombres os amed, estad alerta”.
   Parecía que el fascismo, derrotado el 9 de mayo de 1945, era únicamente una dolorosa página del pasado; sin embargo, hechos casi insólitos ocurridos en este mismísimo siglo XXI indican la urgencia de estar en perenne vigilia.
  Muertes provocadas por guerras injustas e ilegales, por exponer una de las muestras  más crueles, horrorizan a millones de seres humanos, preocupados porque esa barbarie pueda resurgir como una bofetada ante los festejos por el aniversario 70 de la victoria sobre el fascismo.
   Las víctimas de ese holocausto constituyen su más terrible huella y también la evocación de la tragedia que significó el cruel sistema, surgido en 1922 en Italia, con Benito Mussoline, y que tuvo en 1933 su máxima expresión y desarrollo en Alemania, con Adolfo Hitler, para extenderse después a España, Polonia, Bulgaria, y otras naciones ocupadas  e influenciadas por el imperio germano.
  Cortándoles las alas  a la vida fue de casa en casa el fascismo caracterizado por la supresión de las libertades democráticas, incluso las elementales; el colapso de las organizaciones obreras y progresistas, y el desencadenamiento de la guerra de rapiña con el fin de esclavizar a los pueblos y conquistar su dominio mundial.
  Historias espeluznantes asociadas a nombres como  Bormann, Keitel, Goering, Himmler, Muller, Rolff y una lista grande de connotados nazis de la Alemania hitleriana dejaron cicatrices aún abiertas en el corazón de los pueblos.
  Un monumento al horror representan los campos de concentración, como el de Auschwitz, en Cracovia, Polonia, uno de los más famosos, al cual se le considera la personificación de las atrocidades del siglo XX.
  En ese sitio hubo un genocidio planificado u organizado, sus víctimas fueron calcinadas y las cenizas esparcidas por los campos colindantes. La historiografía recoge que la aberración y la infamia se dieron cita allí como en pocos lugares para convertirlo en un verdadero infierno, que se hizo aún más notorio  por la instalación de la primera cámara de gas, el 15 de agosto de 1940.
  Ante tales antecedentes  es comprensible el reclamo unánime de impedir holocausto como aquel, con el propósito de evitar que una tragedia de esa magnitud se repita.
  Es la ofrenda que podemos colocar a los pies de los más de 54 millones de muertos y torturados, hoy cuando urge estar más alertas que nunca como pidió Julios Fucik.

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